Sabado 20 de abril 2024

Crece la violencia

Redacción 24/04/2017 - 01.41.hs

I. Una inquietante serie de episodios de violencia colectiva se viene desplegando en los últimos tiempos. El más grave de ellos fue el linchamiento en un estadio de fútbol de Córdoba que finalizó con la muerte de un joven. Aunque no puede subestimarse lo sucedido en Santa Cruz con una horda enardecida que intentó ingresar por la fuerza a la residencia de la gobernadora que en esos momentos estaba acompañada de solo cinco mujeres y un bebé. El registro de hechos violentos se ha ampliado y constituye un cambio de tendencia muy preocupante, en especial porque suma agresiones con alto grado de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad del Estado a partir de la decisión del gobierno nacional de comenzar a reprimir la protesta social.
El bochornoso operativo represivo montado contra los docentes frente al Congreso de la Nación por el armado de la "escuela itinerante", se enmarca en este nuevo escenario. Pero no fue el único: ahí está el feroz ataque a los mapuches en Cushamen, el ingreso de policías armados a un comedor barrial en el conurbano o el apresamiento de un dirigente estudiantil en la Universidad Nacional de Jujuy. En este último caso un pelotón de policías ingresó a una de las facultades violando la autonomía de la casa de estudios y procedió a la captura con una exhibición de fuerza digna de la "noche de los bastones largos". Para peor, ya en sede policial el estudiante sufrió maltratos y golpes.

 

II. La lista es más larga y con casos de muy diversa naturaleza. E incluye a la provincia de La Pampa. Acá, en nuestro habitualmente tranquilo territorio, se tuvo que suspender el fútbol infantil por las continuas agresiones de los padres a los árbitros. Además, en un muy pequeño pueblo del interior pampeano, un milagro salvó del linchamiento a unos desprevenidos vendedores ambulantes acusados en falso de un delito que no cometieron. El episodio muestra que ni siquiera el interior profundo está libre de esta suerte de epidemia de violencia latente.
En la Capital Federal, en tanto, policías armados ingresaron a un conocido colegio secundario alegando que se encontraban "vigilando" una movilización. No había nada de eso sino un acto en el interior del establecimiento para debatir entre docentes, alumnos y padres la marcha del largo conflicto gremial. Esa intimidación policial, con exhibición de armas, ¿no es acaso un acto de violencia? También los dirigentes gremiales docentes vienen siendo demonizados y las amenazas a uno de ellos, y a sus hijos, fueron minimizadas por muy altos representantes del gobierno.

 

III. En esta turbia atmósfera que se expande por todo el país no puede dejar de mencionarse el cambio del discurso político del gobierno nacional, que pasó de promover la alegría y las buenas ondas de sus gurúes budistas a confrontar con extrema dureza con la oposición. Envalentonado por la movilización oficialista del 1° de abril, el macrismo cambió su estrategia y comenzó a acusar de "destituyente" a todo partido, gremio o dirigente que se atreva a levantar una crítica. Hasta las manifestaciones de los presos por la anunciada modificación de la ley penal fue atribuida, en el colmo de la paranoia política, a una conspiración opositora.
El rol de los grandes medios porteños -especialmente la TV- aliados incondicionales del macrismo, es central. Los periodistas, devenidos en predicadores oficialistas, suelen levantar un discurso belicoso y confrontativo que llega al extremo de incitar al gobierno a endurecer la represión de las manifestaciones públicas y de calificar de "delincuentes" -en el colmo de la degradación periodística- a los docentes apaleados y gaseados por la policía. Un renovado discurso discriminador contra inmigrantes, villeros o piqueteros hace el resto.
Todo parece confluir para inocular en ciertas capas receptivas de la sociedad altas dosis de tensión que, bajo circunstancias propicias, se canaliza en actos deplorables de violencia colectiva.

 

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