Lunes 15 de abril 2024

Demasiadas coincidencias

Redacción 05/07/2017 - 00.58.hs

FELIX VERDUN
Muchas de las acciones y manifestaciones del gobierno nacional han provocado estupor. Desde la acusación del presidente para con el jefe de una bancada legislativa opositora acusándolo de integrar una mafia judicial, hasta el reclamo de que "los jueces tienen que saber que queremos saber la verdad o vamos a buscar otros jueces que nos representen", pasmosa frase que implica un desconocimiento de la independencia de los tres poderes y un ataque inaudito al Poder Judicial. La expresión es complementaria de la que había pronunciado un mes atrás cuando dijo "que los jueces, empresarios y sindicalistas no se crean que son dueños de decirnos lo que tenemos que hacer".
Tamañas expresiones sintetizan con toda claridad la escasa vocación democrática del macrismo. Pero donde el accionar del gobierno es asombroso es en el reciente retiro indiscriminado de más de ciento cincuenta mil pensiones no contributivas a personas con discapacidad. Así se pretendió dejar sin ese derecho, por ejemplo, a quienes padecen síndrome de Down, alegando que "pueden trabajar" ya que no padecen de inhibición física.
Semejante actitud no resulta, aislada, inarmónica con la política que viene llevando a cabo el macrismo, sino que se inscribe en una concepción socioeconómica fondomonetarista que se viene acelerando más allá de que todos los índices económicos son adversos al gobierno y ya son muy pocos los que creen en "la pesada herencia". El hecho que, ante el clamor popular y los reclamos jurídicos por la injusticia se haya dado parcialmente marcha atrás en la medida, no hace más que confirmar que se trata de uno más de los intentos de "prueba y error", de los que hay numerosos ejemplos. Junto con el ataque a los derechos de los ciudadanos con discapacidad se inscribe el reciente intento de limitar el derecho de huelga, apenas frustrado por la falta de quórum en el Congreso.
En cualquier país donde las instituciones funcionan normalmente esas medidas constituirían un suicidio político, al menos para los ministros que las implementen ¿Qué es, entonces, lo que empuja al gobierno a tomar decisiones tan impopulares como insensibles? A poco que se piense la respuesta no tarda en llegar. No es ésa, precisamente, una preocupación que desvele a los miembros de este gobierno de CEOs.

 

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