Domingo 21 de abril 2024

El general Milani preso y algunos silencios que aturden

Redacción 19/02/2017 - 00.50.hs

Emilio Marín - El general Milani quedó detenido en La Rioja, acusado de secuestros y torturas durante la dictadura. Una buena noticia para los derechos humanos. Sin embargo, en política, esa detención generó silencios que aturden.
La historia no queda atrás; en muchos casos vuelve al presente y divide aguas en la política. Al menos en la Argentina; en Suiza posiblemente sea otra historia. Así ocurrió el viernes con la detención del general retirado César Milani en La Rioja, en el juzgado de Daniel Herrera Piedrabuena, donde había comparecido por tres secuestros y torturas que se le imputan durante la dictadura militar-cívica.
El martes anterior había declarado en Tucumán, en la causa por la desaparición del soldado Alberto Ledo, ante el juzgado de Fernando Poviña. Ese fue un trámite que siguió limando su figura, pero no quedó preso. En La Rioja sí, por los secuestros y vejámenes sufridos en 1977 por Ramón Olivera y Pedro Olivera, y por la estudiante Verónica Matta, en aquella ciudad donde Milani era un joven subteniente del área de Inteligencia.
La corta edad fue un argumento defensivo allá por 2013, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo encumbró como jefe del Ejército. Y más cuando en diciembre del mismo año la mandataria hizo aprobar su pliego en el Senado premiándolo con el ascenso a teniente general, el más alto cargo del escalafón.
Por entonces ya habían trascendido las denuncias en contra del general -las de Olivera padre e hijo habían sido ratificadas ante la Conadep riojana en 1984- y organismos de Derechos Humanos como el CELS habían elevado los antecedentes al Senado, como hacía todos los años en los casos de militares cuestionados por antecedentes de participación de crímenes de lesa humanidad.
En esa ocasión el alineado con el "proyecto nacional y popular" se ganó nomás las palmas sanmartinianas, aún con todas esas denuncias y pésimos antecedentes. Lo impugnaban los familiares del soldado Ledo y organismos de DD HH, algunos tan cercanos al oficialismo como el que preside Horacio Verbitsky. Pero la política cristinista metió la mano y en el bolillero el general se sacó la grande.
Esta vez no tuvo esa suerte. No quiso declarar y se limitó a entregar un escrito, pero el juez Herrera Piedrabuena y la fiscal Virginia Miguel Carmona consideraron que en libertad podía entorpecer la investigación de los delitos. Y Milani quedó detenido, con la polémica política servida.
Que en 1977 fuera un subteniente de 21 años no es una prueba de inocencia. Muchos secuestrados decían que los jóvenes oficiales torturaban con más fuerza que los viejos. El teniente Alfredo Astiz también tenía esa edad y fue decisivo en la desaparición de 12 personas en la Iglesia de la Santa Cruz, en diciembre de 1977.

 

Silencios que aturden.
Los organismos de DD HH como el CELS, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y Nora Cortiñas de Madres Línea Fundadora, entre otros, mostraron su satisfacción con la detención de marras, pero el espectro político se mantuvo en relativo silencio. Desde El Calafate no llegó ninguna catarata de tuits; tampoco de La Cámpora y el FPV, viejos aliados del hoy caído en desgracia. Solamente el ex canciller y actual diputado al Mercosur, Jorge Taiana, dijo que esa detención prueba la necesidad de continuar con las políticas de Memoria, Verdad y Justicia. Sería bueno que intenten una autocrítica a fondo.
En cambio no dijo ni mu Hebe de Bonafini, quien supo fotografiarse muy sonriente al lado de Milani, entrevistándolo para la revista de su asociación como si fuera un general democrático y nacionalista. Fueron los mismos calificativos que en 1976 algunos dirigentes del comunismo local utilizaban para referirse a los generales Jorge R. Videla y Roberto E. Viola. Tampoco la digna Estela de Carlotto rompió aún su silencio, aunque existe posibilidad que lo haga porque es menos propensa al error que la terca Bonafini.
En marcha hacia un nuevo aniversario del 24 de marzo, cuando habrá grandes movilizaciones hacia la Plaza de Mayo y otras plazas del país, es importante que detenciones como la de Milani no pasen desapercibidas. Y que no sean interpretadas como movidas de tal o cual signo político: de algunos organismos para perjudicar a Mauricio Macri, o del mismo Macri para joder a CFK. Al margen de las especulaciones políticas, que siempre estarán, aquella detención es un logro de la histórica lucha de los familiares afectados por el terrorismo de Estado y debe ser festejada como tal. Las teorías conspirativas de que fue planificada al milímetro para que ocurra tal o cual día, para tapar el escándalo del Correo o disimular la marcha atrás presidencial tras la pésima liquidación de las jubilaciones son eso, meras especulaciones. Y están mal hechas porque en la práctica quieren quitarle brillo a una victoria de los derechos humanos.
Sólo delirantes como Guillermo Moreno, socio de Milani en negocios comerciales y la interna del PJ, pueden fantasear con organizar una marcha por la libertad de los "presos políticos" Milani y Lázaro Báez. No se sabe si incluirían en el petitorio igual reclamo para José F. López, el de los bolsos.
Hay otro silencio que aturde en el caso Milani. El estrépito proviene del macrismo que en esta materia ha sellado sus labios, como la imagen de la enfermera que pide silencio en el hospital. Macri no puede festejar la detención del general porque él y su familia lucraron con la dictadura militar, niegan el genocidio, dicen desconocer la cifra de desaparecidos y en vez de terrorismo de Estado optan por definir la tragedia en términos de "guerra sucia" de ambas partes.
Un gobierno que ha tenido funcionarios ligados directamente al bando represor de aquellos años, y otros como Juan Gómez Centurión que negaron la existencia del plan de exterminio, no pueden hablar del caso Milani porque fueron parte o elogiaron al Proceso de Reorganización Nacional. Y más aún, porque la actual política económica, de total sujeción al capital extranjero y grupos concentrados, apertura indiscriminada de la economía y pérdida de puestos de trabajo en la industria, tiene muchos puntos en común con la de José A. Martínez de Hoz.
En el oficialismo una de las pocas que hizo declaraciones sobre el detenido fue Elisa Carrió. No era la indicada pues fue funcionaria de la dictadura en la Procuración de Justicia de Chaco durante la gobernación del general Antonio Serrano. Cada vez que la matrona de la CC habla de la dictadura se pega sin quererlo un tiro en el pié.

 

Consuelo de tontos.
Las teorías conspirativas no explican la detención del ex jefe del Ejército, pero permitieron desviar un par de días la discusión, cuando soplaba un huracán pegando duro sobre los flancos de Macriluego de los horrores del Correo y el mal cálculo de jubilaciones.
En ambas cosas el presidente tuvo que dar marcha atrás, con un saldo desolador para su imagen pública, sobre todo por el affaire Correo. Y no podrá argumentar que fue una maniobra del kirchnerismo pues el bardo lo armaron su ministro Oscar Aguad, en una ventanilla, y la familia Macri, en la otra. Ellos acordaron que esos intereses de Socma lucraran con un pago que para la fiscal Gabriela Boquín era un escandalosa condonación del 98,84 por ciento de lo adeudado.
El presidente ordenó dar marcha atrás con ese acuerdo tan ventajoso para él, pero el fiscal Juan Pedro Zoni ya ha pedido su imputación y la de Aguad. También hubo retroceso con la liquidación de haberes de la Anses en detrimento de los jubilados, inducida originalmente por el FMI. Recular en ojotas nunca es fácil, sobre todo porque el piso ya estaba resbaladizo por la polémica yrectificación del decreto del feriado del 24 de marzo. Se sumó otro fracaso gubernamental cuando la Asociación Bancaria anunció la homologación del aumento del 24,5 por ciento en paritarias, desconocido por los bancos extranjeros de ABA y el ministro "nacional" Jorge Triaca.
La idea de que Macri gobierna para los ricos ya venía ganando tantísimos adeptos en la consideración pública. Ahora es aún mayor porque los hechos dieron credibilidad a que esos ricos favorecidos incluyen a la familia presidencial, que atiende de los dos lados del mostrador.
Las protestas fueron duras y puras en el ánimo de muchísima gente. Y sin pureza, existieron por parte de muchos amigos políticos del gobierno y también de los medios, preocupados por los daños que esos affaire causan al gobierno y a su propio acompañamiento.
Entre los primeros se puede anotar a Carrió, Julio Cobos y Mario Negri, que pidieron al macrismo no dejarlos tan expuestos como socios menores que van a pura pérdida. Y entre los amigos de los medios de comunicación, a Luis Majul, Marcelo Bonelli, Jorge Lanata, Marcelo Longobardi y Joaquín Morales Solá, que hicieron público su desagrado por tantos yerros del oficialismo. Ellos lo apoyan pero no quieren quedar pegados con tantos escándalos. Al margen de estos oportunismos, es un dato sobre la decrepitud del oficialismo: antes era como un tren lanzado a toda velocidad y hoy parece una vieja locomotora que echa humo y se le desenganchan los vagones de cola..
En ese marco, que Donald Trump lo llamara por teléfono cuatro minutos, con invitación a la Casa Blanca, es sólo un consuelo de tontos.

 


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