Domingo 21 de abril 2024

El recaudador de impuestos

Redaccion 02/05/2020 - 21.38.hs

«Te explico cómo va a ser la cosa: Uno para vos, diecinueve para mí. Porque yo soy el recaudador de impuestos, y vos trabajás sólo para mí». Así empieza «Taxman», la canción de George Harrison que inicia el disco «Revolver» de Los Beatles en 1966. Por esas cosas del endemoniado sistema monetario vigente en Gran Bretaña por entonces -que poco después abandonarían en favor del sistema métrico decimal- la proporción del impuesto a la ganancia no era exactamente del 95 por ciento, pero el lector se hará una idea.

 

Taxman.
Es interesante recordar este testimonio artístico en momentos en que en nuestro país se debate un así llamado «impuesto a la riqueza» (en realidad, todos los impuestos presuponen una manifestación de capacidad contributiva) como si fuera una especie de originalidad argentina.
La verdad es que existen sobrados ejemplos a lo largo de la geografía y la historia, donde con base en un principio básico de justicia, los que más tienen son obligados a pagar más para sostener el Estado de todos y todas. Lo interesante de la canción de Los Beatles es que el impuesto en cuestión no estaba siendo aplicado en una época de guerra o con motivo de una catástrofe natural, era el sistema tributario habitual. No por nada, poco tiempo después los Rolling Stones se transformaron en los primeros «exiliados impositivos» cuando abandonaron el Reino Unido y se radicaron en Francia para evitar la sangría.
En realidad, y como se lo señaló a nuestro presidente la premier alemana hace apenas un par de meses, la originalidad argentina es que los ricos pagan muy pocos impuestos, y eso sin contar todo lo que evaden y mandan a cuevas fiscales. ¿Por qué cree el lector que los ferrocarriles se hicieron con capitales británicos y no con el aporte de los millonarios productores rurales cuya producción había que transportar?
El pobre Harrison, hijo de un chofer de ómnibus, había crecido en una humilde casa de barrio, con «excusado» en el patio. En 1966, ya millonario, se escandalizaba de los impuestos que le cobraba el Estado, sin recordar ya que había sido ese mismo Estado quien construyó y le otorgó una vivienda a sus padres humildes.

 

Cincuenta.
En medio de la pandemia, casi sin pena ni gloria, se acaba de cumplir medio siglo de la separación de Los Beatles, ese hecho cataclísmico que en su momento fue considerado como «un hito crucial en la decadencia del Imperio Británico», aunque se quedaron cortos en la descripción.
Fue un 10 de abril de 1970 que se publicó, en la edición matutina del Daily Mirror, el anuncio de que Paul McCartney abandonaba la banda que había marcado la década de los 60. Y así como hoy los racistas del mundo culpan de todo a los chinos, en aquel entonces la desgracia fue atribuida a una japonesa, que además de ser oriental, era mujer, artista, independiente, y poco dada a mantener la boca cerrada.
Por estos días le preguntaron a McCartney si Los Beatles eran, nomás, mejores que los Rolling Stones, reavivando el River-Boca del rock. El septuagenario Paul arriesgó que, probablemente, la diferencia fuera que, como los Beatles no se limitaban exclusivamente al blues, sino que abrevaban en muchas otras influencias, su producción musical terminó siendo más rica. Y tiene razón. En todo el catálogo de los Rolling Stones no existe nada comparable a «Eleanor Rigby», «Yesterday» o «A day in the life».

 

Bocón.
El cantante de los Stones, Mick Jagger -cuyo rasgo prominente es una gran bocota- no pudo quedarse callado y respondió: «Los Beatles se separaron hace cincuenta años, nosotros seguimos tocando. ¿Cuál es mejor?». Evidentemente, Mick no tuvo clases de lógica en la escuela, o si las tuvo, no prestó mucha atención. Su argumento de que lo que hay ahora es mejor que lo que hubo, a más de representar un ejemplo clásico de falacia, conduciría, por ejemplo, a afirmar que Donald Trump es mejor presidente que John Kennedy, o, ya que estamos, que Franklin Roosevelt o Abraham Lincoln.
La verdad es que, aún sin considerar cuestiones de calidad musical, en sus casi sesenta años de carrera discográfica, los muchachos de Jagger no lograron vencer a los de Liverpool (que duraron poco más de seis) en ninguna categoría. Ni en cantidad de discos vendidos (1200 a 250 millones), ni en simples N° 1 (27 a 6) ni en cantidad de premios Grammy (27 a 4), y la lista continúa. Como el guitarrista Keith Richards, algo más realista, confesó alguna vez: «Los Beatles siempre nos patearon el trasero».
Podrá preguntarse qué relación tiene todo este divague con la pandemia y el impuesto a los ricos, los temas del momento. En el peor de los casos -y a diferencia de la «liberación masiva» de presos, los médicos cubanos «espías» y la «travesía por la democracia» de algunos diputados- se trata de información verdadera y verificable.

 

PETRONIO

 

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