Lunes 06 de mayo 2024

El camino del ridículo y el del aprendizaje

Redacción 06/11/2011 - 04.59.hs

I - El radicalismo y sus socios protagonizaron en la semana un sainete de esos que la prudencia aconseja no frecuentar pues, son difíciles de explicar desde la racionalidad política y difíciles de remontar cuando, como en este caso, rozan el ridículo.
El domingo de las elecciones el conteo del centro de cómputos del Frepam comenzó a registrar una tendencia preocupante para las aspiraciones reeleccionistas de Franscisco Torroba. Cuando los votos contados era poco más de la mitad de los emitidos, el oficialismo comunal comenzó a constatar que el candidato justicialista Luis Larrañaga iniciaba un avance que, con el correr de las mesas, se hacía más evidente y marcaba lo que se conoce como una tendencia difícilmente reversible. Cuando esa diferencia fue de un par de cientos de votos, el propio intendente dio la orden de suspender el conteo para no terminar la jornada electoral con más diferencia y admitió que había perdido. Fue en ese momento, y no antes, que comenzaron los festejos en el bunker peronista donde las caras de preocupación marcaban más una expectativa de final abierto que de triunfo seguro. Pero estaba claro para todos que el Frepam admitía que los votos que se contaban en las mesas no eran favorables al intendente.

 

II - Luego, en el recuento, la justicia electoral y los apoderados de todos los partidos comprobaron que el resultado confirmó que el justicialismo le había ganado por unos cuantos cientos de votos al radicalismo y sus aliados. Solo en una mesa se dio un resultado que indujo a pensar que alguien pudo haber maniobrado las boletas para perjudicar al Frepam sin que el fiscal de esa agrupación lo advirtiera. Eran unas pocas decenas de votos que no modificaban sustancialmente el resultado pero fue aprovechado por un puñado de fogoneros cercanos al intendente perdidoso para lanzar a partir de allí acusaciones de fraude generalizado que no tenían mayor sustento más allá de esa mesa. Sin que se diera mayores precisiones sobre qué cosas sospechaban había ocurrido para lanzar semejante acusación, el fogoneo arrastró un reclamo entre militantes y afiliados para que abrieran todas las urnas. Pero sin más argumentos que su pasión política -que llegó juntar más de medio millar de personas en la plaza-, el pedido fue rechazado por la autoridad

 

III - Está claro que nadie en sus sano juicio puede creer que los votos contados delante de fiscales de los dos partidos que disputaban la intendencia el justicialismo y la verificación de los telegramas con las actas puede esconder un fraude a gran escala. Entonces, ¿qué es lo que impulsa el reclamo irracional de quienes han perdido la intendencia? Responder esta pregunta no puede ser tarea de ingenuos. Esa actitud se le puede perdonar a los militantes radicales y sus socios que pusieron el alma en la campaña y hoy no pueden entender que hayan perdido. Pero no se puede ser ingenuo en juzgar a quienes tratan de patear el tablero democrático de esta forma pues son, sugestivamente, buena parte de los que hoy deberían estar más preocupados en hacer una autocrítica ante propios y extraños sobre las verdaderas causas del pobrísimo resultado electoral del oficialismo comunal antes que andar maliciando trampas sin pruebas.

 

IV - Y así, mientras los que perdieron parecen no haber aprendido de la derrota, el electo intendente parece hacerlo rápido. Sus últimos movimientos políticos parecen dar cuenta de que ha constatado que ahora se terminaron las palabras y los vecinos esperan hechos. Por lo menos eso es lo que puede interpretarse cuando se publica que, luego de irse de boca adelantando una purga en el área de Cultura, -una provocación innecesaria para alguien que a esas horas era el ganador y con su decisión atrasaba el reloj político a los años del primitivo peronismo de "alpargatas si, libros no"-, Larrañaga regresó sobre sus paso y dio un giro de 180 grados: decidió convocar al sector más progresista de su partido para que le ayude con un proyecto cultural para Santa Rosa. De esa forma demostró que aprende rápido que la política, aún la comunal, necesita de consensos internos para gobernar cuando se lo hace desde un partido. También que ganar en una ciudad como Santa Rosa, lo obliga a respetar los límites que sus partidarios -y aún más lo que no lo son, que son mayoría- le señalan como necesarios para evitar rupturas como las que se sufrieron y que nadie quiere reeditar.

 

V - (Dramáticamente, sobre el fin de semana, todos los problemas políticos que afronta y deberá aún afrontar Larrañaga en sus preparativos para la asunción, cedieron paso ante la gravedad inusitada que tomó el accidente de su pequeño hijo herido al caerse de su bicicleta. Trasladado al hospital público, el niño fue operado y no había salido aún de su etapa crítica al escribirse estas líneas). (LVS)

 


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