Sabado 04 de mayo 2024

El magro revival de los sojeros y las cacerolas de teflón

Redacción 03/06/2012 - 06.51.hs

EMILIO MARÍN
Una de las frases más conocidas de Carlos Marx es que la historia se repite dos veces, una como tragedia y otra como comedia o farsa. Y lo que sucedió en la semana en la provincia de Buenos Aires y en parte de la Capital Federal demuestra la vigencia de aquel pensamiento.
Es que la cerril oposición ruralista a pagar módicos impuestos del inmobiliario rural en la zona más rica del país, terminó en una declaración de paro de comercialización de nueve días. Tranqueras adentro sus peones seguirán sudando la gota gorda, de sol a sol.
Mientras tanto, al costado de algunas rutas, pequeños piquetes de sojeros expresaban su indignación con aquella suba en la gabela. En San Pedro, sobre ruta 9, y en Azul, sobre la 3, provocaron breves interrupciones del tránsito.
El jueves y viernes, en paralelo, sus familiares y amigos que viven en Barrio Norte, Recoleta y Belgrano, barrios que se reputan como de gente de buen poder adquisitivo, salieron a cacerolear. Eran las mismas ollas que Ignacio Copani llamó "de teflón", caras, durante el lock out de 2008.
Además de los quejosos por el aumento bonaerense de impuestos también se sumaron los familiares de los represores presos por crímenes de lesa humanidad. En las redes sociales, personajes como Cecilia Pando instaban a protestar contra "la dictadura K".
En Callao y Santa Fe eran 300 personas el jueves y descendieron a 100 la noche siguiente. Por eso les fracasó el intento de llevar el ruido a la Plaza de Mayo, donde iban a amplificar la protesta con la ayuda de los medios monopólicos Clarín-TN y "La Nación". Cayeron por su propio peso y su casi nula capacidad de movilización.
A veces los argentinos parecen idiotas y pueden tener un poco cara de idiotas, pero no son idiotas. En el debate sobre los impuestos bonaerenses, comenzado hace dos semanas con intentos del gobernador de aprobarlos por ley, fueron surgiendo los datos de una posición y la otra.
Daniel Scioli pidió actualizar la valuación fiscal, congelada quince años atrás. Se demostró que el 62 por ciento de los propietarios no sufrirá aumento y los demás deberán oblar una suma mayor que en promedio se estima en el 40 por ciento. De los 46 pesos la hectárea de ahora, tendrán que abonar algo más de 70 pesos. La desvergonzada cúpula agropecuaria no pudo desmentir que la hectárea vale 10.000 dólares pero paga por 270 de la misma moneda. ¿Dónde está "el impuestazo" entonces?
El comunicado de esa cúpula enriquecida afirmó que estaba frente a un "confiscatorio zarpazo fiscal", en tanto el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, decía que era una maniobra "inconstitucional y anti republicana, institucionalmente más grave que la 125". Con mentiras y fundamentos tan sesgados, era lógico suponer que el lock out, los cortes de rutas y el ruido de las cacerolas de Recoleta, auspiciadas por el PRO, serían muy menores.

 

Scioli, de bueno a malo.
Una de las cosas más notables de esta batalla impositiva y política fue que los fuertes productores bonaerenses cambiaron su valoración de Scioli. En general esos círculos siempre tendieron puentes con él y lo estimaron como un potencial aliado suyo, en la tarea de ponerles límites a la presidenta Cristina Fernández. Vieron con simpatía que blanqueara, semanas atrás, sus propias apetencias presidenciales para 2015.
Sin embargo, bastó que el ex motonauta impulsara primero por ley el aumento de impuestos y luego decidiera por decreto el aumento de la valuación fiscal, para que aquellos círculos variaran sustancialmente su punto de vista. Ahora tildan a Scioli de mero "virrey" que recauda para "la reina Cristina", como reiteró el titular de la FAA, Eduardo Buzzi.
Un editorial de "Gaceta Ganadera", el 31 de mayo, apremiaba: "¿a título de qué, pues, el gobernador de Buenos Aires, cuya política ha sido en varios órdenes menos temeraria que la del gobierno central, va a malquistarse con un decreto de su puño y firma con sectores ponderables de la población bonaerense, poniéndose así de espaldas al sano criterio administrativo?". Sonó a advertencia que, de seguir por ese "mal camino", lo pondrían en el índex de los políticos "populistas".
El nivel de cuestionamiento y amenaza al ex amigo Scioli también puede mensurarse de los artículos de Joaquín Morales Solá. Luego de asegurar sin fundamentos que el aumento de impuestos sería de entre 1.700 y el 2.000 por ciento, escribió: "Ninguna sociedad, en la historia de la humanidad, aceptó pasivamente semejante rapacidad por parte del Estado". En suma, el gobernador que antes era piropeado como una buena alternativa al kirchnerismo -incluso se pensó en una fórmula presidencial de centro con Juan M. Urtubey para el 2011- se habría convertido en el peor exponente de la confiscación estatal-populista.
No es que Scioli sea ahora el mejor gobernador. Simplemente, siendo lo que es, creyó que debía cobrar un poco más a los que más tienen, para recaudar unos 2.400 millones de pesos al año que le vendrán muy bien para ir emprolijando las cuentas. Si fuera verdad que tiene un déficit de 10.000 millones de pesos y que no podía pagar en término los sueldos de junio y el medio aguinaldo a los empleados públicos, se deberá concluir que su decisión fue atinada.
Además no le pueden reprochar apresuramiento porque intentó dos veces que la Legislatura sesionara y desde la oposición le negaron el quórum. Luego asumió por decreto la actualización de la valuación fiscal y el resto de la propuesta se votó por mayoría en la Cámara (64 contra 27 en Diputados y 29 contra 15 en el Senado). ¿Qué tienen que reprocharle sus ex amigos de la Mesa de Enlace y los medios monopólicos? El cronista no tiene ninguna simpatía política por Scioli, pero cree que su proceder en esta oportunidad fue irreprochable social y legalmente.

 

¿Pesos o dólares?
Hace ya varias semanas que la cotización del dólar "blue" -que bien debería llamarse "black"- tiene una brecha del 30 por ciento con el dólar oficial.
Los motivos de ese fenómeno difieren según el sector que opine. Para los gurúes de la City, cercanos a las posiciones del capital financiero nacional e internacional, sería la justa reacción "del mercado" frente a desaguisados que cometería el gobierno con sus controles del comercio exterior y otros procedimientos de la AFIP.
Para la administración CFK, se trata de maniobras especulativas de bancos y empresas, que buscan una corrida bancaria y una devaluación importante. Así lo reprochó el viceministro Axel Kicillof, en un alto de su intervención dedicada sobre todo al fin de la intervención en YPF, cuando dio una gran cantidad de datos sobre el plan liquidacionista que los capitales españoles de Repsol habían tenido en la petrolera.
En este tema, ante el silencio de radio del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, las de Kicillof y el jefe de Gabinete, Juan M. Abal Medina en su visita al Congreso, fueron las voces del gobierno. Y ambos negaron la existencia de un plan de pesificación y una eventual devaluación. "Hay que pensar en pesos" dijeron ambos, en sintonía con expresiones similares de la presidenta.
La mayor demanda del billete norteamericano fue acicateada por toda clase de rumores sobre que serían pesificados incluso los depósitos en dólares. Esto dio lugar a la campechana expresión de Kicillof de que es algo que "no tiene gollete". Más gráfico aún, agregó "esto no es 2001".
Es muy posible que el joven viceministro tenga razón en que son los bancos y grandes corporaciones los que motorizan, en última instancia, estos movimientos especulativos con la divisa norteamericana.
Y no estaría mal, piensa este cronista, que hubiera un efectivo plan de pesificación que deje a salvo los depósitos en aquella moneda, pero que obligue a que las transacciones internas, sobre todo inmobiliarias, de turismo, etcétera, sean realizadas exclusivamente en nuestra moneda nacional.
¿Cuál sería el defecto de un plan nacional de esa índole, tan desmentido por voceros del Poder Ejecutivo Nacional? Ninguno. Más aún, despejaría del núcleo de caceroleros politizados y del PRO a algunos honestos indignados por cuestiones domésticas del viaje de la nena de 15 a Disney o la venta del departamento que se le demora.
Estas últimas cuestiones, si bien no son de vida o muerte, deberían ser aprobadas sin tantas trabas ni protocolos de la AFIP, con un par de medidas pesificadoras bien pensadas.
Meter a peces gordos y pequeños en la misma pecera no es la única culpa del oficialismo, además de la inflación. Se sabe que los bancos y multinacionales con casa matriz en Europa y EE UU están pidiendo el sobre-giro de dólares por su severa crisis. Y eso es lo que hay que impedir, pero los resultados no parecen ser los más adecuados.
El otro error es que el gobierno también busca dólares, pero no para atesoramiento personal como lo han chicaneado en Clarín, sino para pagar los vencimientos de la deuda externa. Debe juntar más de 10.000 millones de dólares, que deberían tener un mejor destino, en pesos, en obras y en inversiones para los argentinos, como las que se necesitan en YPF.

 


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