Martes 09 de abril 2024

¿Guerra absurda o un legítimo reclamo contra la usurpación colonial?

Redaccion 06/04/2021 - 21.16.hs

A 39 años de la guerra de Malvinas, continúa el debate sobre si fue una «aventura militar» de una dictadura genocida, o si, producido el desembarco, había que apoyar la recuperación de las islas que, por historia, derecho y geografía, pertenecen a la Argentina.
IRINA SANTESTEBAN
Desde muchos sectores, incluso progresistas, se insiste en calificar al desembarco decidido por la Junta Militar que desgobernaba Argentina desde hacía seis años, como una «absurda y aventurera» maniobra de esos dictadores, para intentar frenar la lucha popular que ya venía despuntando. Tres días antes del desembarco en Malvinas, el 30 de marzo de 1982, la CGT Brasil, bajo la conducción del cervecero Saúl Ubaldini, había convocado a manifestarse a Plaza de Mayo, bajo la consigna «Paz, Pan, Trabajo». Las columnas obreras no pudieron llegar porque fueron salvajemente reprimidas por la Policía Federal, cuando se acercaban al lugar del acto. Centenares de detenidos fue el saldo de esa jornada, que es celebrada como el «comienzo del fin» de la dictadura militar, desde el punto de vista de la lucha obrera y popular.
Sin embargo, serían los propios militares quienes contribuirían a ese final, con el desembarco en Malvinas cuando gobernaba de facto el país la Junta Militar de Leopoldo Fortunato Galtieri, Jorge Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo.

 

¿A quién apoyar?
Que miles de argentinos y argentinas festejaran aquel 2 de abril, en la misma Plaza de Mayo la recuperación de las islas Malvinas, no fue un brote esquizofrénico de las masas sino la expresión de un profundo sentimiento patriótico, que puso por encima la cuestión de la soberanía, a las contradicciones con el gobierno de turno, la dictadura militar-cívica a la que se habían enfrentado en las calles tres días antes.
No es una cuestión menor qué actitud tomar ante el hecho consumado, promovido por una Junta Militar que cometió el enorme error de pensar que en esa guerra tendría el apoyo de los EEUU, a quien había servido tan diligentemente en su lucha «contra el comunismo», asesinando, secuestrando, desapareciendo y deteniendo a miles de militantes populares.
Los gobiernos de América Latina no dudaron en dar un incondicional apoyo a la Argentina en la guerra de Malvinas. Tampoco dudó Fidel Castro, quien al mismo tiempo que asilaba en Cuba a centenares de dirigentes guerrilleros, incluso con una guardería para sus hijos e hijas (bellamente relatado en el documental de Virginia Croatto), recibió al canciller de la dictadura, Nicanor Costa Méndez. El líder cubano apoyó la causa malvinera a la vez que se interesó en conocer la capacidad militar de las tropas en las islas y en particular del comandante Mario Benjamín Menéndez.
¿Se equivocó Fidel? ¿Hizo mal en apoyar lo que algunos califican como «absurda guerra»? ¿O aplicó la máxima del leninismo que distingue entre luchas de liberación reaccionarias o revolucionarias? Para Lenin, una lucha nacionalista puede considerarse revolucionaria, cuando «objetivamente», más allá de quiénes sean sus dirigentes, debilita, socava y/o descompone al enemigo principal, el imperialismo.

 

¿Héroes o víctimas?
Otra controversia en relación a Malvinas gira sobre la definición de sus protagonistas: los hoy denominados ex combatientes. No son todo lo mismo, pues entre ellos hubo oficiales, suboficiales y soldados; también hubo mujeres, jóvenes enfermeras de la Fuerza Aérea que actuaron en un hospital de campaña en Comodoro Rivadavia, invisibilizadas aún más que sus pares.
Y también entre esas diferentes categorías militares hubo enormes diferencias, destacándose los pilotos que atacaban a la flota inglesa con sus aviones Mirage, elogiados hasta por los enemigos por su audacia y efectividad. No fue lo mismo la actitud de otros oficiales y suboficiales que sometieron a los conscriptos a las peores condiciones, como aplicarles tormentos, no proveerles de la ropa adecuada ni el alimento para soportar el frío en las islas. El Centro de Ex Combatientes de las Islas Malvinas (Cecim) ha denunciado por «crímenes de lesa humanidad» a un grupo de oficiales y suboficiales del Ejército por hechos como los estaqueamientos y otras torturas aplicadas a los soldados.
Sobresale el heroísmo de Oscar Ismael Poltronieri, quien con sólo 20 años cubrió él solo, con una ametralladora, la retirada del pelotón en la batalla del monte Dos Hermanas, desoyendo la orden de retirada y permitiendo que sus compañeros se replegaran a zonas más seguras. Gracias a su accionar, salvaron la vida
Poltronieri es un veterano de guerra de Malvinas, y es el único soldado conscripto vivo en recibir la máxima condecoración militar Argentina: la Cruz al Heroico Valor en Combate. Él solo impidió el paso a los británicos, en un accionar que fue reconocido por su heroicidad hasta por los británicos.
También tuvo un destacado papel en la batalla de monte Tumbledown, el día antes de la rendición, cuando guió al pelotón de ingenieros anfibios en un contraataque contra el invasor inglés.
El otro soldado que recibió aquella distinción, Félix Ernesto Aguirre, lamentablemente fue muerto en combate.
Conductas de esta índole, como la de tantos otros héroes anónimos que dejaron su vida en las islas, sólo puede explicarse por un profundo sentimiento nacionalista, de amor a la Patria y de defensa de la soberanía. Así se desprende del relato de los ex combatientes que, aunque fueron silenciados durante muchos años, se organizaron para exigir sus legítimos derechos. Y también para que el reclamo por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas no sea sólo un recordatorio lastimero cada 2 de abril, sino una acción firme de un pueblo que termine con un enclave colonialista como el que ejerce el Reino Unido desde 1833.

 

Afectar intereses.
El año pasado, el Foro Patriótico y Popular publicó una proclama por la recuperación de Malvinas y la defensa de nuestros mares, territorios continentales y proyección antártica, que contempla la «anulación de los oprobiosos Acuerdos de Madrid de octubre de 1989 y febrero de 1990». Este último instrumento, firmado por el canciller Guido Di Tella, durante la presidencia de Carlos Menem, impuso la teoría del «paraguas (británico) de soberanía». El Foro también exigió la derogación de la Ley N° 24.184, de Garantía a las inversiones británicas, de 1991 y de los Acuerdos Malcorra-Duncan y Foradori-Duncan (2017), suscriptos por el gobierno de Mauricio Macri. El FPP considera a todos estos acuerdos firmados con Inglaterra, «un gravísimo retroceso a los intereses soberanos nacionales».
Otra medida para una efectiva recuperación de los derechos soberanos contra el colonialismo inglés, sería la afectación de sus intereses económicos, por ejemplo, conel banco HSBC, o con la expropiación de Shell, la petrolera anglo-holandesa, tan beneficiada durante el gobierno anterior, con su CEO Juan José Aranguren en el ministerio de Energía.

 

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