Sabado 20 de abril 2024

«Hay golpes en la vida, tan fuertes. ¡Yo no sé!»

Redaccion 27/11/2020 - 21.44.hs

FELIPE VIDELA *
Así comienza un bellísimo poema de Cesar Vallejo, que no intentaremos analizar ni explicar dada su inexplicable naturaleza como texto poético, pero del que podemos decir que se refería a esos golpes tan pero tan fuertes para los hombres, sin sentido alguno ni lógica pero que, vaya paradoja, se constituyen en moneda corriente de la lógica sin sentido de la vida, tan maravillosa como terroríficamente inexplicable.
Pero esos golpes, pienso, tienen algo en común con aquellos eventos que nos conmueven con la misma intensidad aunque provocándonos, contrariamente, una inmensa felicidad. Un logro personal largamente buscado, o tantas situaciones del amor que tampoco nos detendremos para analizar y dejamos al criterio y experiencia de cada uno. Personalmente, por ejemplo, aún me conmueve el último acto de la campaña de Alfonsín previo a las elecciones de 1983 y que, entiendo, a una gran mayoría nos hizo pensar y sentir por la democracia un respeto cargado de esperanza luego de la negra noche de la dictadura. Podríamos retroceder más aún y ubicarnos en una Plaza de Mayo de 1945 cuando una multitud de trabajadores reconoció a Perón, se identificó con él y le confirió el lugar de líder indiscutido en el proceso de lucha por reivindicaciones que aparecían tan justas como urgentes, para una sociedad que empezaba a dejar atrás un modelo de país basado en premisas que no contemplaban a ese sector como interlocutor.
Adelantémonos unos años y lleguemos, por ejemplo, al mundial de 1986, adentrándonos ya en el tema que hoy nos conmueve, con Diego Maradona alzando la copa, o el tsunami que nos sacudió con cada uno de los dos goles que les hizo a los ingleses. El genio, el corazón, la técnica, las ganas, la pasión, la picardía, la justicia que cada tanto nos llega… Todo eso junto, la emoción y las lágrimas compartidas por millones de argentinos nos provocaron, sin que nos percatáramos, un fenómeno que creo que se repitió también en esos momentos históricos que mencionamos y que sólo podemos ver y apreciar cuando ya han pasado, el de tiempo detenido. A la distancia podemos hablar de sensación de tiempo detenido, pero en el momento en el que lo vivimos no lo percibimos así, simplemente se impone como presente casi absoluto, excluyente, que deja en suspenso todos los demás aspectos de nuestra vida.
El reloj avanza sin remedio, pero nuestras emociones están centradas en cuestiones que poco tienen que ver con la física, andamos como levitando por sobre cualquier realidad y navegando en aguas que toman la temperatura o la densidad de la vida y la muerte pero también en algo que trasciende a ambas sin que lleguemos a comprenderlo del todo, o quizás nada. La historia de la filosofía, de la literatura, mejor dicho, la filosofía, la literatura y la historia de los procesos en el relato de los hombres están plagadas de mitos, históricos o no, que se refieren al camino de los héroes. De más está decir que el camino de los héroes es el camino de los hombres hacia la muerte, con la salvedad de que estos personajes son tales porque se animaron a vivir o a morir de acuerdo a los designios de sus sueños, sus deseos, convicciones o creencias, o incluso rebelándose ante sus fracasos o debilidades. Aún conscientes de su trágico destino, lo enfrentaron.
¿Existieron estos héroes realmente o los inventamos? Seguramente ambas hipótesis conviven en una sola verdad, los necesitamos tanto como el pan que nos da energía, como la poesía, la épica o cualquier forma del arte que nos ofrece y nos permite acercarnos, no ya a una visión armónica o idílica de la vida, sino a una cierta estética, que no es por supuesto mera forma pero tampoco esencia, es más bien un formato, una visión de lo indefinible, pero también el camino que vamos reconociendo mientras lo transitamos, el río subterráneo que nos lleva y la meta que sólo conoceremos al final, cuando ya no hay retorno, en cierta forma, el camino de los héroes, aquel que cuando pensamos en él nos sobreviene la sensación de tiempo detenido. Desde esta semana, esa sensación vuelve a identificarse con un nombre, Diego Armando Maradona.

 

* Ex gerente de Adira.

 

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