Sabado 30 de marzo 2024

Verbitsky: Inflación y corrida cambiaria, el repertorio desestabilizador

Redaccion 30/08/2020 - 12.40.hs

Un golpe militar es imposible, pero la desestabilización por medio de una corrida cambiaria y un pico inflacionario forma parte del repertorio que manejan las mayores empresas que actúan en el país.
Por Horacio Verbitsky
El ex juez de Avellaneda, Luis Carzoglio, es la fuente de la información sobre un golpe militar que impediría las elecciones del año próximo que mencionó el ex senador Eduardo Duhalde en conversaciones con sindicalistas y políticos, entre ellos el Presidente Alberto Fernández, la Vicepresidenta CFK y el ministro de Defensa Agustín Rossi. Según Duhalde, Carzoglio tiene un cuñado militar, y le adelantó que presidiría el gobierno de facto resultante el retirado teniente coronel Juan José Gómez Centurión, que fue funcionario del gobierno de Macrì y candidato presidencial en 2019, lo mismo que José Luis Espert, que sería su ministro de Economía, y Sergio Berni su jefe de gabinete.
Consultado para esta nota, el ex juez Carzoglio desmintió la parte que lo involucra. Dijo que el único militar de su familia fue su padre, el Comodoro (R) Silvio H. Carzoglio, y que jamás habló con Duhalde sobre ninguna inquietud castrense, si bien «estoy identificado con él en cuanto a que la única salida que le queda al país es la unidad nacional, sueño trunco el 1° de julio de 1974». Ese día murió Juan Perón. Duhalde integra el equipo de defensa de Carzoglio en el jury que se le sigue luego de negarse a firmar una resolución que le entregó redactada la AFI, ordenando la detención de los sindicalistas camioneros Hugo y Pablo Moyano. «Estoy trabajando para volver a la Justicia», dijo Carzoglio, quien fue suspendido en el cargo en agosto de 2019. Como no consiguió conmover a ninguno de sus interlocutores, Duhalde hizo pública su hipótesis, si bien no nombró a Carzoglio y dijo que su fuente había sido «un militar peronista». Lo más probable es que lo haya inventado para llamar la atención sobre su impracticable programa de cogobierno entre peronismo y macrismo.
Espert respondió con humor: una foto suya junto a un cañón de museo y la leyenda «Listo para el golpe». Gómez Centurión apeló a la misma fluidez comunicacional con que participó en el debate presidencial de octubre pasado. «Nos tienen miedo porque el golpe lo vamos a dar en las urnas», escribió con la más desopilante seriedad. Por una vez, Berni eligió la discreción. En las elecciones del 27 de octubre del año pasado, Gómez Centurión obtuvo el 1,7% de los votos válidos emitidos, y Espert el 1,4%.

 

Facultades.
El consenso general, tanto en el oficialismo como en la oposición, es que Duhalde no está en pleno dominio de sus facultades. El mismo recordó que en 2002 vio en la residencia de Olivos un río con pescados que saltaban. El también ex gobernador bonaerense Daniel Scioli contó que un viernes reciente, Duhalde se invitó a su villa La Ñata para jugar al ajedrez, y se quedó todo el fin de semana. El ex senador Jorge Yoma contó que cuando Cristina era Presidenta, él pidió su renuncia en un programa de televisión. Su médico lo llamó y le dio cita, para cambiarle la medicación. El jueves, mientras el Senado discutía la reforma judicial, Duhalde visitó el estudio de América TV y contó que su esposa y sus hijas le preguntaron si estaba bien. Él les contestó que había tenido un flash de comportamiento psicótico y desconexión de la realidad. Aún así, no se privó de insistir con su generoso ofrecimiento de ayudar al gobierno y le recomendó reformar la Constitución para que no sea obligatorio votar año por medio sino cada cuatro años, «como en todo el mundo», y reducir el gabinete de 22 a 3 ministerios. Es inocultable la confusión que vive entre la realidad y sus deseos. Pero eso no quiere decir que sea inmune a la lógica que plantean sectores económicos y políticos que encuentran amplificación en la trifecta comunicacional. Por el contrario, sus extravíos encajan muy bien en ese rompecabezas.

 

Golpes y hay porrazos.
Un golpe militar es imposible, pero la desestabilización por medio de una corrida cambiaria y un pico inflacionario forma parte del repertorio que manejan las mayores empresas que actúan en el país, muchas de ellas interesadas en forzar una devaluación que incrementaría su rentabilidad pero hundiría los salarios, como viene ocurriendo no menos de una vez por década desde hace casi medio siglo. El gobierno sigue con atención cada indicio.
El Presidente se propone reunir al mayor número posible de gobernadorxs, mañana a las seis de la tarde, en el Museo del Bicentenario, para realizar anuncios que conjuren esos riesgos y para que expresen su contento por un acuerdo que les permitirá renegociar en las mejores condiciones las deudas de cada distrito subnacional. También asistirán legisladorxs. Entre quienes anunciaron que faltarán se cuentan los mandatarixs de Santa Cruz, Alicia Kirchner, y Tierra del Fuego, Gustavo Melella, quienes tienen problemas de transporte, y el de Córdoba, Juan Schiaretti, quien por su edad y patologías preexistentes está entre la población de riesgo. Schiaretti además está preocupado porque se contagió uno de los mayores empresarios cordobeses. Como siempre, recién sobre la hora la vicepresidenta decidirá su presencia o ausencia.
El programa que pensó Alberto Fernández y que seguía abierto a modificaciones hasta ayer a la noche, incluye:
-Una presentación breve del presidente, al estilo de la que realizó en Olivos el día en que se dio a conocer la propuesta a los acreedores privados bajo ley externa.
-Doce horas antes, a las 6 de la mañana de la Argentina y 10 de Londres, cerrará el último corte de presentaciones de bonistas. Pese al hermetismo oficial, distintos voceros dejaron trascender que superará el 90%. Pero es aconsejable ser cuidadoso con los boca de urna.
-Luego expondrá el ministro de Economía Martín Guzman. Será una rendición de cuentas de lo realizado desde el 10 de diciembre del año pasado, con dos ejes: la renegociación de la deuda externa y la macroeconomía.
-El ministro no dará números, que quedarán para el presupuesto nacional, cuyo ingreso a la Cámara de Diputados ocurrirá dentro de dos semanas. El mismo 15 de septiembre se cerrará el canje con los acreedores en dólares bajo ley local.
-El esquema expositivo será simple, como le gusta a Guzmán. Tanto, que a veces parece obvio y, pero en realidad es a prueba de periodistas ansiosos: de dónde venimos, qué hicimos y dónde estamos.
-También se referirá a la apertura de las negociaciones con el FMI. Tal vez entonces los fragmentos informativos que se han ido desperdigando en los últimos días se integren en una narración completa.
-La negociación sera dura y larga, no menos de seis meses, calcula el ministro. Hay tiempo para tironeos, porque el primer vencimiento con el Fondo recién ocurrirá dentro de un año. Para Guzmán, lo ideal sería involucrar a la sociedad en el debate, a través del Congreso, pero no es un punto que ya esté decidido.
-El gobierno reclama que el plan lo elabore la Argentina y no el Fondo Monetario, y que la mejora fiscal no provenga de ajustes laborales o previsionales sino de una reforma impositiva que avance sobre los sectores de mayores recursos, los mismos que deberán aportar a la contribución extraordinaria que el viernes ingresó a la Cámara de Diputados, contra todos los incrédulos de su concreción.
-El Cohete sólo se equivocó en la fecha de presentación pero no en su existencia ni su contenido. Hace ya tres décadas, el director del Fondo, Michel Camdessus, dijo en un reportaje concedido a O Estado de San Pablo el 18 de enero de 1990 que «no hay ninguna razón particular para que el precio del ajuste económico recaiga más sobre los pobres. Cuando esto sucede es porque el gobierno lo permite. El gobierno debe pedir más a los privilegiados de la sociedad, porque proteger a los más pobres es la clave del éxito». El de lxs Fernández es el primer gobierno que le toma la palabra, lo cual es apenas un buen punto de partida, porque el Fondo nunca ha sido otra cosa que el auditor de los grandes capitales, y es imaginable que los bonistas presionarán, vía el Tesoro estadounidense, para que la Argentina genere un superávit fiscal que les asegure cobrar sus créditos reestructurados.
-Luego del introito de Guzmán, el Presidente se referirá a la nueva etapa que se inicia, en la que se pondrá el acento en la obra pública y la inversión industrial, con una participación destacada de las provincias, de lo cual hubo un anticipo el viernes con la firma del acuerdo por la Hidrovía.
Los indicadores de recuperación industrial son alentadores para el gobierno. En cambio, es más incierto lo que pueda suceder con el dólar. En las últimas semanas, Guzmán y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, formularon propuestas distintas. Pesce se inclinaba por mayores restricciones a la adquisición de dólares para atesoramiento, Guzmán lo considera contraproducente y confía que el cierre del primer acuerdo con los bonistas modificará la tendencia. En realidad, en los últimos días comenzó a acortarse la brecha entre las distintas cotizaciones porque muchos inversores que compraron bonos los canjearon.
El poder de convicción del Banco Central crecerá con el cierre del canje. La autoridad monetaria también participó en el canje (de la deuda intrasector público) con lo que dispone de unos 1.200 millones de dólares adicionales. Otros 500 millones sumará con la subasta por el Tesoro de los saldos que quedaron atrapados en la curva de rendimiento en pesos de los Botes a la salida de las Lebac y las Leliq. Esto le permitiría una intervención fuerte, capaz de producir un descenso en la cotización de 20 pesos en un día, magnitud suficiente como para hacerle probar a los especuladores la medicina de la incertidumbre que Esteban Bullrich quería recetar a los trabajadores.
Además de la deuda, la clave para el presupuesto reside en la macroeconomía. Es imperioso crecer, para lo cual es preciso encontrar un punto justo de déficit fiscal. Ni tan grande como puede permitírselo Alemania, ni tan exiguo que condene al estancamiento, y exportar más, pero tratando de que las importaciones crezcan con mayor lentitud, cosa que puede lograrse sembrando su camino de obstáculos fiscales y cambiarios. En cuanto a la energía, que ahora entró en la órbita de Guzmán, más importante que exportar es no importar, que es lo que no pudo lograr Julio De Vido en el segundo mandato de Cristina.
La capacidad instalada ociosa permitiría crecer a partir de 2021, en productos no transables. El gobierno divisa un horizonte de un año y medio de crecimiento antes de que vuelva a plantearse la restricción externa.
Pasado mañana será el cierre del canje de los acreedores en dólares bajo legislación local. El 15 de septiembre se enviará al Congreso el Presupuesto para 2021, y el mismo día se conocerá el cierre de la renegociación de la deuda en pesos. Será un presupuesto para la recuperación a partir de dos graves crisis sumadas. El gobierno celebra que no incluirá nuevo endeudamiento en dólares, pero sí en pesos, porque el renacimiento de un mercado de deuda en la moneda propia, es decir la recuperación de una de las funciones del peso, se viene afirmando.

 

Desde el Olimpo.
Muchos se preguntan por qué desde el gobierno reciben y escuchan a Duhalde en forma tan considerada. Recuerdo el relato de una visita médica a un hospital psiquiátrico, donde el director guió a los visitantes explicándoles el funcionamiento de la institución y las patologías que se trataban. Hasta que apareció el verdadero director y afectuosamente palmeó al interno que tan bien había representado su papel y reasumió su rol. Del mismo modo, entre las personas privadas de su libertad hay quienes conocen los códigos penal y procesal mejor que muchos abogados.
Hace años que Duhalde plantea incoherencias, en general autorreferenciales, añorando aquellos meses de principios de siglo, cuando pudo entrar por una ventana del Congreso al despacho del Poder Ejecutivo que le negaron las urnas. Pero lo más notable es la forma en que lo hace, con la misma seguridad del falso médico y del aspirante a abogado.
-Es ridículo pensar que en 2021 va a haber elecciones. ¿Por qué va a haber elecciones? -alardeó en el show de los animales.
Luego dictó cátedra de historia, con la reseña de los golpes de Estado que hubo entre 1930 y 1983, e ilustró a la audiencia con el panorama regional de este momento en Brasil, Bolivia, Chile y Venezuela.
-Quien ignore que hoy el militarismo se está levantando otra vez en América es porque no conoce lo que está pasando -replicó a las objeciones de los entrevistadores, desde el Olimpo de la sabiduría al que solo él accede.
En una entrevista posterior con la radio Diez, ante cada pregunta sobre qué datos sustentaron su anuncio, repetía malhumorado: Ustedes no entienden nada.
En su extenso diálogo con la televisora América comenzó a contar una anécdota sobre Kirchner y Cristina pero en medio del relato miró a sus lados y preguntó:
-¿Dónde estaba yo?
-Sobre Cristina -le recordaron.
-Ah, sí -dijo.
Retomó el hilo y terminó de contar una anécdota intrascendente, al estilo de Eddy Di Vulba, el personaje de Diego Capusotto que cuenta boludeces sobre Maradona.
También refirió un diálogo con Raúl Alfonsín sobre el final del gobierno de Fernando De la Rúa.
-En 1971 -precisó.
El regreso del militarismo en la región es parcialmente cierto. Pero la afirmación duhaldista de que la Argentina es la campeona de las dictaduras militares carece de rigor e historicidad. Una investigación del think tank estadounidense Centre for Systemic Peace (CSP) publicada esta semana en la revista estadounidense The Economist ubica en ese podio a Tailandia. También señala que en el mundo «los golpes militares son menos comunes que hace medio siglo». Para apuntalar su argumento, Duhalde dijo que entre 1930 y 1983 la Argentina padeció 14 dictaduras militares, cuando en realidad hubo seis golpes contra gobiernos electos, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. El resto fueron disputas internas entre generales. Si el cálculo se ciñe a la región, nadie puede disputarle el cetro a Bolivia, que sí sufrió 14 golpes desde 1920 y hoy vive bajo una nueva dictadura con fachada civil.

 

Memoria, Verdad y Justicia.
Además, ya pasó casi medio siglo del último golpe en la Argentina. Lo fundamental que el ex senador bonaerense olvida, tal vez porque nunca lo quiso ni lo valoró, es que el proceso de Memoria, Verdad y Justicia, impulsado por los organismos defensores de los derechos humanos, diferenció a la Argentina y a sus Fuerzas Armadas del resto de la región. Entre los países mencionados, sólo Chile tuvo un remedo de enjuiciamiento de algunos militares, como reflejo del proceso argentino y desencadenado por el juez español Baltazar Garzón cuando ordenó el arresto en Londres del ex dictador Pinochet. Luego de 35 años de juicios, con 995 condenas al 20 de junio de este año, los militares argentinos están vacunados contra la tentación golpista. Todo lo contrario ocurrió en Brasil, donde las Fuerzas Armadas ni siquiera permitieron que Lula y Dilma abrieran los archivos, el movimiento por los derechos humanos es débil y todas las masacres permanecen impunes.
En 1980, la Argentina tenía 28 millones de habitantes. La dictadura desapareció o asesinó en siete años a 30.000 personas según los organismos de derechos humanos, o 9.000 según los defensores vergonzantes de aquel gobierno. El mismo año, Brasil tenía 119 millones de habitantes, entre quienes la Comisión de Muertos y Desaparecidos Políticos estimó que la dictadura provocó en dos décadas 376 víctimas fatales, 136 de ellas desaparecidas. El impacto proporcional de las desapariciones fue así entre 100 y 300 veces menor en Brasil, y diluido en un lapso casi tres veces más extenso. Además, el grueso de las desapariciones se produjo en Araguaia, plena selva amazónica, entre estudiantes de clase media llegados desde San Pablo y otros lugares del país para instalar un foco guerrillero rural, lo cual redujo aún más el efecto social de sus asesinatos. Los militares brasileños pusieron a su economía en una senda hacia el desarrollo y una muy gradual inclusión social mientras sus camaradas argentinos destruyeron la avanzada industria preexistente, desgarraron el homogéneo tejido social y terminaron derrotados en una guerra con Gran Bretaña y los Estados Unidos.
Incluso, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, alineado en forma acrítica con las posiciones de Estados Unidos, acaba de provocar un grave conflicto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, al negarse a firmar la confirmación como Secretario Ejecutivo de Paulo Abrao, quien como secretario de justicia de Brasil encabezó movilizaciones por el juzgamiento de los crímenes de la dictadura, que no dieron resultado.
La reticencia con que las Fuerzas Armadas acogieron la decisión del ex Presidente Maurizio Macrì de involucrarlas una vez más en asuntos de seguridad interior, y el alivio con que recibieron la derogación por el actual gobierno de los decretos que lo disponían, son elocuentes. El 17 de agosto, Joaquín Morales Solá y Luis Brandoni mantuvieron un diálogo que fue mal interpretado. Cuando uno dijo que la democracia era aburrida y el otro que ni sabía quién era el actual jefe del Ejército, a diferencia de los años en que ese jefe militar era «un cacique importante de la política argentina», estaban celebrando la ausencia de los riesgos que Duhalde señalaría días después.
Ese es uno de los cambios más profundos que la sociedad argentina logró desde la conclusión de la dictadura y ni siquiera Macrì pudo deshacerlo, aunque le hubiera gustado.
No está de más recordar que antes de dejar el Poder Ejecutivo, a raíz del asesinato de Maxi Kosteki y Darío Santillán, Duhalde indultó al coronel Mohamed Seineldín y le propuso a Néstor Kirchner que la Corte Suprema cortara todos los procesos por Crímenes de Lesa Humanidad, a lo que el Presidente electo se negó.

 

La trama oculta.
Pero hay una trama oculta del aldabonazo del estadista de Lomas de Zamora.
El miércoles 25 de marzo, Duhalde se presentó sin previo aviso en la residencia de Olivos. El Presidente Alberto Fernández lo recibió cinco minutos. Le contó que estuvo en España y repitió su fascinación con el Pacto de la Moncloa. Por ese acuerdo los trabajadores resignaron ingresos y derechos laborales y la derecha franquista permitió la transición a la democracia. A lo sumo esta situación podría compararse con la que aquí se vivió al concluir la última dictadura, hace casi cuatro décadas, cuando Alfonsín declaró la economía de guerra contra el salario en pago por la tolerancia empresarial para el juicio a Videla, Massera & Cía. Pero no guarda punto de contacto con el presente.
Fernández escuchó con paciencia cuando su visitante le propuso incorporar al gobierno a ministros del PRO, pero le explicó que sostenían posiciones incompatibles con las de su gobierno. Duhalde puso como ejemplo sus acuerdos con Alfonsín, por los cuales designó a dos ministros radicales en su gabinete de emergencia en 2002, Jorge Vanidossi y Horacio Jaunarena. «El que gana gobierna y el que pierde, también», dijo.
En una entrevista en una señal de cable del Grupo Clarín, Duhalde hizo la apología de los grandes empresarios, que a su juicio son los que sacarán adelante al país. Como modelo de empresarios exaltó nada menos que a los difuntos Franco Macrì y Amalia Lacroze de Fortabat, dos especialistas en la extracción de recursos del Estado y la elusión impositiva, es decir aquellas prácticas que antes de la pandemia llevaron al país a una crisis sin precedentes.
En posteriores reuniones con dirigentes sindicales, Duhalde repitió el relato, pero le añadió un complemento inquietante: ese acuerdo con Juntos por el Cambio era la única manera de evitar un golpe en ciernes, propiciado por la oficialidad joven, preocupada por la crisis económica y la presencia del comunismo en el gobierno. Ya en esos encuentros mencionó como fuente al ex juez Carzoglio, quien según dijo tiene un cuñado militar, y le adelantó que presidiría el gobierno de facto Gómez Centurión, su ministro de Economía sería José Luis Espert, y Berni jefe de gabinete. Así lo confirmó para esta nota uno de los principales dirigentes de la CGT, a quien Duhalde se lo planteó con nombres y apellidos.
En una nueva visita le dijo lo mismo a Fernández, quien trató de tranquilizarlo. El Presidente le preguntó de dónde sacaba su temor de que la crisis económica desembocara en lo que luego públicamente denominaría un proceso anárquico con olor a sangre. Duhalde respondió que tenía constantes reuniones por Zoom con compañeros peronistas, que le contaban de ese malestar y le decían que el gobierno debía desembarazarse de Cristina, que era un factor de inestabilidad.
El Presidente le dijo que, por el contrario, Cristina aseguraba la estabilidad del gobierno. Duhalde aclaró que lo que había mencionado no era su opinión, sino la de esos compañeros. Entre los asistentes mencionados, Fernández retuvo el nombre de Daniel Chicho Basile, uno de los laderos históricos de Duhalde. Es el mismo libreto que durante el anterior gobierno interpretó Miguel Angel Pichetto cuando aún formaba parte del justicialismo. Un mes antes de las elecciones de octubre de 2017, Pichetto asistió a una cena organizada por Duhalde, con el objetivo de reinventar un peronismo conciliador con el gobierno e impedir el avance de Cristina y la Unidad Ciudadana. Además de Basile asistieron algunos ministros del interinato de Duhalde, como Alfredo Atanassoff y Miguel Toma. Pichetto planteó allí la «reconciliación con las Fuerzas Armadas» y compartió el discurso de Patricia Bullrich sobre los mapuches como una fuerza terrorista con lazos internacionales.

 

Usos y abusos.
Insatisfecho ante la falta de eco de sus planteos, porque se enoja cuando lo contrarían, el ex senador le contó la misma historia por teléfono a la Vicepresidenta. CFK le sugirió que se lo transmitiera al ministro de Defensa Agustín Rossi, con quien lo puso en contacto. El ex Chivo lo recibió y le dijo que eso era imposible, cosa que ratificó luego de una consulta con los mandos militares. Lejos de conformarse, Duhalde decidió entonces hacer público su planteo y comenzó la recorrida por televisoras y radios.
Estos son los hechos en torno del ex líder democristiano de Lomas de Zamora.
Sectores de la oposición política y de la trifecta mediática utilizaron la manifestación psiquiátrica de Duhalde como combustible para su intento de acoso y derribo del gobierno nacional. Un portal atribuyó la movilización contra los proyectos que trató el Senado el jueves 27 a «grupos vinculados al mundo de la Justicia y la vida rural». Otro informó que Maurizio Macrì «sigue de cerca el debate por la reforma judicial», lo cual es una contradicción ostensible con su permanencia en Zurich donde jugó un picado de fútbol. La parvedad de la vigilia del miércoles fue atribuida a la lluvia y Crónica TV ironizó «Santa Rosa es peronista». Pero el jueves fue uno de los días más soleados y agradables del invierno y sólo unos pocos centenares de personas se presentaron frente al Congreso, donde la policía de la Ciudad había retirado las vallas a solicitud de Cristina.
Ni esta disposición conciliatoria ni el escaso número de asistentes, en su mayoría mujeres grandes, impidieron que un periodista recibiera una paliza. Y Eduardo Prestofelippo, un militante cordobés del partido libertario de Espert y Ricardo López Murphy, amenazó de muerte a CFK. «No vas a salir viva de este estallido social» y «Te queda poco tiempo», escribió.
Esto coincide con el vaticinio del ex senador Ernesto Sanz de que todo estallaría por los aires y que luego de apenas ocho meses ya estaban soplando en la nuca del peronismo, expresión propia de un violador.
Es poco discutible que las urgencias sanitarias, económicas y sociales son más apremiantes que los cambios en la organización judicial. Pero esto vale tanto para el proyecto oficial como para el rechazo de PRO, la UCR y la Coalición Cívica Libertadora. A favor o en contra, el tema no es pasión de multitudes. Diez días después de la furibunda marcha del 17 de agosto, la oposición bajó el tono, como si hubiera advertido que no le conviene levantar las piedras para que salgan a luz todos los bichos que se reproducen en la oscuridad. No sólo fue raquítico el convocado abrazo al Congreso. Tampoco los discursos de los senadores de la oposición fueron muy apasionados, salvo escasas excepciones.
El viernes, el Presidente firmó en Santa Fe, acompañado por siete gobernadores, el Acuerdo Federal de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Mañana con los mencionados anuncios económicos, el miércoles con la presentación de nuevas inversiones en patrulleros, armas y personal para la provincia de Buenos Aires (según la discutible idea de que más policías equivalen a mayor seguridad) proseguirá con su agenda propia, indiferente a los alaridos de la oposición política y mediática.
Por las dudas, una gran impulsora de la hidrovía es CFK.

 

Foto: elintransigente.com

 

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