Martes 19 de marzo 2024

La metamorfosis opositora

Redaccion 16/01/2021 - 21.37.hs

El macrismo pasó de gobierno a oposición, Mauricio Macri pasó de la peor gestión en educación a preocuparse por las clases presenciales, Carolina Píparo mutó de víctima a verdugo y el radicalismo tucumano pegó el salto mortal desde los juicios de Alfonsín a aliarse ahora con el bussismo de los genocidas. La metamorfosis kafkiana de los conservadores argentinos.
Es el ex presidente que no construyó escuelas ni hospitales y redujo drásticamente los presupuestos. Es chistoso que Macri quiera dar clase en temas que nunca le importaron. Siguen sin importarle. El objetivo de sus declaraciones es más primario: su esqueleto comunicacional detecta preocupaciones básicas para proponer salidas demagógicas que rompan los marcos de responsabilidad social.
La declaración de Macri no es ingenua: busca hacer impacto en una preocupación real que se complica con otras dinámicas familiares. Pero las respuestas a estas problemáticas en medio de la pandemia son complejas y requieren paciencia y algunas concesiones. Como dice el macrismo, las libertades están restringidas, pero no por una dictadura humana, sino por la dictadura del virus.

 

El caso Píparo.

 

El caso de Carolina Píparo y su esposo tiene la intensidad oscura de una tragedia griega. La elaboración de su drama personal, al ser herida en un asalto bancario y perder un embarazo avanzado, la fue convirtiendo en Némesis de la justicia por mano propia, vocera y defensora del deseo de venganza como forma de justicia. Y ese deseo la lleva a convertirse en el odiado responsable de su dolor. Aunque ella no estuviera al volante, el relato del hecho se sostiene en esa furia vengativa que ella proclama. Y esa proclama es responsable de la tragedia de los dos inocentes que fueron atropellados y abandonados por su esposo, al que ella acompañaba, según ella misma relató.
La idea de justicia por mano propia o como acto de venganza justiciera por parte de la víctima necesitaba un drama como el de Píparo para justificarse. Ella lo convirtió en argumento electoral de Juntos por el Cambio. Así llegó a diputada provincial y aspirante a reemplazar a Julio Garro en la intendencia de La Plata.
Ella quiso encarnar la necesidad de mano dura, quiso que su historia sirviera para justificar la idea de justicia como venganza justiciera para las víctimas. Pero los caminos de Dios son insondables, dirían los creyentes. Un giro vertiginoso de la vida, el misterio, la convirtió en exactamente lo contrario, al proyectarla como ejemplo de que la justicia no puede ser venganza ni ejecutada por mano propia.
Ensimismada en su propio dolor, la mujer no termina de tomar conciencia del dolor que ha provocado a los chicos atropellados, que podrían haber muerto, y a sus familias. No hubo palabras de arrepentimiento. No hubo reconocimiento de culpas, ni disculpas públicas por el dolor que ha causado, sin hablar del que causa con su prédica, que replica por mil la tragedia de los pibes atropellados.
Si su dolor fue terrible, es incapaz de reconocer que ella provocó injustamente el dolor en otros. No hay piedad por las víctimas. Solamente puede reconocer su dolor, incluso como mal consejero. Resulta paradójico, porque se desempeña ad honorem como directora de Asistencia a la Víctima de la intendencia de la ciudad de La Plata, gobernada por el macrismo.

 

Derechización.

 

Uno de los mayores actos de valentía política en esta transición democrática fue la decisión de Raúl Alfonsín de juzgar a los ex comandantes militares, cuando apenas había asumido y todavía el respaldo a la dictadura era mayoritario en las Fuerzas Armadas. El radicalismo tucumano, representado por los intendentes de Yerba Buena, Mariano Campero, y de Concepción, Roberto Sánchez, dio el salto de esa tradición y arregló una alianza con Ricardo Bussi, hijo del genocida y ex gobernador.
Tucumán tiene su propio perfil, con internas que muchas veces no se condicen con el escenario nacional. La alianza de Cambiemos con el bussismo fue respaldada por Alfonso Prat Gay, que aspira a una candidatura por ese distrito y provocó el alejamiento de un sector del peronismo referenciado en el intendente de la capital provincial, Germán Alfaro, enfrentado al gobernador Juan Manzur.
El juego de alianzas en los partidos políticos tiene más vueltas que el caracol y supuestamente todo se permite. Pero en este caso simboliza el proceso de derechización que inició el radicalismo en su alianza con el macrismo, y el abandono, en este caso por parte de importantes dirigentes tucumanos, de sus banderas éticas más sentidas, como la defensa de los derechos humanos y el repudio a las dictaduras. (Por Luis Bruschtein, extractado de Página 12)

 


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