Jueves 11 de abril 2024

La Pampa, como David, en busca de una piedra

Redacción 21/01/2018 - 00.42.hs

I - En 1947, cuando el proyecto de desarrollo nacional del peronismo cortó el Atuel y sacrificó el entonces Territorio de La Pampa Central al interés mendocino de desarrollar las áreas cercanas al río Atuel en la provincia de Mendoza para hacer allí un polo productivo frutihortícola y de producción vitivinícola, los pampeanos no tuvimos forma de defendernos por la sencilla razón de que no teníamos representación política provincial: no éramos una provincia. La Pampa era en ese entonces un territorio nacional y los gobernadores, aunque tenían título de tales, eran empleados del Ministerio del Interior de la Nación que obedecían las órdenes que les daba el ministerio y poco y nada tenían de poder. Había aquí en La Pampa mucho más poder político e independencia en los intendentes electos que, por serlo, respondían directamente a los intereses de los vecinos de los pueblos que los había ungido. Pero no solo eso, los intendentes tenían más poder económico que el gobernador porque eran ellos los que cobraban, por ejemplo, el impuesto inmobiliario (llamado entonces contribución territorial) y el impuesto a los vehículos cuyas patentes expedían.

 

II - El gobernador era casi una figura decorativa, protocolar, delegado de un poder nacional real al que obedecían. Así fue que en 1947, los pampeanos fuimos despojados de nuestro río Atuel que entraba en varios brazos a La Pampa, uno de ellos el único que hoy sobrevive, conocido como el "arroyo de la Barda". El Oeste pampeano quedó desde entonces condenado a una desertificación creciente, al éxodo de sus pobladores, a la ruina económica de las explotaciones, el comercio, los servicios que daban vida a esa porción de territorio que fue así condenada a la muerte por inanición.

 

III - La pérdida del río marcó a la provincia que nacería pocos años después, en la década del 50, devaluada, con su territorio marcado por ese gran tajo que atravesaba el oeste de norte a sur y era la prueba del despojo y la desertificación. Los años que siguieron le indicaron a los pampeanos que, aunque era provincia y sin distinción de quien ostentara el poder político, la Nación siguió tratándola como un patio trasero, como una zona de sacrificio nacional. Un área del centro del país, donde solo un tercio de ese territorio, el tercio este, era capaz de tener una función productiva, ya sea a través de cosechas de granos o de la cría de ganado mientras que más de la mitad del territorio, al oeste, estaba condenada a una economía de subsistencia sostenida tozudamente por sus pobladores, que resistieron en los puestos esa sentencia de muerte que fue el corte del río.

 

IV - La provincia no atinó, durante años, a articular una forma de revertir esa injusta decisión, esa condena que le había impuesto la Nación y la provincia de Mendoza. Así fue pese a lograr un fallo favor en 1987, donde la propia Corte Suprema de Justicia declaraba al río interprovincial y que debía devolvérsele a La Pampa un caudal fluviecológico. (Setenta años después, La Pampa no ha logrado revertir aquella decisión de 1947. El segundo juicio, ahora, nos está dando más posibilidades porque ha cambiado la jurisprudencia nacional, el derecho internacional y el derecho al acceso al agua, a un medio ambiente sano, ha impulsado una medida previa a la sentencia de la Corte que ha obligado a Mendoza a sentarse con La Pampa para establecer ese caudal).

 

V -Ahora el presidente Macri, con su laudo a favor de Portezuelo, acaba de plantar las bases para construir otro "Nihuil" en el Colorado, el único río en que podíamos tener cierta certeza de que podíamos iniciar allí actividades productivas. La Nación confirma así que nos sigue considerando un patio trasero, como si aún fuéramos un territorio. El silencio cómplice de sus representantes políticos aquí demuestran, además, que hay todavía en la dirigencia pampeana quienes piensan a la provincia de La Pampa como un simple territorio y se piensan a sí mismos como aquellos empleados del Ministerio del Interior que venían, con el engañoso título de gobernadores, a cumplir órdenes de la Nación.

 

VI - La diferencia de esta decisión con aquélla del nefasto 1947 es que los pampeanos no estamos hoy indefensos en un territorio sin autoridades.
Por suerte para los pampeanos, este nuevo intento de robarnos un río nos encuentra hoy en una posición mucho más fuerte que la que teníamos en 1947. Como el David bíblico, nos sabemos en inferioridad de condiciones ante el intento de la Nación y Mendoza que, como el gigante Goliat quiere terminar la tarea de arruinar a nuestra provincia en aras de su plan de concentración de la riqueza. Pero como el David, estamos buscando la piedra que sabemos será capaz de voltear el nuevo intento. (LVS)

 

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