Lunes 25 de marzo 2024

La distancia con París 1920 y una diferencia

Redacción 31/03/2015 - 03.32.hs

Señor Director:
Sigo el eco de actividades culturales que se desarrollan en Buenos Aires, en Tecnópolis y en provincias y me digo que alguien, dentro de algunos años, podría escribir que "Argentina era una fiesta".
Ese título es el de un libro de Ernest Hemingway que conocí antes de leerlo y que, luego, al leerlo, advertí que se trataba de unos recuerdos juveniles del autor. Hemingway llegó a París con su primera esposa en 1920, con una edad de poco más de veinte años, para encontrarse allí con lo que se llamaría "la generación perdida" (Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, Ezra Pound, entre otros): generación de entre dos guerras mundiales, escritores y poetas que iniciaban su propia historia. Ernest había estado en Europa en la I Guerra como voluntario de la Cruz Roja y regresó herido a su país. En l956 habría de retornar a París con su cuarta esposa y allí se alojó en el hotel Ritz, donde le recordaron que treinta años antes había dejado unos baúles. En ellos estaban sus apuntes de 1920 y creyó que debía utilizarlos. Trabajó en el libro durante sus últimos años y no llegó a terminarlo. Fue publicado en 1966, cinco años después de su suicidio: A moveable feast; en nuestra lengua París era una fiesta.
Cuando leo noticias de nuestra actividad cultural me viene esa frase, aunque no tardo en notar que las circunstancias son diferentes. Lo que se ha estado haciendo desde Educación y desde otros sectores del gobierno nacional por reconstruir el país que ha querido ser luego de la dictadura y que insiste en ser desde entonces, es mucho y valioso, como alguna vez se podrá reconocer (la enconada lucha política actual lo niega o lo menosprecia). La demorada creación del Ministerio de Cultura, con Teresa Parodi y Ricardo Forster, ha incrementado el quehacer de Educación y del ministerio de Ciencias (Tecnópolis), encaminado a despertar el interés por el conocimiento científico y volver a confiar en nuestra capacidad como pueblo. En estos días, cuando se aproxima una nueva edición de la Feria Internacional del Libro, vemos el andar de poetas y escritores que salen a recorrer el país para leer y comentar con alumnos y jóvenes: leer todo y sobre todo, porque se retorna a la confianza de la lectura como llave que abre el espíritu individual y las puertas de un futuro más poblado de voces y talentos que hallen un escenario que los convoca. El Encuentro Nacional de la Palabra busca romper el silencio generado por los miedos y el recelo de la propia capacidad que resultó del retroceso de los años '90. Las nuevas jornadas de los Derechos Humanos en relación con la recordación de las víctimas de los oscuros años '70, que han dado lugar a que se congregara una multitud impensada en la plaza de Mayo y el espacio hasta la 9 de Julio, con la presencia de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, así como de hijos recuperados, ya ellos con sus propios hijos. Y las II Jornadas de Poesía, concebidas para romper el cepo que condiciona a los poetas y los distancia del pueblo lector. El programa que lleva el nombre de Juan Gelman edita libros de poesía. Ya lleva publicados 12.000 títulos con cerca del millón de ejemplares. El ministro Sileoni recuerda que las ediciones de poesía rara vez pasaban de 500 ejemplares, de los cuales las librerías devolvían la mitad, y ahora están llegando gratis a jóvenes y niños de todo el país para restablecer el corredor virtuoso entre el creador y el que se abre a la vida. Ya suman 300 mil niños del país los que han podido llegar a Tecnópolis para conectarse con un mundo que no es de fantasía ni de distracción, sino incitador y disparador de capacidades.
En el París de 1920 se percibía la sombra de una guerra extremadamente cruel (trincheras, gases), pero se marchaba hacia otra guerra sin trincheras pero con campos de concentración y bombas cada vez más destructoras hasta su final atómico. Nosotros preparamos un futuro que queremos equitativo y fecundo.
Atentamente:
JOTAVE

 


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