La errónea estrategia de mostrar sólo lo que se ve

Las palabras del subsecretario de Abordaje de las Adicciones sonaron tajantes, quizá con la sinceridad que algunos funcionarios no se atreven a mostrar frente a un micrófono. El ámbito era otro: una sala de comisión de la Legislatura provincial, donde es más difícil ocultar información o expresar verdades a medias. En ese contexto, el funcionario afirmó que el principal problema en La Pampa en adicciones es el alcohol, que la droga está en todos los pueblos, que la franja etárea de mayor riesgo es la de los jóvenes de 16 a 18 años no escolarizados y desempleados, y que faltan "espacios deportivos" para contenerlos.
Un trabajo realizado el año pasado por la Comisión Nacional sobre Alcoholismo reveló que en La Pampa el 30 por ciento de los adolescentes abusa del alcohol, duplicando los índices de hace una década. A su vez, una encuesta de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico demostró que el 27 por ciento de los jóvenes se emborracha al menos una vez al mes.
Hay otras estadísticas provinciales que señalaron que el 13 por ciento de las consultas en las guardias de los hospitales de Santa Rosa, General Pico y General Acha son por problemas de alcohol y que el 73 por ciento de las causas ligadas a causas externas (violencia familiar y accidentes domésticos y/o de tránsito) también están relacionadas con ese flagelo. Hace poco tiempo hubo un relevamiento en el Plan 5.000 de Santa Rosa realizado por un centro socialista que determinó la presencia de la misma problemática entre los adolescentes de esa zona de la ciudad.
Hoy el alcoholismo ya no es visto como un simple exceso, sino como una enfermedad compleja, a tal punto que en La Pampa, siempre de acuerdo a esos trabajos, hay unas 10.000 personas que son tomadores compulsivos y alcohólicos-dependientes.
Ni para reducir los índices de alcohol ni de consumo de estupefacientes se han visto campañas masivas, activas y preventivas, un mecanismo idóneo para intentar afrontar esas problemáticas. Los gobiernos pampeanos han preferido destinar las pautas publicitarias a remarcar la construcción de viviendas o pavimentaciones de calles o rutas, o adquisición de aparatología, es decir obras que por lo tanto, se ven, y pueden ser utilizadas para su promoción.
Pero existe otra frase del funcionario que pasó inadvertida y tiene relación con la falta de espacios deportivos para los jóvenes. Eso está asociado al desinterés gubernamental por ese área, más allá de los esfuerzos que puedan realizarse desde la dirección específica. Aquí también se busca el efecto y no la causa, con mucha difusión, por ejemplo, de los Juegos de la Araucanía, algunos homenajes a deportistas destacados, y subsidios y aportes varios a clubes "bancados" por sus relaciones partidarias.
¿Por qué no colaborar con la infraestructura de los clubes, entidades sin fines de lucro que contienen a miles de jóvenes, a sabiendas que esas obras durarán décadas? ¿Por qué no ayudar con más énfasis a instituciones del interior provincial antes que fomentar la aparición de otras, especialmente en Santa Rosa, que duran un puñado de años y desaparecen? ¿Por qué no trazar una política deportiva con objetivos prioritarios y respetarlos a rajatabla?
A veces resulta insultante, más allá de que hagan al crecimiento de la ciudad, ver los cientos de millones destinados a un autódromo, que ahora están bajo sospecha, y a un megaestadio que lleva más de cuatro años de atraso, de gastos que siguen sumando, y que se desconoce si será inaugurado antes de que haya un nuevo gobernador.
Las soluciones para cuestiones complejas, como las resaltadas, a veces requieren de pasos cortos y simples, y más de recursos humanos que económicos. Pero si se mantiene la mirada sesgada de poner el esfuerzo en trabajar sólo en lo que se puede mostrar, será más difícil conseguir que la población joven, el futuro de la provincia, elija caminos que conducen a un mejor bienestar personal.