Viernes 29 de marzo 2024

La industria cae y pifian feo Cristina y aliados sindicales

Redacción 03/06/2014 - 04.21.hs

El conflicto en Gestamp ha destapado la grave situación de la industria automotriz y metal mecánica. Junto con los
problemas objetivos está la cuestión política. La presidenta y sus aliados del Smata no proponen soluciones sino confrontación.
EMILIO MARIN
Luego de producido el lamentable deceso de su esposo, la primera actividad oficial de la presidenta Cristina Fernández fue en Renault de Córdoba, el 2 de noviembre de 2010, con motivo del lanzamiento de un nuevo modelo de esa marca del rombo. Allí la presidenta reiteró su esperanza en la industria automotriz, en llegar al millón de autos anuales y reivindicó la "ayuda" de 500 millones de pesos dados al sector. La aplaudieron el titular de la firma, Dominique Maciet, el entonces gobernador Juan Schiaretti, el burócrata de Smata nacional Ricardo Pignanelli y, entre los invitados especiales, José Manuel de la Sota.
Han pasado casi cuatro años y el panorama es diferente. Luego de haber producido en 2013 unos 800.000 vehículos, este año habrá 150.000 o 200.000 menos, dependiendo de cómo siga la caída hasta fin de 2014. Hasta ahora, según la medición de FIEL, hubo una merma del 16,9 por ciento en la producción.
Esas sumas y restas también las hacen los gremios involucrados. Debe ser por eso que Pignanelli declaró hace días que tiene "una calentura perra"; sin embargo este "Gordo" de la CGT tiende a enojarse con parte de los trabajadores y no con las terminales. Las once empresas agrupadas en Adefa son extranjeras. Y el Smata cultiva con éstas "relaciones carnales" desde tiempos de Dick Kloosterman y José Rodríguez hasta hoy.
Las empresas de Córdoba, junto con las de Buenos Aires las mayores de la plaza, acumulaban hasta el 25 de mayo 50 días de suspensiones, con centro en Iveco, Fiat y Renault. En Buenos Aires el parate afectó a Volkswagen, Ford, Peugeot-Citroën y otras plantas. Esa corriente negativa irrumpió aguas abajo, hacia las autopartistas, pertenecientes al ramo metalúrgico y afiliados a la UOM.
Eso dio lugar al paro del 28 de mayo de la UOM Córdoba, que denunció 200 despidos desde comienzos de año. La mayor parte fue en Montich, de capitales brasileños, y en Weatherford, una estadounidense radicada en Río Tercero.
La explicación gubernamental es que la causa central del problema es la baja de ventas por el mercado brasileño. Esa es una de las explicaciones, pero también hay otras, como la suba de los precios de los autos en el mercado interno, tras la devaluación, y el encarecimiento de los créditos para comprarlos. Y allí ya se está frente a una responsabilidad compartida, entre las terminales y concesionarias, de una parte, y el gobierno nacional, de la otra.

 

Suspensiones al por mayor.
La cuestión no es exclusiva de la producción de autos, que resalta por su condición de "boom" que tuvo con Menem-Cavallo en 1994 y más recientemente con los Kirchner. La industria en general viene teniendo una performance entre floja y decepcionante, pues retrocedió en los últimos nueve meses, partiendo de agosto de 2013 hasta abril de 2014. Con los datos aún no procesados se puede apostar que la cuenta negativa se estirará a diez meses, contando mayo.
Si se tratara de un gobierno neoliberal clásico, muy pendiente de la valorización financiera y de lo que diga la Mesa de Enlace, tales resultados declinantes de la industria no tendrían tanta relevancia. Con el gobierno de Cristina, que siempre propendió al alza industrial como motor de la producción, el trabajo y el consumo, de exportaciones con valor agregado, etc, sí es un asunto serio.
Sin embargo el gobierno no parece tomar nota de la gravedad. Sigue haciendo propaganda con que el índice de desempleo es del 7,1 por ciento, habiendo mejorado 0.9 por ciento en el primer trimestre respecto a igual lapso del 2013.
Por lo que exhibe ese registro del Indec de 32 aglomerados del país y lo que puede estar ocultando, se extraen algunas conclusiones políticas. Es preocupante lo del gran Córdoba, que ocupa el penúltimo lugar de la tabla, cercano a descenso, con 9,1 por ciento de desempleo, sólo superado por gran Catamarca con el 9,4. Y en el podio del pleno empleo aparece el Gran Resistencia, con 0,4 por ciento, que sólo debe creerlo la familia del gobernador en uso de licencia, Jorge Capitanich. ¿Cero por ciento de desempleo en la capital de Chaco?

 

Gruesos nubarrones.
En la industria automotriz hay unos 15.000 suspendidos, que perciben entre el 65 y 70 por ciento del salario. Todos los popes de Adefa representan a multinacionales como Fiat, Ford, General Motors, Honda, Iveco, Mercedes, Renault, Scania, Peugeot, Toyota y Volkswagen. Su actual titular es Enrique Alemañy, de Ford para Argentina y Chile. El inefable Cristiano Rattazzi, de Fiat, que se reporta a la oposición política más conservadora y Clarín, es el secretario.
Esas autoridades le han prometido a Pignanelli y a Antonio Caló, de la UOM, que hasta este mes no van a producir despidos, "sólo" suspensiones. Después no saben o no quieren decirlo: empezarán los despidos a menos que el gobierno nacional los retribuya con subsidios y créditos que, comparados con los concedidos en el programa del Bicentenario, serán mucho mayores. De lo contrario despedirán y echarán la culpa al gobierno local y al brasileño; uno se está yendo no de la mejor manera y otro que quiere reelegir a Dilma Rousseff.
El rebote negativo hacia el autopartismo se hace sentir. Las cuentas difieren según quién las haga. El ministro de Trabajo de De la Sota, Adrián Brito, manifestó que "sólo hay 35 procedimientos preventivos de crisis" en la provincia. En el aniversario de la Cámara de Industriales Metalúrgicos de "La Docta", su flamante titular Isabel Martínez dijo que sólo de su sector eran 27. Y que había 155 empresas con problemas de cierta gravedad.
Sean 27, 35 o 155, es indudable que hay caída de ventas y menor producción y trabajo, por el enfriamiento de la economía, aumentos de precios, devaluación, altas tasas de interés, peso de los monopolios, Brasil, etc.
Sin ser generalizadas, hay más noticias desalentadoras, como las de Cencosud, que informó de un recorte de 1.150 puestos de trabajo en Disco, Jumbo, Vea y Easy.

 

Pifia de la presidenta.
Frente a circunstancias adversas como suspensiones y despidos, pero también ante negativas patronales y/o gubernamentales a otorgar aumentos salariales para capear los índices inflacionarios, o por demandas de blanquear personal contratado o en negro incluso en el Estado, empiezan a producirse huelgas, manifestaciones, ocupaciones de lugares de trabajo, cortes de rutas, carpas, huelgas de hambre, etc.
Ese movimiento no es obra de Hugo Moyano ni de otro dirigente sindical, menos de quienes están en la categoría de más desprestigiados, como Luis Barrionuevo y los "Gordos". Es un fenómeno objetivo que no depende incluso de lo que digan o hagan las camadas de dirigentes gremiales más combativos, aunque por supuesto éstos sintonizan más con la tendencia y pueden crecer a su compás.
Este es el primer punto donde se advierte la desorientación del gobierno K. No entiende que pese a los muchos logros de estos años, por caso la undécima negociación paritaria para los gremios, hay muchas asignaturas pendientes. La principal de hoy es frenar la inflación y dejar la terapia de un ajuste que achica la economía y el empleo.
En vez de revisar ese giro hacia el ajuste y la derecha, políticamente hablando, la presidenta embiste contra casi toda la dirigencia sindical. Hay varios, como los nombrados de las tres CGT, que se hacen merecedores de ese topetazo, con una condición sine qua non que la mandataria no cumple: admitir que muchos reclamos esgrimidos son justos, al margen de esos nefastos personajes.
Y el segundo error, garrafal, es que la presidenta ha atacado a los trabajadores en conflicto, por ejemplo a los de Gestamp. La empresa de capitales españoles ubicada en Escobar despidió a 69 obreros y éstos tomaron la planta, hasta lograr una conciliación obligatoria del gobierno de Daniel Scioli, que no quería reprimir tal como lo urgían la presidenta y la ministra de Industria.
Dijo CFK el 31 de mayo: "Tenemos una fábrica en la provincia de Buenos Aires tomada por nueve trabajadores que impiden el trabajo de miles de argentinos. Les pido a las autoridades que se hagan cargo del problema y lo resuelvan, y a los trabajadores que cuiden las fuentes de trabajo".
Eso fue pifiar feo y echarle la culpa a las víctimas del problema, apremiando a Scioli para que desaloje policialmente la planta.
Una vez que ella habló, el que vio "luz verde" y vomitó su pensamiento de ultraderecha fue Pignanelli. Sostuvo que "ya no se trata de un conflicto gremial sino que ya debería haber sido tomado como un delito; estamos esperando que desalojen la fábrica y empezaremos a laburar mañana, siembre y cuando tengamos las garantías". ¿Policía yo?
El anticomunismo se le desbordó al titular del Smata: "¿qué tiene que hacer el Partido Obrero en la puerta de una fábrica, que tiene que hacer la nieta de los desaparecidos en la puerta de una fábrica?".
Esos burócratas hace años que no van a puertas de fábrica y creen que los demás no pueden ir y menos cuando hay un conflicto. Error. Va a haber más protestas y más gente llevando solidaridad. Y nuevas direcciones sindicales honestas y más combativas van a levantar cabeza.

 


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