Viernes 10 de mayo 2024

La unidad a palos del socialismo

Redacción 27/09/2008 - 01.45.hs

El congreso socialista que se realizará en Santa Rosa este fin de semana viene cargado de negros nubarrones por las disputas en la que se encuentran trenzados sectores internos enfrentados por su posición en relación al gobierno nacional. Por un lado están quienes creen que es posible un entendimiento con las autoridades nacionales y, más aún, que el socialismo puede prestar hombres para cubrir cargos políticos. Por el otro quienes prefieren mantener distancia con la Casa Rosada quieren expulsar del partido a los que así piensan y han llegado a asumir funciones.
La disputa que se espera zanjar aquí ha sido planteada en términos irreconciliables por quienes tienen la mayoría en el Congreso y quieren intervenir -aun cuando no está previsto en la carta orgánica_, a los díscolos. Estos, por su parte, reivindican la independencia de cada distrito para decidir sus cursos de acción política y, entre ellos, el de prestar o no hombres para que acepten cargos en los gobiernos de distinto color político.
Se trata así más de una diferencia en la forma de evaluar la gestión del gobierno nacional que de una disputa doctrinaria. Más un intento de subordinar a todos los distritos nacionales a la conducción nacional que una desviación del ideal socialista. Más una demostración de poder de las autoridades nacionales que una acción política tendiente a reforzar la unificación.
Si se repasa la historia del socialismo se constata que está llena de divisiones. No pocas de ellas lo fueron por la adhesión de socialistas a gobiernos alejados no solo de la idea política, sino también, desafectos a las prácticas democráticas cuando no salidos directamente de golpes de Estado y partícipes de violaciones a los derechos civiles y humanos. Fueron éstas, puede decirse, las divisiones que separaron a los socialistas de los que no lo eran.
Pero al analizarse las razones que se esgrimen hoy -separando la hojarasca verborrágica que la ensordece- resulta por lo menos extraño que sea éste -el apoyo o no a un gobierno democrático que ha realizado no pocos avances en el sentido que impulsa el socialismo- el punto de quiebre de un partido que, hasta ahora, había realizado un formidable y exitoso proceso de unificación en base a, justamente, una mayor amplitud y aceptación de las diversidades de opiniones de los que se sumaron a la reconstrucción de un gran partido socialista.
Quienes hoy aparecen escandalizándose porque hay un distrito que evalúa positivamente colaborar con el gobierno, deberían recordar que uno de sus más esclarecidos dirigentes tuvo también intenciones de hacerlo y, si finalmente desistió, lo fue solo por acatar la decisión negativa de su partido. No fue Secretario de Medio Ambiente por disciplina partidaria y no porque no pensara que desde ese lugar que se le ofrecía podía hacer mucho por mejorar la calidad de vida de los argentinos. Si puso el ofrecimiento a consideración del partido fue más por orgánico y disciplinado que por socialista. El congreso dirá ahora si la unificación del socialismo se hará no en base al ideario socialista sino en base a la subordinación de los distritos a una férrea disciplina partidaria. Si triunfa esta última no tendrían mucho que festejar sus vencedores. Sería, posiblemente, además de un nuevo error histórico, una más seria desviación de la lógica de unificación socialista que la supuesta herejía que se trataba de perseguir y exterminar.

 


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