Jueves 11 de abril 2024

Las 7 mil muertes anuales en los siniestros viales

Redacción 19/08/2019 - 00.47.hs

Hace unas semanas ocupó los titulares de todos los medios el caso de un conductor alcoholizado que embistió a un ciclista haciéndolo volar por los aires y que continuó su descontrolada carrera para incrustarse en un auto detenido en el semáforo, el que a su vez chocó a los que lo precedían.
Este caso ya se ha visto empequeñecido por el vuelco que protagonizó un conocido músico y cantante cumbiero, también presuntamente bajo los efectos del alcohol y que costó la vida de dos de sus acompañantes.
Este tipo de tragedias enlutan a nuestra sociedad con alrededor de 7.000 muertes anuales, lo que configura una calamidad. Displicentemente naturalizada, a la que siguen nuevos casos que -aún siendo impactantes- se van diluyendo con los días ante la ocurrencia de otros no menos graves, que ocuparán prontamente los primeros planos de los medios de comunicación.

 

Falta de preocupación.
Ante este panorama vale reflexionar que, si acaso nuestro país fuera invadido por una epidemia que produjera persistentemente tal cantidad de muertes, seguramente pondría a toda la sociedad en estado de alerta y en un clamor generalizado reclamando urgentes medidas y acciones dirigidas a, por lo menos, morigerar semejante desastre.
Esto vemos que no ocurre, y a simple vista no se observan expresiones públicas de los organismos competentes que denoten su preocupación difundiendo, por lo menos, qué planes tienen en elaboración, en busca de las necesarias soluciones. Ni tampoco se advierte que sea tema de debate entre políticos y candidatos que en las cercanas elecciones cubrirán los primeros cargos de la conducción del nuestro país.

 

Todos responsables.
Me resisto a admitir que no se puede hacer nada, atribuyendo solo a los conductores toda la responsabilidad, de la que seguramente forman parte. Con seguridad otros países han sufrido esta problemática y lograron encuadrarla dentro de estándares de racionalidad internacional.
Creo además que todos -como ciudadanos responsables-, tenemos que tomar parte en esa búsqueda. Cuando una sociedad, en su gran mayoría, se concientiza en la inminente necesidad de impulsar un accionar hacia un objetivo de tanta importancia como lo sería en este caso, siempre se logran resultados. Pero si seguimos actuando como meros espectadores, esto no dejará de suceder, y además, por una regla no escrita -pero que conocemos todos-, lo que no se corrige se profundiza, con el agravamiento consecuente.

 

Raúl Espinosa

 


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