Lunes 15 de abril 2024

«Los linfos de la buena memoria»

Redaccion 27/04/2020 - 22.02.hs

POR ALEJANDRO VILLARREAL
Y NAHUEL WOLFSON *
En los organismos multicelulares, como nosotros, existe una clara división del trabajo y las responsabilidades. Hablamos de nuestras células, por favor… Tenemos distintos tipos de tejidos órganos, aparatos y sistemas con funciones muy claras (circulatorio, nervioso, muscular, digestivo, respiratorio, etc). Pero hay uno clave en toda esta cuestión. Hay un sistema de defensa: el sistema inmunológico.
Hay órganos relacionados a este sistema como la médula ósea, el timo, los ganglios linfáticos y el bazo donde las células del sistema inmunológico se concentran. Pero también estas células recorren el cuerpo y se instalan en distintos tejidos en modo «vigilancia». Una buena forma de recorrer el cuerpo es viajando por la sangre. Cuando están en sangre, a estas células las llamamos glóbulos blancos en forma genérica. Aunque hay distintos tipos de glóbulos blancos, sólo vamos a mencionar algunos como las «células NK» y «linfocitos B».
Como siempre, hagamos el universo un poco más chico. Hay básicamente 2 tipos de defensas que nuestras células pueden ofrecer cuando entra alguna partícula extraña a nuestro cuerpo: la respuesta inmune innata y la respuesta inmune adaptativa o de memoria. Estas respuestas se dan en forma secuencial (primero una y luego la otra) y participan distintos grupos de células.
La primera respuesta es más inespecífica, porque se activará sin importar qué cepa o versión del virus se trate. Queremos mencionar aquí a la células NK, aunque haya otras que participan de esta respuesta. Las siglas NK vienen del inglés «Natural Killers», o como a nosotros nos gusta llamarlas: «Asesinas por naturaleza». Estas células NK detectan células infectadas por un virus, se aproximan y cuando llegan a estar muy cerquita escupen moléculas que se llaman «Perforinas».
Las perforinas (como su nombre sutilmente lo sugiere) perforan la membrana plasmática de la célula infectada y la empujan hacia una muerte prematura. Recordemos que una célula infectada es una fábrica productora de partículas virales y no la queremos. Si no se la destruye, puede seguir infectando a otras células empeorando la situación. Mientras la primer respuesta ocurre, se activa la segunda respuesta, la adaptativa (o de memoria).
Esta segunda ola de ataque es llevada a cabo por otras células: los Linfocitos B. Los linfocitos B, son células con capacidad de imprimir un tipo de proteínas conocidas como anticuerpos. Cada linfocito B imprime su propio anticuerpo y todos los anticuerpos son distintos. Es decir, todos los linfocitos B son distintos entre sí.
Los anticuerpos son proteínas que pueden reconocer agentes extraños a nuestro cuerpo en forma muy específica y potencialmente neutralizar la infección. Imaginemos una célula infectada con un virus dado. Algunos linfocitos B podrán reconocer proteínas específicas de esa versión del virus, pero otros linfocitos B no. Esos que si reconocen comienzan a multiplicarse, a clonarse. Entonces, si había unos pocos linfocitos B que pudieron reconocer esa cepa viral, ahora voy a tener muchísimos clones de esas células las cuales van a permanecer en el cuerpo por un largo tiempo luego de que la infección se resuelva.
Si esa misma versión del virus vuelve a entrar al cuerpo, ya no habrá sólo un par de linfocitos esperando como la primera vez. Habrá muchísimos clones listos para atacar usando anticuerpos específicos. Esos que sí funcionaron la primera vez. Una definición de memoria muy utilizada en el área de la neurociencia es: el cambio del comportamiento como consecuencia de un aprendizaje.
¿No pasa lo mismo con la respuesta inmune? La respuesta a la primera infección es inespecífica, e incluso «débil» desde el punto de vista de los linfocitos B y el sistema «aprende» clonando linfocitos B específicos. Ante una segunda entrada de la misma cepa, el comportamiento es distinto. Esto es memoria y es el fundamento por el cual funcionan las vacunas, siendo la vacuna el disparador que genera esa memoria.
Respecto del Covid-19, aún no se conoce en detalle si esa memoria se forma luego de la primer infección. El otro problema es que, como dijimos antes, el Covid-19 al igual que otros virus pueden ir mutando y al hacerlo el sistema puede no reconocer las distintas versiones. Entonces, aunque la primer respuesta haya generado memoria, la segunda infección vuelve a ser como una nueva infección. Así es como, muy resumidamente, se controla una infección en el cuerpo. En la Parte 7: «La aplanadora de curvas», discutiremos cómo se intenta lograr controlar en una población. (NOTA 6)

 

* DOCTORES EN BIOLOGIA. INVESTIGADORES DEL CONICET, UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

 

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