Viernes 22 de marzo 2024

Monsanto silencia y desacredita investigaciones

Redacción 10/11/2014 - 04.07.hs

Periodistas y medios independientes, como E. Ann Clark, James Corbett, Rachel Aviv y Democracy Now!, documentaron cómo los grandes gigantes de la agricultura Monsanto y Syngenta han intentado silenciar los hallazgos científicos y destruir la reputación de los investigadores cuyos trabajos muestran las graves amenazas a la salud humana que traen consigo los herbicidas fabricados por esas corporaciones.
En el Journal of Food and Chemical Toxicology, publicación destinada a sus pares, Gilles-Eric Séralini publicó en septiembre de 2012 hallazgos de su investigación que muestran el impacto tóxico del herbicida de Monsanto y los efectos adversos a la salud, comprobados en ratas, del maíz transgénico, o modificado genéticamente. Sin embargo, después de la publicación, el Journal tomó la decisión sin precedentes de retractarse del estudio.
El editor del Journal, A. Wallace Hayes, admitió que al artículo de Séralini no se le aplicó ninguno de los criterios establecidos por la revista para retractarse de un estudio. Sin embargo, como informaron Clark, en el GMWatch, y Corbett, en el Corbett Report, la decisión se puede explicar por una nueva conexión entre el Journal y Monsanto. Lo mismo ocurre con otra retractación de un estudio similar en Brasil que demostró los efectos tóxicos en ratones de un insecticida que constituye la base de las cosechas de Bt transgénico.
Después que estos trabajos fueron publicados, el Journal of Food and Chemical Toxicology inventó un nuevo cargo editorial: el editor asociado para biotecnología. Entonces, el Journal seleccionó a Richard E. Goodman, de la Universidad de Nebraska, para adjudicarle ese puesto y hacerse cargo de las dos retractaciones. Y resulta que Goodman fue empleado de Monsanto: trabajó en el área "ciencias reguladoras" de la corporación entre 1997 y 2004.
La retractación del Journal de la investigación de Séralini y sus implicaciones no fueron cubiertas por los grandes medios corporativos, reproduciendo la tendencia a guardar silencio cuando la ciencia formula críticas sobre los efectos dañinos de los organismos genéticamente modificados. Los grandes medios ignoran o desestiman las críticas que afectan los llamados "intereses especiales", eufemismo estadounidense por los servicios que prestan el congreso, gobierno y medios a las grandes corporaciones, en este caso las transgénicas que promueven su negocio agrícola a costa de campesinos, granjeros y consumidores.
Monsanto no está sola en el intento de silenciar a sus críticos. Como reportaron Rachel Aviv, del New Yorker, y Amy Goodman, de Democracy Now!, después de quince años de investigación Tyrone Hayes, profesor de biología integrativa en la universidad de Berkeley, California, determinó que podrían reproducirse en los seres humanos los mismos problemas de anormalidades sexuales causadas en ranas por la atrazina del herbicida Syngenta.
La compañía, conocida ahora como Syngenta, contrató a Hayes para investigar la atrazina en 1997. Pero cuando sus hallazgos fueron contra sus intereses, Syngenta rechazó permitir su publicación y por el contrario, trabajó en desacreditarlo. Hayes abandonó Syngenta en 2001, pero continuó investigando los efectos dañinos de la atrazina en el sistema endocrino.
Los documentos judiciales del pleito de una demanda colectiva contra Syngenta muestran cómo la compañía intentó manchar la reputación de Hayes y evitar que la Agencia de Protección Ambiental prohíbiera la lucrativa sustancia química, que ya está proscrita por la Unión Europea. El equipo de relaciones públicas de la compañía elaboró una lista de cuatro metas.
La reportera Rachel Aviv escribió: "La primer fue 'descrédito de Hayes'. En una libreta de notas de espiral, el gerente de comunicaciones de Syngenta, Sherry Ford, describió a Hayes por las iniciales de su nombre y escribió que la compañía podría "prevenir que (en las audiencias) se citaran las revelaciones de TH por no-creíbles". Él (TH) fue un tema frecuente de conversación en las reuniones corporativas de la compañía. Syngenta buscó caminos 'para explotar' las eventuales debilidades/problemas de Hayes. "TH se derrumba si es implicado en un escándalo", escribió Ford.
A pesar de sus amenazas documentadas contra el bienestar ambiental y la salud pública, la atrazina continúa en el mercado. (Argenpress)

 


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