Otra tormenta, otra emergencia
Otra vez una tormenta puso en situación de emergencia a Santa Rosa. Esta vez se trató de un temporal con una intensidad de lluvia inusual que se agravó por la caída de granizo de tamaño considerable y por las numerosas descargas eléctricas. Ante semejante cuadro bien podría decirse que lo único positivo fue, esta vez, la ausencia de los fuertes vientos que esta temporada vienen azotando la región.
Algunas fotografías y videos que circularon por las redes mostraron imágenes impactantes que hablan de la gran cantidad de agua caída en muy poco tiempo. Varias calles de la ciudad se convirtieron en torrentes que arrastraron numerosos vehículos, algo sin precedentes para la memoria de los santarroseños.
El comité de crisis que conformaron las autoridades comunales y provinciales tuvo mucho trabajo para atender las necesidades de la gran cantidad de evacuados. Muchos vecinos solidarios y las cuadrillas de la CPE se sumaron a la tarea urgente de afrontar la emergencia. Como casi siempre, los barrios más afectados fueron los del sector norte de la ciudad. De hecho, las imágenes más inquietantes y los testimonios más crudos llegaron de esa zona.
Lo que parecen confirmar fenómenos atmosféricos tan violentos como éste o los huracanes que hemos padecido en los últimos tiempos son los pronósticos de quienes alertaron sobre ciertos efectos preocupantes del cambio climático global. Este diario y otros medios se han hecho eco de numerosos estudios con predicciones acerca del incremento de la energía de las tormentas en esta área de la llanura pampeana. Hoy esos vaticinios se están haciendo realidad lo cual significa un aumento en los riesgos de daños materiales como personales tanto en las áreas urbanas como rurales.
Este cuadro se torna más preocupante todavía en una ciudad como Santa Rosa que exhibe un déficit crónico en su infraestructura producto de muchos años de no hacer nada, o hacer muy poco, por parte de varias administraciones municipales. Los desagües pluviales forman parte de esa antigua deuda. Como se trata de obras públicas que van enterradas y no se lucen como otras, los intendentes de las últimas décadas las dejaron «para más adelante». Lo mismo puede decirse para el sistema cloacal y la red de agua potable, de ahí la situación de emergencia en que se encuentra esta capital y que tantos malestares provoca en sus habitantes.
Los últimos anuncios más relevantes referidos a obras de infraestructura, realizados el año pasado por las autoridades comunales y provinciales -en ocasiones con acompañamiento de funcionarios nacionales-, apuntaron con mayor énfasis al sistema cloacal. Es entendible pues el déficit en la materia es harto conocido y tiene implicancias sanitarias que se agravan en presencia de la pandemia de Covid-19. Pero las carencias del sistema pluvial también deben encararse con urgencia, como lo dejan ver las fuertes tormentas que se han derramado sobre la ciudad en los últimos tiempos. El desagüe de la calle Santa Cruz ha sido mencionado entre los anuncios, lo cual es alentador, sin embargo los graves problemas del domingo nos indican que las otras obras planificadas también deben figurar entre las prioridades.
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