Jueves 11 de abril 2024

Piden que se cambie el cambio que pedían

Redacción 05/02/2016 - 04.27.hs

Hace algunos años, y en respuesta a un ajuste neoliberal que redujo la calidad de vida de la población por parte de un nuevo presidente que había prometido lo contrario, los brasileños, fieles a su estilo, popularizaron remeras con una leyenda que con humor y una ácida autocrítica rezaba: "Eramos felices y no lo sabíamos".
La frase apuntaba indirectamente al período anterior al ajuste cuando un cuestionado ex presidente a quien se le endilgaban todos los males del país y que, cuando asumió el nuevo mandatario, se comprobó que, con todo lo malo que podría haber sido, lo que vino después fue infinitamente peor.
Aquella frase sobre la felicidad perdida no valorada, puede servir hoy para graficar el estado de ánimo de amplios sectores de la población que votaron por un cambio que estuvo lejos de sus expectativas. En los asalariados el anzuelo fue la eliminación del impuesto a las ganancias y la reducción de la inflación que pintaban un paraíso de consumo. En los jubilados lo fue el 82% móvil y el mantenimiento de todos los beneficios que gozaban y que aún están esperando.
En otros sectores la promesa de la liberalización del mercado cambiario y de eliminación de las retenciones actuó igualmente como atractor de voluntades hacia un programa de gobierno que, al tomar esas medidas, benefició claramente a un sector productivo pero dejó desprotegidos a otros que hoy confiesan que están peor que antes. Esto es, antes de la liberación del dólar y de las retenciones que pedían como panacea.
El sector de los productores lácteos es, por estos días noticia por las quejas que eleva hacia el gobierno nacional pidiéndole una solución a la crisis que enfrentan ante el fuerte aumento que registró el alimento del ganado luego de la eliminación de las retenciones a los granos.
En una asamblea realizada en Rivadavia, productores de la zona, incluyendo a tamberos de nuestra provincia, advirtieron que sus pérdidas se han duplicado con las nuevas medidas y que, pese al anuncio de elevar el subsidio de los primeros 3.000 litros de leche a 40 centavos, no alcanza para salir de la situación de quebranto.
Para colmo, el aumento del dólar y de las tasas impide que puedan paliar la situación con créditos pues las tasas usurarias que se registran en los bancos no aconsejan ese camino del endeudamiento.
Lo cierto es que, tal como pueden comprobarlo hoy los tamberos, las medidas económicas que se pregonaban como la panacea, dólar libre y cero retención, tiene efectos secundarios, no solo sobre los asalariados que pagan todo el peso del ajuste por el traslado a los precios de estas medidas. También en otros sectores productivos, rurales, que se sumaron en su momento al coro que pedía esos cambios, y que comprueban hoy que la intervención del Estado es imprescindible para garantizar un equilibrio. Hoy comprueban que el plan económico parece querer convertir al país en una selva donde el capitalismo salvaje permita que ganen los fuertes, pierdan los débiles y, en el medio, un sector de pequeñas y medianas empresas sea la variable de ajuste de la tasa de ganancias de los poderosos.

 


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