Martes 23 de abril 2024

Pilotos argentinos que se proponen la Gran Lubitz

Redacción 01/07/2015 - 04.18.hs

Señor Director:
Puede que Andreas Lubitz haya hecho escuela entre pilotos y copilotos de grandes naves de pasajeros.
Se recordará que Lubitz era el copiloto del Airbus 320, de Germanwings (Lufthansa), que cayó en los Alpes franceses y condujo a la muerte a sus 150 ocupantes, incluyendo al propio Lubitz. Por lo que se sabe, este hombre de 27 años había resuelto quitarse la vida ante la imposibilidad de ascender a piloto y aun de permanecer como segundo, a raíz de deterioros psíquicos que no había podido controlar, aunque no le impidieron filtrarse a través de las normas de control de la compañía alemana, que se tenían por severas y que hay que esperar que hayan sido aceitadas y mejoradas después de cobrar tan alto precio (y lo que aún deberá pagar la empresa así que avancen los juicios de los deudos de tantas víctimas).
Alguna explicación hay que encontrar, ahora en la Argentina, a la inconducta de la tripulación del vuelo 2708, Ezeiza-Rosario, del lunes 26 de junio próximo pasado. En la maniobra de despegue de una máquina de Austral, piloto y copiloto permitieron que estuviese en la cabina una mujer conocida como vedette. Toda la normativa existente previene y prohíbe tales licencias. Los pilotos no las ignoraban, pero, por algún motivo que tal vez desentrañe ahora la justicia, resolvieron no tenerlas en cuenta y facilitaron el acceso de una mujer que no buscaba darles notoriedad a ellos sino proveer a la propia y quizás a la de alguna instancia ajena. Por lo que se pudo saber, no solamente la admitieron en la cabina de mando sino que le permitieron tocar algunos controles cuando el aparato carreteaba para iniciar el vuelo. No pasó nada que molestase o dañase a los pasajeros de ese vuelo, quienes ni siquiera parecen haberse extrañado ante la filmación que acompañó a la estada de esa mujer. Se supo luego que toda esa operatoria fue filmada y luego entregada a un grupo de prensa que está en plena campaña para derrotar al gobierno nacional. Además, el titular de Aerolíneas es candidato a la jefatura de gobierno porteña. Hay sospechas de que la maniobra pudo ser ideada para producir impacto político. Cuesta admitirlo como posible si se considera el precio en vidas que se hubiese cobrado, aunque actualiza el recuerdo de los "accidentes" de trenes que sí dejaron saldos penosos.
No se repitieron las consecuencias del Airbus germano, pero el suceso dista de haber eludido algunos efectos que, en lo que pueden tener de aleccionador, quizás reduzcan el riesgo futuro. Los dos pilotos fueron separados de sus funciones, cesanteados y sometidos a escrutinio judicial. Y recibieron la reprobación de la asociación sindical a la que pertenecían.También la vedette irá a juicio, aunque ella probablemente hallará que esta derivación aumenta la presencia pública que puede haber buscado, si no es que actuó a partir de otro tipo de compromiso.
Cualquiera haya sido el fin perseguido, lo de la vedette no sorprende. Pero sí preocupa la conducta de estos pilotos, porque si bien han perdido su empleo y su carrera, no se comprende que hayan olvidado las pautas precisas que se han comprometido a respetar. Nada digamos de las decenas de pasajeros que iniciaban el viaje, ajenos al ajetreo de la cabina de mando.
Si fue una escena tramada para perjudicar a la empresa y, en particular, a su presidente o a un gobierno, el caso daría cuenta de un nivel de intención que sobrepasaría todos los precedentes y todos los niveles de irracionalidad exhibido por quienes hacen apuestas políticas de semejante riesgo... ajeno. Frente a tan oscura posibilidad, el suceso que protagonizó Andreas Lubitz seguirá sin hallar disculpa, pero al menos sabemos que él era un desequilibrado sin esperanza.
Cuando suceden estas cosas (como la del policía que comentábamos ayer) se justifica un temblor y una duda en cuanto a los extremos a que pueden exponernos los irresponsables.
Atentamente:
JOTAVE

 


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