Miércoles 17 de abril 2024

Que no sea más precarización laboral

Redaccion 19/05/2020 - 21.58.hs

El teletrabajo, modalidad muy extendida por la cuarentena del Covid19, es más conveniente para las patronales que para el trabajador o trabajadora, porque suele esconder formas de precarización laboral.
IRINA SANTESTEBAN
El teletrabajo es la versión moderna del trabajo a domicilio, realizado desde muy antiguo y que siempre fue parte de la fuerza de trabajo más vulnerable. Por ello, era realizado mayoritariamente por mujeres en la industria textil o del calzado, quienes por largo tiempo no fueron reconocidas como trabajadoras. Aunque no todo trabajo a domicilio es precario, sí es una realidad que las empresas lo utilizan para optimizar ganancias mediante la disminución del «costo» laboral.
El Convenio 177 de la Organización Internacional del Trabajo, lo define como el trabajo que una persona realiza en su domicilio o en locales distintos de los lugares de trabajo del empleador, a cambio de una remuneración y con el fin de elaborar un producto o prestar un servicio conforme a las especificaciones del empleador, independientemente de quién proporcione el equipo, los materiales u otros elementos utilizados. Si la persona tiene un grado de autonomía y de independencia económica suficiente, entonces podrá ser considerado como trabajador o trabajadora independiente, sea en virtud de la legislación nacional o de decisiones judiciales.
En esta modalidad se vuelven difusos los límites que establecen la subordinación del trabajador al empleador, que caracteriza a la relación de dependencia, y la obligación de éste último de respetar las normas de la formalidad laboral: inscripción, aportes y contribuciones a la seguridad social, respeto de los convenios colectivos de la actividad, etc.

 

Teletrabajo.
Es el trabajo realizado a distancia mediante el uso intensivo de las TIC, es decir, el trabajador o trabajadora, equipado con una computadora realiza diferentes tareas como si estuviera en las oficinas de la empresa o de la repartición estatal en la que se desempeña.
Para los defensores de esta modalidad, el teletrabajo es beneficioso tanto para el empleador como para el empleado, porque éste evita la inversión de tiempo para el desplazamiento del hogar a la oficina, al desarrollar su labor desde su casa. La tecnología facilita el contacto virtual, ya que ambas partes de la relación laboral pueden intercambiar correos electrónicos, chatear o participar de videoconferencias, y el trabajador enviará su trabajo por esas vías. Hay libertad para trabajar desde cualquier ubicación geográfica, sea en la casa, un bar y hasta en una ciudad o país diferente. Visto así, parece una opción muy adecuada a los tiempos que corren, ya que aprovecha las tecnologías actuales para ampliar las oportunidades de trabajo a la vez que se reducen los costos de mantenimiento. Sin embargo, no siempre es la alternativa más conveniente para la parte débil de la relación laboral.

 

Precarización.
El teletrabajo se caracteriza por su falta de regulación, facilitando el cercenamiento de derechos laborales, como vacaciones, licencias por enfermedad o pago de horas extras. En este último caso, porque no existe el concepto de «jornada laboral», que es una de las banderas históricas del movimiento obrero por las que luchaban los Mártires de Chicago.
Aunque se suelen firmar acuerdos para compensar esas deficiencias, nunca tendrán la entidad de los beneficios de un convenio colectivo de trabajo negociado por las organizaciones sindicales. Por eso, es tan defendido por las patronales y partidarios de la «libertad de mercado y de trabajo».
Los teletrabajadores suelen tener incluso menos derechos que los del sector informal, pues éstos, aún sin estar registrados, en muchos casos gozan de algunos beneficios tales como bonos extras o vacaciones pagas.
Esta modalidad de trabajo era la que tanto defendía el ex presidente Mauricio Macri, cuando hablaba de la «generación de empleo»: los famosos «emprendedores».

 

¿A quién favorece?
Con el teletrabajo, los empresarios se ahorran los gastos de energía eléctrica, servicios de Internet, adquisición y refacción de equipos, etcétera. También evitan la interactuación de los trabajadores entre sí, no hay debates ni molestos reclamos laborales, y aunque tengan un sindicato, el teletrabajador no puede realizar asambleas en los lugares de trabajo, simplemente éste ha sido reemplazado por su domicilio. Las reuniones por plataformas virtuales como Zoom o Jitsi, no surten los mismos efectos de una movilización obrera.
Para el trabajador o trabajadora puede significar una mayor «libertad» de movimientos y horarios, pero a la larga termina siendo perjudicial, porque pone en sus manos el riesgo de la actividad laboral, con menos respaldo y oportunidades para hacer frente a contingencias desfavorables.
En cuanto al salario, el teletrabajo suele tener una paga considerablemente menor que el presencial y eso se traduce en un esfuerzo mayor para alcanzar un ingreso digno.

 

Derechos laborales.
En la página del Ministerio de Trabajo de la Nación, se publican las características del teletrabajo y se formulan «sugerencias» como la conveniencia de realizar un contrato consensuado con detalle de derechos y obligaciones para ambas partes, con especificidad de la implementación de la tarea a desarrollar. También se aconseja que la flexibilidad horaria, característica de esta tarea, no afecte la jornada laboral, algo muy difícil de medir como para que pueda ser controlado. Sin embargo, la informalidad en esta modalidad es la regla.
Y aunque se considera que quienes desarrollan teletrabajo deben gozar de los mismos derechos y obligaciones que el trabajador presencial, que estarán sujetos a la legislación vigente y los Convenios Colectivos de Trabajo, esto en la realidad no sucede.
El teletrabajo favorece la precarización laboral y en estas épocas de aislamiento social preventivo, por el Covid 19, ha aumentado esta modalidad laboral en las empresas privadas y el Estado.
La CGT ha acordado rebajas salariales y las empresas son muy rápidas para despedir y también para pedir la ayuda del Estado. Debe ser una ardua tarea para el movimiento obrero más consecuente no permitir el cercenamiento de los derechos laborales, ni que el teletrabajo sea una forma más de precarización laboral.

 

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