Lunes 15 de abril 2024

Renace una buena idea

Redaccion 02/08/2020 - 22.02.hs

La problemática del río Colorado, tan discutida entre los integrantes de la cuenca, curiosamente muy pocas veces trae a la mesa de negociación un aspecto muy relevante contemplado en el Tratado que rige el funcionamiento de las cinco provincias y la Nación: el trasvase desde el río Negro.
Al hablar de los problemas del Colorado siempre conviene tener presente que las largas tratativas que culminaron en el acuerdo tuvieron un denominador común para las provincias abajeñas: la complementariedad entre ambos cursos de agua, la posibilidad de desarrollar esa «mesopotamia de polvo y espinas» como la nombró un poeta, que permitiría una integración efectiva en el norte patagónico.
Esta introducción viene al caso ante el proyecto para ampliar el área de riego en Villarino y Patagones con aguas del río Negro, que también prevé el aprovechamiento de cinco mil hectáreas en la localidad pampeana de La Adela.
Hasta donde se conoce el proyecto, que se inició en el INTA y en principio cuenta con el aval de la provincia de Buenos Aires, no menciona el Tratado del Colorado, pese a que uno de sus objetivos es ampliar el área de riego del sur bonaerense en alrededor de cien mil hectáreas. Ese acuerdo del año 1976 señala en uno de sus puntos que la extracción de caudales que planea Mendoza en la alta cuenca -Portezuelo del Viento o similar- debe tener simultaneidad con el aporte que desde el río Negro se debe efectuar hacia el Colorado para compensar la pérdida de agua.
Un par de años atrás Buenos Aires solicitó parte del cupo de agua del río Negro que le corresponde para concretar los viejos proyectos de riego en la parte meridional de la provincia. «Los suelos y el clima de la región, el arraigo de sus pobladores rurales y la proximidad al puerto son fortalezas que potencian esta iniciativa de progreso», recordaron desde el INTA. Argumentos semejantes se consideraron para confeccionar el Tratado del Colorado, pero chocaron con la intransigencia de la provincia de Río Negro, que negó la servidumbre de paso a un canal que podía tener las mismas ventajas que el pensado en la actualidad, e incluso algún aprovechamiento hidroeléctrico de poca magnitud. Las objeciones de la legislatura rionegrina apuntaban a que no se conocían a fondo las posibilidades de riego del río Negro, sin tener en cuenta aquella complementariedad que había sido el paso inicial del proceso que culminó en el Tratado.
Ahora, para avanzar con la iniciativa, las autoridades bonaerenses buscan el respaldo del sector científico y tecnológico regional y de la Universidad Nacional del Sur. Por el momento se desconoce si los rionegrinos mantendrán las anacrónicas objeciones señaladas para con este proyecto del INTA.
Reconforta que esta vieja idea vuelva a cobrar fuerza porque viene a reactualizar un tema mencionado en el Tratado además de significar un avance en el concepto de integración regional. En años de pronunciada bajante del Colorado, la proximidad a otro río de dimensiones casi diez veces superior debería estimular este tipo de proyectos con el fin de optimizar el uso de los recursos disponibles. Es de esperar que esta buena noticia haya llegado al Coirco y que merezca el interés de sus integrantes.

 

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