Martes 09 de abril 2024

Retenciones y blanqueo un nexo que se oculta

Redaccion 06/02/2021 - 21.29.hs

I – Los ruralistas duros siguen pensando que el desastre económico que dejó su adorado Macri hay que pagarlo con el esfuerzo de todos…, menos el de ellos. En la semana su amenaza de volver a subvertir el orden con cortes de rutas como los que vimos hace doce años si les suben los impuestos, se multiplicó en todos los medios que comparten con ellos la visión de un país de privilegios derogados en la Asamblea del Año XIII. La suba de impuestos en un país como el nuestro con índices de evasión monstruosos es uno de los pocos caminos que quedan para que el Estado no quiebre. El otro camino es el que recorrió Macri: descargar el ajuste sobre los sectores bajos vía tarifas, disminución de salarios y reducción del «gasto público», esto es menos educación, menos salud.

 

II – Curiosamente nunca piden que el Estado, en vez de aumentar impuestos, realice un seguimiento de la evasión. Su argumento central para negarse a pagar impuestos es que el estado de corrupción generalizado, si se revierte, permitiría bajar los impuestos. Es un razonamiento peculiar. Cuando se les demuestra que, miles de veces más importante que la real o supuesta corrupción es la monstruosa evasión que obligan a subir impuestos, hacen mutis. Por ejemplo: no se los oyó protestar cuando el macrismo produjo la mayor condonación de deudas a evasores que superó los cien mil millones de dólares con el promocionado como un gran acto de política pública denominado «blanqueo». Ese acto convalidó la mayor evasión blanqueada sufrida por el Estado nacional y lo hicieron como si se tratara de un gran aporte solidario de los ricos argentinos al país. Fue tan escandaloso ese blanqueo que el presidente, al que el Congreso había prohibido que los familiares de funcionarios pudieran presentarse, firmó un Decreto de Necesidad y Urgencia para que su propio hermano ingresara para blanquear una fortuna que había negreado y evadido impuestos.

 

III – Lo curioso también es que esa blanqueo es «inconstitucional» y los paladines de la república y la pureza de procedimientos administrativos, lo pasaron por alto. Dice el artículo 36 que «atentará asimismo contra el sistema democrático quien incurriere en grave delito doloso contra el Estado que conlleve enriquecimiento» equiparándolos de esta forma con los golpistas a quienes, a unos y otros, excluye de la posibilidad de que sean indultados. La pregunta que surge es ¿no es un «grave delito doloso contra el Estado» evadir impuestos por montos varias veces millonarios en dólares? ¿no se enriquece ilícitamente quien esta conducta adopta ante sus obligaciones impositivas con el Estado? ¿No quedan comprendidos estos evasores (que no son, hay que decirlo, ciudadanos que dejan de pagar el impuesto inmobiliario o automotor por unos pocos miles de pesos sino grandes empresarios, financistas y rentistas que usan esa evasión como forma de potenciar sus negocios con recursos sustraídos a las arcas públicas) en la prohibición constitucional de indultarlos, esto es, de perdonarles su delito? La respuesta es clara. Salvo para los que pertenecen a esta clase de evasores o, sin serlos, los justifican por solidaridad de clase.

 

IV – El club San Martín, convertido en un coto cerrado y en manos de una camarilla que incumple los fines sociales de la institución de la Villa Santillán, vendió la mitad de la quinta de las Monjas en un precio irrisorio, por lo menos diez veces inferior a su valor de mercado. Es un escándalo similar al que hace una década larga sumergió al Club Santa Rosa. Los pampeanos, que tenemos con los clubes un sentimiento de pertenencia y reconocimiento como el que tenemos con las cooperativas, no podemos mirar sino con enojo que un capital social de décadas haya caído en manos de irresponsables, negligentes o, muy posiblemente, dolosas. La Quinta de las Mojas fue una adquisición del club cuyo objetivo era el de expandir la actividad social incorporando una pileta de natación y espacios para desarrollar deportes de canchas abiertas. Eso fue antes que el Club Estudiantes se viera favorecido por la donación de don Víctor Arriaga de los terrenos que hoy son orgullo de la entidad de la calle Moreno. Pero, a diferencia de Estudiantes, San Martín no logró plasmar ese proyecto. El valor por el que se malvendió ese sueño de los visionarios dirigentes del club de la Villa Santillán permite sospechar muchas cosas y, por su flagrancia, esperar que, vía judicial o administrativa, pueda revertirse.

 


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