Jueves 11 de abril 2024

Sentido de la pérdida ante un ir sin retorno

Redacción 23/04/2014 - 05.10.hs

Señor Director:
El título invita a un tema que no se deja expresar con pocas palabras: la situación que debemos vivir cuando se producen fallecimientos que la generalidad reconoce como "pérdidas".
En las palabras de despedida que suelen pronunciarse en el cementerio, resulta ineludible, al parecer, decir que esa ausencia será sentida como una pérdida. Se puede compartir o no esa expresión. Si se trata de un allegado a quien se estima como persona "buena", nada hay que objetar a quien tiene la sensación de pérdida, de vacío y hasta que sienta que se trata de un empobrecimiento de su propia existencia. No siempre tenemos tan buena disposición hacia el otro en tanto vive, pero si se ha ausentado para siempre quien lo amaba pierde algo de su modo de instalarse en la vida y otro tanto le sucede a quien no lo quiso y quizás lo odió, porque también pierde algo con lo que había construido su estar aquí, su existir. El Otro se configura como algo que necesitamos para configurar nuestra instalación en esta residencia terrenal transitoria.
Estaba pensando en la muerte del actor Alfredo Alcón y también en la del sociólogo y politólogo Ernesto Laclau, ambos argentinos, producidas este mes con poca diferencia de días. Alcón murió en su Buenos Aires natal, ya en edad avanzada aunque seguía ocupando la escena. Laclau, también nacido en Buenos Aires, murió lejos, en Sevilla, a donde había acudido para participar de una reunión con una conferencia. Tenía su residencia en Inglaterra, pues en los años de Onganía debió exiliarse y encontró buena acogida en el ámbito universitario europeo, pero mantuvo una fluida relación con su país de origen, donde se lo estaba viendo con creciente frecuencia desde el retorno de la democracia.
En ambos casos, la manifestación del sentimiento de pérdida excedió el ámbito familiar y las relaciones inmediatas. Alcón fue velado en el congreso nacional y todos entendimos que este reconocimiento político fue el reflejo de lo que se manifestó en el vario escenario de un actor que sobresalió en el teatro, el cine y la televisión. Y también en lo que llamamos ámbito público, de modo que se puede decir que fue la comunidad nacional y especialmente la metropolitana la que compartió esa sensación y el implícito reconocimiento. Y hay un detalle más, también relevante: se lo valoriza como un señor de la escena, para la que estaba naturalmente dotado, pero que también asumió con singular responsabilidad. Alcón es reconocido con rara unanimidad como una persona querible y digna de admiración. Para el punto de vista que desarrollo en esta nota, en el caso de Alcón la sensación de "pérdida" tiene un espesor especial, una suerte de densidad que le da el significado de un empobrecimiento de la realidad. La importancia de este tipo de reconocimiento no necesita acentuarse con el pensamiento de que sea irreemplazable, pues lo que importa es que fue uno en la minoría muy estrecha que obtiene tal asentimiento.
El deceso de Laclau tiene un espacio de resonancia menor pues el quehacer de los pensadores no llega directamente a tantos individuos. He estado citando a Laclau aquí porque aprecié rasgos de su pensamiento (su modo de ver la historia y de interpretar hechos sociales y su efecto en el quehacer político). Este es un terreno por el cual circulan menos personas y son menos aun las que tienen conciencia de estar orientándose por los puntos de vista de un pensador y que se transmiten sin mentar su origen. Nos alimentamos de ellos pero no averiguamos la fuente. Para quienes lo valoran por esos réditos, cuenta que, siendo uno de los forzados al exilio y haber triunfado en el gran escenario, mantuvo vigentes sus lazos de afecto y su sentido de pertenencia a la comunidad de origen.
(Ya escrita esta nota con la anticipación habitual a su publicación, se produce la muerte de García Márquez, una pérdida mayor que afrontaré más adelante).
Atentamente:
JOTAVE

 


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