Domingo 14 de abril 2024

Sobre conductas posibles ante ladrón sorprendido

Redacción 25/10/2014 - 03.40.hs

Señor Director:En pocos días hemos tenido casos de ladrones sorprendidos por sus presuntas víctimas, que resultan frustrados y golpeados.Antes hubo aquí casos de ladrones y presuntos ladrones baleados por sus víctimas, en uno de los casos con resultado fatal y, luego, con derivaciones judiciales para quien pudo excederse en la defensa de lo suyo hasta convertirse en quien sentencia y ejecuta la sentencia.Dicho así puede preguntarse si hay alguna medida conocida para determinar hasta qué punto la defensa de lo propio es proporcional al daño presunto y a partir de qué punto la víctima inicial pasa a constituirse en victimario. Supongo que los estudiosos del tema han propuesto alguna forma de proporcionalidad, pero a los fines que persigo como comentarista doy por cierto que queda siempre un margen para el criterio de quien debe juzgar. Incluso en estos casos hay elementos que complejizan el análisis: si hubo confrontación anterior entre los protagonistas, si se conocían, si la víctima inicial había venido sufriendo ofensas de este tipo, etc. Estos factores aparecen o no y cuando lo hacen se dan con gran diversidad de medidas. Y hay que considerar los factores externos, tales como la atmósfera cultural de la época o de una comunidad determinada, así como circunstancias muy diversas, incluso algunas de índole política. Por ejemplo, en nuestro país (y también en otros), el tema de la seguridad es una de las tantas armas a las que se suele apelar, bien para responsabilizar a quienes ejercen el gobierno o a quienes lo han ejercido en otro momento. Días atrás es tuvo en el país una mexicana, personaje de la farándula, que apareció diciendo que cuando debe salir a la calle en Buenos Aires siente miedo, cosa que no le sucede en su país. La forma en que lo dijo y cómo trató de replicar a discretas observaciones de un interlocutor, dejó la sospecha de hallarse desarrollando un papel convenido o, caso contrario, que ella carece de los equilibrios emocionales y racionales que hacen que una persona gane o pierda crédito. Dado que, afortunadamente, en nuestro país ahora y desde hace décadas, no desaparecen grupos de personas, como sí está sucediendo en más de un lugar de México (lo más reciente, el caso del Estado de Guerrero, donde todavía buscan a un grupo grande de estudiantes normalistas que se supone han sido muertos por una mafia de narco criminales y policías municipales), parece irregular que una persona normal pueda sentir aquí más temores que allá.Lo que aquí se ha desarrollado es una atmósfera de inseguridad que parece haber tomado el ánimo de no pocas personas. Asimismo, hemos tenido peligrosas situaciones reales de reacción violenta de testigos de un hecho de robo que no solamente detienen al ladrón sino que lo someten a una agresión colectiva tan extrema que, en un caso al menos (en Santa Fe), le costó la vida a un joven que, se dice, había acudido al lugar ante el alboroto, por ver qué estaba pasando.Nadie niega que los hechos delictivos existen, pero faltan dos elementos de juicio, por lo menos: la confirmación estadística del aumento de la inseguridad es uno de tales elementos, aunque estas mediciones son siempre difíciles; otro es la disparidad en la apreciación del daño real que sufren individuos o colectividad, pues, por caso, los hechos de usura y los abusos de ciertos formadores de precios no parecen ser percibidos con la misma intensidad, a pesar de que los segundos generalmente son más dañinos para toda una colectividad. Y lo que notoriamente no entra en el análisis de quienes andan esquivando la inseguridad (como el Licenciado Vidriera omitía moverse para evitar su propia ruptura, ya que se creía de vidrio) es el análisis de la conducta propia o de personas de su entorno o conocimiento. Ciertas flaquezas y defecciones que dañan a terceros son, empero, frecuentes en la sociedad de todos los tiempos.Atentamente:JOTAVE

 

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