Miércoles 17 de abril 2024

Trump y sus socios europeos atacan otra vez a Siria

Redacción 15/04/2018 - 01.32.hs

Este nuevo ataque estuvo precedido, como siempre, de una ofensiva de los medios occidentales que fabulan historias de ataques químicos y asesinatos en masa sin pruebas.
Eduardo Luque - Damasco ha estado bajo fuego durante siete años. El enclave de la Ghouta Oriental es el punto desde donde los grupos terroristas bombardeaban la capital. Los misiles caían de forma indiscriminada, especialmente sobre los barrios populares. Solo en el ataque del 23 de febrero de 2018 (con misiles tierra-tierra) murieron más de 30 personas en el mercado de Ruk el-Dinh. En mi última visita, los residentes nos explicaban cómo, desde hacía más de siete años, había zonas de la capital que recibían el impacto de más de 80 morterazos diarios y cómo, a pesar del peligro y del horror cotidiano, la ciudad seguía viviendo. La vida en 2012, 2013 y 2014 se hizo muy penosa en las zonas al alcance de la artillería yihadista.
Durante años, el ejército sirio no pudo abrir otros frentes. Se consiguió estabilizar la situación cuando, en 2015, las fuerzas de Al-Assad consiguieron dominar las alturas estratégicas que rodean Damasco e instalar la artillería que podía batir las zonas desde donde provenían los ataques. Conquistada Alepo, Palmira y Deir Ezzor el siguiente objetivo era la Ghouta Oriental. En febrero se inició la ofensiva y llegaron como represaria los bombardeos yihadistas sobre Damasco, que solo cesaron cuando el gobierno limpió el enclave. En febrero y marzo la capital sufrió más de cien ataques diarios.

 

Mentiras que matan.
Como siempre, durante la ofensiva los medios occidentales fabularon historias de ataques químicos y asesinatos en masa: hoy no ha sido el Ministerio de Exteriores del Reino Unido sino la organización de los Cascos Blancos" y una supuesta ONG que da servicio médico a los yihadistas denominada Sociedad Médica Sirio-americana (SANS). Derrotados los grupos yihadistas y recuperada Duma, resurgen las acusaciones contra el gobierno sirio. Aunque especialistas rusos y de la ONU no han hallado ni rastros del gas ni los supuestos cadáveres, se da por válido este ataque.
La ofensiva del ejército sirio ha perseguido tres objetivos. El primero es eliminar la bolsa de "rebeldes". El segundo, y no menos importante, liberar a la propia capital de los ataques diarios contra la población civil. El tercero, sellar la frontera con Jordania.

 

Ninguna prueba.
La derrota de las fuerzas rebeldes en Duma ha obligado a sus valedores (en especial EEUU, Francia, Reino Unido y Arabia Saudita) a reutilizar el anterior argumento. Los rebeldes y sus partidarios afirman que ha ocurrido un nuevo "ataque con armas químicas". Las pruebas son dos vídeos: en el primero, tomado después del llamado ataque, se ve en una cueva a unos treinta niños muertos, de dos a diez años. No hay hombres ni mujeres entre las víctimas. En el segundo se ve como lavan a manguerazos a unos chicos; los adultos no tienen ningún tipo de protección y no han sido contaminados. Tampoco hay adultos muertos. En días posteriores aparecieron otros dos vídeos aportados por los Cascos Blancos sumamente sospechosos. En el primero se veía una "bomba de barril" lanzada desde un helicóptero que había perforado dos pisos de hormigón y había caído encima de una cama que quedó intacta, igual que la bomba, que no se abrió. En la segunda, aparecida días después de plantearse las sospechas sobre la primera, se ve a otra "bomba" ligeramente dañada, aunque intacta. Rusia, que tiene observadores sobre el terreno, así como médicos de la Media Luna Roja, afirman que no se ha podido encontrar ninguna evidencia del uso de gases tóxicos, ni siquiera los cadáveres.

 

Esconder trapos sucios.
La excusa de Trump fue el ataque con "gases asfixiantes" pero se sabe que tiene otra agenda oculta. Sus asuntos internos (los jueces han intervenido el ordenador personal de su abogado buscando pistas de sus sobornos a una prostituta para que callara lo que sabe), sus enfrentamientos con la cúpula judicial que le persigue, sus cambios continuos en la Secretaria de Estado, sus vaivenes lo convierten en impredecible y un peligro para todo el mundo. El nuevo ataque a Siria se realiza sin el aval del Consejo de las Naciones Unidas. La propuesta de Trump, vetada por Rusia, incluía, sin pruebas, atribuir la responsabilidad al gobierno sirio y carta blanca para atacar cuando lo quisiera. La propuesta rusa incluía un análisis neutral y sobre el terreno para determinar si se habían usado o no armas químicas. Rusia proponía que la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas enviara dos equipos de expertos a Siria a fines de esta semana para investigar el incidente químico; la proposición fue rechazada por el veto de EEUU. (Extractado de Rebelión).

 

Crímenes de Occidente.
La guerra siria, como la mayoría de los grandes conflictos, simplifica los problemas de forma extrema. Las zonas confusas desparecen. No hay puntos intermedios. Al final divide a las sociedades en dos bandos, con el yihadismo o contra él. Occidente ha utilizado un subterfugio que no se sostiene, primero hablaron del Ejército sirio libre, después fueron los "rebeldes", ahora es la "oposición moderada". Cuando un grupo terrorista ha cometido tal número de crímenes que su nombre es símbolo de barbarie, muta, cambia de nombre y es nuevamente ungido por los medios occidentales como los nuevos "combatientes por la libertad".
La guerra siria es también una guerra de los "medios y en los medios", pocas veces el relato ha sido tan falseado y tan manipulado. Cuando los EE.UU .bombardearon la ciudad iraquí de Mosul el año pasado se asesinó a más civiles (unos 11.000) que a terroristas. Las imágenes de helicópteros norteamericanos evacuando oficiales yihadistas antes del asalto final de las tropas iraquíes fueron censuradas por los "medios occidentales", que sí celebraron con alborozo la liberación de la ciudad. Hoy esos mismos medios acusan al ejército sirio y a los aviones rusos de crímenes sin presentar una sola prueba. (Extractado de Rebelión).

 


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