Viernes 22 de marzo 2024

Una cumbre mundial de partidos políticos

Redaccion 06/07/2021 - 21.46.hs

Más de 500 organizaciones políticas de 160 países participaron ayer de la Cumbre de Partidos y Líderes Políticos que convocó el PCCh, a 100 años de su fundación.
IRINA SANTESTEBAN
Aunque muy menospreciado en la agenda de los medios hegemónicos de comunicación del «mundo occidental», el centenario de la fundación del Partido Comunista de China es uno de los acontecimientos más destacados de este año. No sólo por la espectacularidad de los actos de conmemoración del partido que dirige a la gran potencia socialista asiática, sino porque pone de manifiesto el enorme avance de una sociedad que habiendo partido hace poco más de 70 años de un sistema semifeudal y colonial, se encuentra en pleno proceso de construcción de una sociedad socialista con características chinas.

 

Mao y la revolución.
Ello no hubiera sido posible sin la gesta revolucionaria dirigida por Mao Tsé tung, el líder histórico de la Revolución Popular que tomó las riendas del enorme país el 1 de octubre de 1949. El «gran timonel», como se lo llamó, fue uno de los 12 delegados que fundaron el Partido Comunista, en 1921, en representación de unos 50 militantes en un país que en aquel momento tenía 400 millones de habitantes.
Con errores y aciertos, con derrotas y victorias, el PCCh puso en práctica la sabiduría milenaria de ese pueblo, al aplicar creativamente el marxismo-leninismo a una sociedad atrasada y con una enorme masa campesina analfabeta. Aunque siguieron el modelo de la Revolución de Octubre y la Unión Soviética, no la copiaron, y fueron haciendo su «camino al andar». La Larga Marcha, de 1934/1935, un recorrido de 12.000 kilómetros luchando contra los nacionalistas del Kuomintang, fue una de las hazañas más emblemáticas de ese proceso revolucionario, que luego también se enfrentó al invasor japonés. La proclama de Mao en la Plaza de Tiananmen fue la culminación de ese esforzado camino y el comienzo de la construcción de una nueva sociedad, el socialismo. No era tarea fácil en un país que en 1949 tenía 600 millones de habitantes, de los cuales 500 millones eran analfabetos y con un casi nulo desarrollo de sus fuerzas productivas.

 

Xi Jinping.
El primer secretario del Comité Central del PCCh y presidente de la República Popular China, Xi Jinping abrió ayer la Cumbre con un discurso de amplitud, exhortando a la «responsabilidad» de los partidos políticos en las gobernanzas y en las medidas públicas a desarrollar para lograr lo que para el presidente chino es el objetivo último de la política: la felicidad del pueblo.
Resaltó el papel del Partido Comunista en la construcción de una sociedad «modestamente acomodada», y en los desafíos que tiene por delante en un mundo con hambre, guerras, enfermedades, confrontaciones, etc. Aunque no se refirió a los imperios responsables de esas calamidades, criticó los «hegemonismos» y llamó a la «convivencia en armonía» de los países del mundo. El palo iba para Washington…
Comprometió a su país a bregar por un «futuro compartido» con la humanidad, con justicia, y siempre escuchando «la voz del pueblo»; a aportar a los consensos entre los pueblos para buscar la libertad, la democracia y la justicia, respetando las diferencias entre civilizaciones de diferentes valores e intereses. También aseguró que China nunca practicará el hegemonismo y promoverá el desarrollo para un mundo más equitativo. «No puede quedar un solo país atrás», dijo, en un contexto con disparidad social en particular en los países subdesarrollados, pues «se deben compartir los resultados del desarrollo y rechazar los bloqueos», afirmó.
Xi criticó la «brecha inmunológica» producto de la pandemia de Covid-19, y exhortó al fortalecimiento de la cooperación en materia sanitaria, como China, que ha compartido sus vacunas con el resto de los países. Hizo una defensa del medioambiente, para que las políticas de desarrollo no sean destructivas sino protectoras de la naturaleza, pues debe haber una «coexistencia entre la naturaleza y la humanidad». Respecto al cambio climático, destacó el avance chino en reducción de las emisiones de bióxido de carbono y ratificó el objetivo que enunciara el año pasado en la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando garantizó que su país llegará al pico de emisiones antes de 2030 y la neutralidad en 2060.

 

Pobreza.
La erradicación de la pobreza fue otro de los ejes del discurso de Xi. Entre las hazañas de China se cuenta haber sacado de la pobreza a 800 millones de personas. Por ello, se consideran una sociedad «modestamente acomodada» y marchan hacia el objetivo de construir un sistema socialista moderno y avanzado, para 2049, cuando se cumplan 100 años de la Revolución.
Ningún otro país ha cumplido semejante proeza, por el contrario, vemos cómo la pobreza avanza en la mayoría de los países del mundo, incluido el nuestro, productor de alimentos pero con niños y niñas que padecen hambre.
En relación a la democracia, Xi llamó a fortalecer la «gobernanza» y a no juzgar a la democracia «de una sola manera». Es un sistema que lo decide cada pueblo y no un puñado de países, expresó. Ello en referencia a las críticas que recibe China por su sistema político, al que desde Occidente se lo califica de «dictadura», porque no responde al modelo de «democracia liberal». Es la propia Constitución Nacional China la que establece la dirección del Partido Comunista, junto a otros partidos políticos de menor representación.

 

Perón y Mao.
De Argentina, habló el presidente Alberto Fernández, quien se refirió más al Partido Justicialista que a la organización centenaria convocante de la Cumbre, recordando la comunicación epistolar entre Juan Perón y Mao. Evitó lógicamente admitir que el restablecimiento de relaciones diplomáticas con China no se dio durante el gobierno del líder justicialista sino mucho más tarde, en 1972, con el dictador Lanusse. Tampoco se refirió al combate contra la pobreza que realizó China, conciente que poco alarde puede hacer en Argentina acerca de ese tema, donde ese flagelo golpea cada día más familias en situación de vulnerabilidad.

 

Cuba.
Uno de los mejores discursos fue el del presidente cubano Miguel Díaz Canel, quien reafirmó los principios revolucionarios del marxismo-leninismo, destacando que China tiene hoy una «robusta paz económica» en su construcción del socialismo con características chinas. Fue mucho más jugado que su anfitrión cuando hizo expresa referencia a los «intereses hegemónicos» que intentan presentar a China como una amenaza a la paz. Con mucha firmeza expresó que el gigante asiático es un elemento de equilibrio para el mundo, que no exporta modelos ni aplica sanciones (como el bloqueo yanqui a la isla).
Otro de los líderes latinoamericanos que participó del evento fue el ex presidente de Bolivia, Evo Morales, quien fuera depuesto por un golpe de Estado promovido desde la Organización de Estados Americanos (OEA). La misma OEA que expulsó a Cuba hace 50 años y a quien Carlos Puebla le cantara que era «una cosa tan fea».
La Cumbre demostró que el socialismo se mantiene, con sus características propias, en un país de 1.400 millones de habitantes y tiene muchos logros que explican esa larga vida, en una civilización de 5.000 años.

 


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