Sabado 13 de abril 2024

Vargas Llosa desnudó contradicciones y lacras neoliberales

Redacción 26/04/2011 - 07.28.hs


El escritor peruano Mario Vargas Llosa se alojó durante su visita en la suite presidencial del Sheraton Hotel, que debe costar unos cuantos dólares. Seguro que este librepensador del más puro liberalismo, no pagó de su bolsillo esa cuenta. Los adinerados empresarios y catedráticos de la Mont Pelerin Society se habrán hecho cargo de ese gasto. La operación política bien valía la pena, pues la participación de este otro peruano parlanchín -perdón Hugo Guerrero Marthineitz- era imprescindible para el éxito del seminario internacional "El desafío del populismo".
El marketing de los neoliberales fundados por Friedrich Hayek y Milton Friedman había aconsejado que sin el premio Nobel aquella reunión no iba a tener impacto. Y para que éste fuera importante, el escritor debía venir al país envuelto en sus mejores galas de víctima del "populismo" y hasta de la "censura" kirchnerista. Y así fue. En ese sentido la fundación podrá confeccionar un balance positivo de su iniciativa.
Pero por otro lado, las declaraciones y hechos políticos protagonizados por el visitante a lo largo de la Semana Santa, pusieron muchas cosas en la columna de su Debe.
Por ejemplo, el lunes 18 Vargas Llosa dio un agasajo a los políticos de la oposición en el Sheraton, que ya era como su casa. La crónica de La Nación informó: "Allí, entre cazuelitas de mariscos, canapés y copas de champagne, Vargas Llosa se dio el gusto de estrechar manos con el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri (Pro); el candidato presidencial del Peronismo Federal, Eduardo Duhalde y su esposa, la senadora Hilda Duhalde; la diputada Patricia Bullrich (Coalición Cívica) y sus colegas Francisco De Narváez y Gustavo Ferrari (Peronismo Federal), entre otros invitados".

 

Actividades populares.
¿Cómo evaluarán millones de argentinos ese menú y esos convidados, a los que no les tiene particular estima? Difícil saberlo con precisión, pero este cronista tiene la impresión que esas reuniones con esos personajes no deben ser muy populares que digamos.
El día anterior el visitante había ido a un almuerzo que le organizaron sus amigos. Volvemos a la "tribuna de doctrina" ganadera para saber lo ocurrido: "Donde sí habló de otros tópicos, como la política, fue después, en un almuerzo en la Fundación Proa, en La Boca. Compartieron la mesa con los Vargas Llosa el jefe de gobierno porteño y sus ministros; Daniel Novegil, presidente de la empresa Ternium, de la Organización Techint, que sostiene Proa, y dos amigos del premio Nobel: el diputado español del Partido Popular, Miguel Angel Cortez, y el presidente de la Fundación Libertad, Gerardo Bongiovanni".
Volvemos a los interrogantes. ¿Almorzar con Macri y sus ministros, con diputados del neonazi José María Aznar y el titular de su dependiente Fundación Libertad (Bongiovanni, ex Recrear), es una actividad popular? Por otro lado, ese vínculo con Macri contradice políticamente al Nobel. Es que el grupo Socma vivió del Estado, los contratos inflados, las concesiones, las privatizaciones y la estatización de su deuda privada, entre otros.

 

Con lo peorcito.
Macri está procesado por el juez Norberto Oyarbide por espionaje ilegal, con procesamiento confirmado por la Cámara Federal. El ingeniero avaló y reconoció la gestión del intendente de la dictadura militar, Osvaldo Cacciatore. Al mostrarse feliz a su lado, ¿no comprometía el Nobel su supuesta foja de servicios de que nunca había apoyado dictaduras militares?
Por otro lado, en varios reportajes, Vargas Llosa embistió contra toda intervención del Estado en la economía. En este punto admitió su ignorancia respecto a cómo había que actuar frente al estallido de la crisis capitalista de 2008. Apurado por una pregunta de Martín Granovsky y Silvina Friera en Página/12, confesó su inutilidad: "Yo estaba en la confusión total, y creo que ahí se necesitaba un tipo de conocimiento técnico de la magnitud de la crisis y de las consecuencias para tomar una decisión. Yo carecía de eso y simplemente, como sobre muchas otras cosas, lo que he declarado es mi perplejidad".
Esa incapacidad le viene del vínculo y participación en la Mont Pelerin, creada por dos exponentes de un neoliberalismo que apoyó a Augusto Pinochet; la fundación considera que Ronald Reagan fue un "populista bueno". En cambio, le provoca urticaria un tibio socialdemócrata como el Nobel Paul Krugman.

 

Debilidades.
Granovsky y Friera lo engancharon en este punto. "¿Usted dice que Krugman, el columnista de The New York Times, es colectivista?", le repreguntaron. "Sí, tiene debilidades colectivistas, como muchos socialdemócratas muy respetables, demócratas impecables que tienen debilidades colectivistas", contestó el derechoso.
Y no es que Vargas Llosa desconozca nociones fundamentales de economía; el problema es que aprendió de memoria los postulados del Consenso de Washington. La mayoría de los economistas hoy cree que esa doctrina está desautorizada y demodé, incluso aquellos que en WikiLeaks confiesan que son pro-norteamericanos, como Amado Boudou.
El peruano mostró en Buenos Aires quiénes son sus simpatizantes en el terreno económico y empresarial. En la larga cita de más arriba se consignaba que en el almuerzo dominical de Proa había estado con "Daniel Novegil, presidente de la empresa Ternium, de la Organización Techint, que sostiene Proa". ¿Casualidad? No parece. En esos días Novegil había presentado un amparo ante la justicia, disconforme con que el Estado designara dos directores en su empresa a partir de contar con el 26 por ciento de las acciones. "Dios los cría y el viento del neoliberalismo los amontona" a estos aliados políticos.

 

Bajando línea a oposición.
Muchos exponentes de la derecha buscan escudarse en que tal personaje o tal evento son "culturales" o "deportivos", y no políticos, para tratar de justificarlos. Así argumentaba el insoportable José María Muñoz, amigo de la dictadura, para apoyar el Mundial de Fútbol 1978. Después, cuando se sintió ganador, politizó su discurso y pasó a acusar a los que hacían "campaña antiargentina".
Con los amigos de Vargas Llosa ocurrió ese mismo cambio de antifaz del limitado relator que contaba todo un partido de fútbol con un vocabulario de apenas 150 palabras. Al principio el peruano era sólo un genio de la literatura, al margen de sus ideas políticas. Después fue a la Feria del Libro a reivindicar sus críticas a la Argentina actual, que habría caído a un abismo populista y tercermundista luego del pasado glorioso del primer centenario, cuando calificaba para el Primer Mundo.
¿Acaso la confrontación entre la posición del país en el primer Centenario y la del Bicentenario no fue propiciada por la oposición conservadora en mayo del año pasado? ¿Cómo se saldó esa discusión? Con millones de personas participando de las actividades culturales y políticas organizadas por el gobierno nacional, que inauguró el Salón de los Patriotas con cuadros de Perón, Che Guevara, José Martí, Simón Bolívar y otros. Los presidentes del ALBA se pasearon por esa Buenos Aires rescatada al macrismo.
Fue tan fuerte la paliza a la derecha local y regional, que Elisa Carrió desvarió con que fue "Fuerza Bruta" la organizadora de la muestra popular de dolor ante el fallecimiento de Néstor Kirchner.

 

Liberales.
Vargas Llosa, como si este festejo popular no hubiera ocurrido, sigue sanateando con que Argentina entró en estatismo, crispación y decadencia. No es que se viva en el mejor de los mundos, pero el pueblo está hoy bastante mejor que cuando la oligarquía oprimía a los trabajadores y chacareros, y convertía el país en el "granero del mundo" y en "casi una perla en el collar de su Majestad" británica.
En su columna del domingo ("Vargas Llosa nos dejó una advertencia"), Mariano Grondona -del serpentario alojado en la Sociedad Rural- rescató el consejo del visitante: la oposición debe unirse para que no pierda como pasó en la primera vuelta de Perú. Este botón de muestra confirmó que el Nobel vino a hacer política, de la peor.
No mentía "6, 7, 8" cuando el domingo puso declaraciones de archivo, de 1992, donde el peruano elogiaba la política económica de Carlos Menem, el libre mercado y las privatizaciones. Un pequeño aporte de Vargas Llosa a la derecha fue la emergencia de un reducido grupo del Partido Liberal Libertario apoyándolo con pancartas en la Rural. Es la misma agrupación que atentó contra el monumento a Ernesto Guevara en Rosario, el año pasado.
Que el Nobel auspiciara la aparición de ese partido fue como haber parido de nuevo a la UCeDé. Entre tanta gente linda sólo faltaban la foto del ingeniero Alvaro Alsogaray y el visón de su hija.

 

EMILIO MARIN

 


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