Domingo 07 de abril 2024

Venezuela e Irán vienen goleando a míster Trump

Redaccion 27/05/2020 - 21.39.hs

Tres barcos iraníes ya llegaron a aguas venezolanas llevando combustibles y productos químicos para refinación de crudo. Gran victoria de Irán y Venezuela.
SERGIO ORTIZ
Aunque las sanciones y agresiones norteamericanas contra Venezuela venían desde mucho antes que Nicolás Maduro sea presidente, se agravaron en los últimos años. En 2014 hubo una resolución sancionatoria del Capitolio y en los tres siguientes años esas agresiones tomaron la forma de resoluciones del presidente Barack Obama. Su falso argumento fue que Venezuela suponía un peligro para la seguridad nacional estadounidense.
Desde 2018 Donald Trump profundizó esas sanciones, congelando activos de la petrolera venezolana Pdvsa (Citgo en Estados Unidos), prohibiendo el comercio con el país sudamericano y en particular penalizando las ventas de petróleo venezolano. Era y es un plan para asfixiar al gobierno bolivariano y a toda la población, teniendo en cuenta que los ingresos petroleros son la clave de su balanza comercial.
Si bien el país tiene las reservas petroleras comprobadas más importantes del planeta, si no lo dejan exportar es como si careciera de las mismas. Hace unos años Venezuela producía 3 millones de barriles diarios y tenía el plan para aumentar esa producción a 5 millones diarios. Hoy fruto de las sanciones y la asfixia no llega a producir 1 millón diario, con la consiguiente caída de ingresos. Con un notable agravante: hace pocos años el barril cotizaba a 100 dólares y hoy su cotización bajó a 20, incluso por momentos bastante por debajo de eso, lo que pone más en rojo los números venezolanos.
Y hay más problemas. Algunas refinerías no funcionan correctamente, incluso una está parada por falta de repuestos, en el marco de ese verdadero bloqueo que sufre a manos de EE UU. En consecuencia, aunque tiene las mayores reservas petroleras del mundo, no puede extraer crudo y tiene graves inconvenientes para refinarlo y convertirlo en combustible. Hace dos meses que escasea en todo el territorio nacional.
Esta quizás larga introducción explica la enorme importancia de lo sucedido el sábado 23 de mayo, cuando el barco iraní, Fortune, llegó a aguas venezolanas conteniendo combustible y productos químicos para la refinación de crudo. Dos días más tarde llegó el segundo tanquero, Petunia. Y la lista se completará con los otros tres que restan para estos días: Forrest, Faxon y Clavel.
Es muy meritorio, política y militarmente, que un país también agredido por el imperio como lo viene siendo Irán desde su revolución islámica de 1979, se atreviera a enviar esos cinco tanqueros. Es que en el Caribe y aguas cercanas a Venezuela se están haciendo desde abril maniobras navales norteamericanas que apuntan contra Caracas con el también falso argumento de que sería la cuna del narcotráfico. «Estamos desplegando destructores navales, barcos de combate, helicópteros, aviones de la fuerza aérea para labores de vigilancia y patrullas de la Guardia Costera, duplicando nuestras capacidades en la región», amenazó Trump el 1 de abril rodeado de jefes militares. El presidente iraní Hassan Rohani mantuvo su palabra y fletó sus cinco barcos para un viaje de 12.000 kilómetros, no precisamente de turismo ni placer.

 

Cerco burlado.
Hubo otras dos circunstancias que permiten dar más valor aún a la mano tendida amistosamente por Teherán.
El 26 de marzo pasado Mike Pompeo, secretario de Estado, con el fiscal general Bill Barr, denunció al presidente venezolano de ser cabeza de un cartel de narcotráfico que supuestamente inundaba de cocaína el mercado estadounidense desde el Caribe. Y ofrecía 15 millones de dólares por datos que permitieran capturar a Maduro. En la oferta daban 10 millones por la cabeza de Diosdado Cabello, titular de la Asamblea Constituyente, y misma suma por otros dirigentes.
Esos anuncios pueden tener su conexión con el frustrado desembarco del 3 de mayo de algunos militares antichavistas y grupos de mercenarios adiestrados en Colombia. Fue el operativo Gedeón organizado por Silvercorp, una contratista de servicios paramilitares a la que el golpista Juan Guaidó y su asesor Juan J. Rendón pactaron pagarle 212 millones de dólares por la operación. El fiscal general venezolano imputó a 31 detenidos en el fracasado desembarco y otros 8 fueron abatidos.
En ese marco de agudización de las sanciones estadounidenses y planes agresivos, incluso militares, debe leerse el arribo de los primeros dos barcos iraníes y aguardar que los otros tres también lleguen a destino.
Los cinco supertanqueros iraníes tienen una capacidad aproximada de 800 000 barriles, lo que significa que cargan 127 millones de litros de gasolina. Un buque carguero trae 800 000 litros de insumos químicos, catalizadores para destilar gasolina, lo que permitiría a las refinerías venezolanas producir dicho combustible para unos cuantos años (Granma 23/5). Otras informaciones hablan de 1.5 millón de barriles.
Como sea, es una gran ayuda y muy concreta para Venezuela, en el plano vital de los combustibles, con todo lo que significa en transporte de personas y actividad económica.
El almirante estadounidense Craig Faller, jefe del Comando Sur, había amenazado con que sus naves de guerras estaba muy vigilantes en el Caribe. Dos de los barcos llegaron igual: ¿se le escapó la tortuga al almirante? ¿O la administración Trump no se atrevió a capturar a los barcos en cuestión?
El cronista se inclina por la segunda opción. Trump viene debilitado por su criminal inacción frente al Covid-19 y desprestigiado en todo el mundo. Detrás de cada barco estaba la bandera de Irán, pero también las de Venezuela, China, Rusia y varias más, de creciente fuerza política, económica, diplomática y militar. Atacar uno de esos tanqueros era declararle la guerra a ese bloque internacional, cuando está en crisis el mundo personificado en Wall Street, el FMI, la Casa Blanca y el Pentágono.
Esta derrota norteamericana no fue en la lejana selva vietnamita sino en el «patrio trasero», en Nuestra América, a la vista de todos.
La solidaridad es un gesto que vuelve. El 23 de mayo de 2011 Pdvsa había sufrido sanciones de EEUU por «haber participado en actividades relacionadas con la provisión de productos refinados del petróleo a Irán», dijo el entonces subsecretario de Estado James Steinberg. Exactamente 9 años después, productos refinados iraníes del petróleo llegaban a Venezuela.

 

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