Jueves 16 de mayo 2024

Cuentos de brujas

Redacción 01/11/2022 - 07.40.hs

Las brujas, como emblema feminista, encarnan lo condenable patriarcalmente y su persecución hasta nuestros días evidencia el aggiornamiento de las hogueras para neutralizar su peligrosidad.

 

*VICTORIA SANTESTEBAN

 

En días de la festividad celta que celebraba el fin de la cosecha, el recuerdo de los familiares difuntos y el mundo de los espíritus -Halloween- las brujas con reivindicación sin precedentes, recuperan su historia de persecución y empoderamiento.

 

La criminalización de brujas hacia comienzos de la Edad Moderna obedeció al apartamiento de estas mujeres al rol tradicional doméstico/maternal, lo que habilitó su persecución femicida. El sistema penal construyó a esta enemiga pública y trazó su identikit de bruja para emprender su exterminio. El texto El Martillo de las Brujas (Malleus Maleficarum) publicado en 1487 -reeditado una treintena de veces y diseminado por toda Europa - fue la fuente principal utilizada por los jueces condenadores de brujas para la matanza sistemática de mujeres.

 

La nómina persecutoria comprendía no sólo a curanderas sino a toda cabeza femenina que sobresaliera: "Contestarle a un vecino, hablar con voz demasiado alta, tener carácter fuerte o una sexualidad demasiado libre, ser inoportuna en algún sentido ponía a una mujer en peligro" describe Mona Chollet en su libro "Brujas. La Potencia Indómita de las Mujeres". Chollet, también Rita Segato y Silvia de Federici, habla de una guerra contra las mujeres, en referencia a la caza de brujas y advierte de la liviandad académica con la que se ha abordado a esta matanza de mujeres, a estos "verdaderos actos de explosión misógina".

 

Cacería.

 

A pesar de que alrededor de 100.000 mujeres fueron víctimas de la cacería, y cerca de 60.000 ejecutadas por tribunales eclesiásticos y civiles, la historia oficial se encargó de redactar los hechos de modo anecdótico, silenciándose un capítulo indispensable de la historia para el desarrollo del capitalismo, división sexual del trabajo incluida. En este sentido, en "El Calibán y la Bruja", Silvia de Federici señala que la caza de brujas fue funcional a la construcción de un orden patriarcal en el que los cuerpos de las mujeres, sus trabajos, poderes sexuales y reproductivos fueron puestos bajo el control del Estado y transformados en recursos económicos. "La caza de brujas fue una guerra contra las mujeres, fue un intento coordinado de degradarlas, demonizarlas y destruir su poder social. Al mismo tiempo, fue precisamente en las cámaras de tortura y en las hogueras en las que murieron las brujas en donde se forjaron los ideales burgueses de la feminidad y domesticidad".

 

Frente a la trivialización oficial que invisibilizó a la caza de brujas como instrumento de exterminio, adoctrinamiento y control capitalista y patriarcal, los movimientos feministas de los setenta recuperaron y reivindicaron a las brujas y su persecución hasta construir una simbología de resistencia y revolución alrededor de ellas. El movimiento estadounidense "Witch" (Women's International Terrorist Conspiracy from Hell, Diabólica conspiración terrorista internacional de las mujeres) es pionero en esta apropiación reivindicatoria de las brujas y en esta parte del mundo es lema feminista en cada marcha que "somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar".

 

Brujas.

 

En 2016, el museo Saint-Jean de Bruges -en Brujas, Bélgica- fue escenario para la exposición de las Brujas de Bruegel, el primer pintor que se apropió artísticamente del tema. En momentos de la presentación, cuenta Chollet que el director del museo se refería jocoso a que muchas de las personas que hoy residen en Brujas ignoraban hasta el momento que sus antepasadas habían sido condenadas por brujería: "lo decía sonriendo, como si el hecho de incluir en el árbol genealógico a una mujer masacrada en base a argumentos delirantes fuera una anécdota menor y muy simpática para contar ante lxs propixs amigxs. Y nos preguntamos: ¿de qué otro crimen en masa es posible hablar así, con una sonrisa en los labios?". El reinado del terror a partir del aniquilamiento de familias enteras para la represión de ciertos comportamientos y prácticas que de allí en adelante se considerarían intolerables, contribuyó a moldear un mundo que hoy es el nuestro.

 

Brujas de hoy.

 

El deber de ser buenas -de no ser brujas malvadas- opera desde entonces, exigiéndonos tantísimo más que a nuestros pares, con reproches de género que continúan normativizándose, a imagen y semejanza del Malleus Maleficarum. La persecución encarnizada contra las brujas emprendida en el siglo XV reversionó los métodos para su vigencia en pleno siglo XXI. Las aggiornadas neohogueras lograron tal sofisticación que pasan inadvertidas, con métodos de disciplinamiento diseminados globalmente. La persecución de hoy se ensaña contra las mujeres que se alejan de las posibilidades válidas de ser mujer conforme el patriarcado, es decir, madres y reinas del hogar o, en el extremo bien opuesto, objetos hipersexualizados para entretenimiento machista. Las mujeres que reencarnan a esas brujas en este siglo son las que desafían cotidianamente las relaciones de género y abren el juego existencial a otras formas de vivir la feminidad, con la independencia en la inmensidad del pantano y la belleza contrahegemónica como banderas.

 

Rescate.

 

Los feminismos han salido al rescate de las brujas, recuperando sus historias, revisando y reversionando los hechos contados hasta nuestros días por sus verdugos. Los cuentos comenzaron a narrarse con voz protagónica de las siempre demonizadas. Conocimos y creímos en sus relatos de persecución y exterminio. Nos identificamos en esas narrativas y caímos en la cuenta de los métodos persecutorios contemporáneos que mandan a ejecutar a quienes, como sus antecesoras, se alejan de los modelos patriarcales de mujer. Todavía en nuestro siglo despierta ese afán persecutorio todo atisbo de independencia y sabiduría, de empoderamiento y rebelión femeninas.

 

El feminismo rompe el hechizo que nos enemistaba e invita al aquelarre sororo. Los conjuros pronuncian lo impronunciable, lo que se callaba. Las danzas caóticas alrededor del caldero lo revuelven todo y ensayan pócimas para la deconstrucción. La revolución rompió el encantamiento que nos mantuvo con temor a las brujas y a ser una de ellas. La búsqueda de libertad feminista, con rituales que hermanan y socorren, al calor de las velas que guían, convence sobre la fuerza poderosa del movimiento amoroso. Sabedoras de las hogueras que todavía arden reacondicionadas con sofisticación espeluznante, camufladas para un discreto entrampamiento, se agudiza la intuición para detectarlas y advertir de su existencia a fuerza de conjuros. En tiempos de rescate de brujas, de revolución de sus hijas y nietas, de danzas heréticas en espacios postergados, los calderos invitan a cambiar el mundo.

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

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