Domingo 05 de mayo 2024

El 24M no es cosa del pasado

Redacción 29/03/2022 - 00.21.hs

La enorme movilización del último 24 de marzo conmovió a la sociedad argentina y dejó en claro unos cuantos puntos.

 

En principio, los dos años sin actos públicos producto de las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia no hicieron mella en el compromiso de la militancia, por el contrario, operaron como una suerte de estímulo para volver a las calles con renovadas energías y las consignas de siempre: "memoria, verdad y justicia". El gran volumen que adquirieron los actos esta vez habla de una necesidad imperiosa de expresarse en un momento muy difícil de la vida política y económica del país, realidad que no es ajena -como muchos pretenden hacernos creer- a la recordación de esta fecha aciaga para la inmensa mayoría de los argentinos.

 

El debate, la confrontación de ideas y de políticas que esta fecha propone no es cosa del pasado; hay una línea de tiempo que se extiende desde aquellos días hasta hoy y que le otorga una vigencia muy difícil de disimular a pesar de la prédica insidiosa de la dirigencia y de los medios de comunicación de la derecha.

 

La ideología económica de la dictadura cívico-militar, el modelo de país que vino a imponer, no se esfumó con su retirada; persistió, se manifestó de diversos modos e incluso llegó a gobernar dos veces más, aunque ya no por obra y gracia de un golpe de Estado sino de las urnas. La última y más reciente experiencia nos volvió a dejar un país devastado por las políticas económicas aplicadas que siguieron al pie de la letra los lineamientos que introdujo el civil José Alfredo Martínez de Hoz en los setenta del siglo pasado.

 

El negacionismo que campea hoy en la derecha macrista y en sus socios de la alianza Juntos por el Cambio no es antojadizo. Cuando sus dirigentes hablan del "curro de los derechos humanos", menosprecian la cantidad de víctimas del genocidio o reflotan la teoría de "los dos demonios" no solo buscan ofender la memoria de las víctimas sino también, y mucho más importante, trazan una genealogía ideológica que los emparenta directamente con aquella experiencia que inoculó el neoliberalismo en nuestro país. Es por esa razón que cuando estuvieron en el gobierno se dedicaron con tanto entusiasmo a obstaculizar los juicios en marcha contra los genocidas y a liberar a los que ya estaban condenados y en prisión.

 

Es evidente que la multitud que ganó las calles el 24 de marzo enfureció a la derecha política y mediática. En la histórica Plaza de Mayo la concentración fue extraordinaria, pero también en todas las ciudades del país hubo actos y marchas que le dieron a la fecha un significado especial. Ya no es posible que el "periodismo de guerra" siga diciendo tan livianamente que la juventud se embanderó con los más fanáticos de la libertad de mercado, o que está seducida por las figuritas televisivas de la ultraderecha. Las incontables columnas de jóvenes que se sumaron al acto del jueves pasado refutaron con creces esa manipulación de la prensa porteña.

 

Un pueblo movilizado que exige "memoria, verdad y justicia", que trae al presente la lucha del pasado, es lo que menos le gusta a los que quieren un país para pocos como el que se quiso imponer en 1976.

 

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