Sabado 20 de abril 2024

Mi tío Pepe

Redacción 02/01/2024 - 00.17.hs

Cuando es medianoche alza su copa, pide perdón por sus pecados y parlamenta un largo manifiesto donde se mezcla la burla, el mesianismo y el dolor extraño de saber que ya no se pertenece a este mundo, uno de hace apenas una semana.

 

POR ADRIAN ABONIZIO

 

Mi tío Pepe está más loco que antes. Todos los malos momentos que nos hacen pasar los gobernantes lo han deschavetado un poco más y si antes fue un utópico ahora es un distópico sin consuelo. Se ha tornado mesiánico actuando como un ángel con su espada flamígera; hablando por lo bajo; preparando ungüentos contra la mala suerte y los desaires de la fortuna. Como su oficio era el de taxidermista nada le cuesta devorarse los discursos de los reyes; los noticieros adversos; los palazos en vivo y la mala entraña de las intenciones que acechan. Acostumbrado al triperío y la sangre esto le habrá de parecer un entretenimiento. - No saben las fuerzas que están moviendo: es como sacar oro... se dinamita una montaña por unas pepitas. La vida los va a voltear y no tendrán descanso ni aquí ni en la más allá. Su sangre se echará a perder y sus descendencias serán devoradas por el Mal.

 

- Pero tío, ¡si ellos son el mismísimo Mal-Error!

 

- Hay un Mal del Mal -explica con su lógica-. Nada de lo oscuro vive 100 años sin que les vuelva como un bumerán.

 

- ¡Pero si estos hace más que están y son inoxidables!

 

- Calma, calma y furia -me dirá estrambóticamente por sobre sus culos de botella y se sonríe-: El tiempo es una fijación provisoria; un consuelo burgués, sobrino.

 

No le discuto; le pido unos pesos en calidad de préstamo.

 

- Agarrá de ahí -señalando una cajita de lata.

 

- Queda esto, tío -mostrándole un billete de 200.

 

- ¿No alcanza? -Y me lo dice con una ingenuidad conmovedora.

 

Salgo en mi bici a la calle. Es momento de trincheras. El mundo como lo conocí hasta hace días ya no lo encuentro y lo percibo fuera de eje. ¿Me estaré volviendo como mi tío Pepe?

 

Granizo.

 

De pronto se puso a llover con piedras contenidas. Me detengo en un alero. Donde rebota el granizo como descarga de fusilería. Cuando era chico esa argamasa de violencia y hielo me enardecía y me ponía feliz de que algo en la monotonía se rompiera y uno se alejase por unos momentos de los mandamientos del orden. Siento la voz llorosa de mi madre lamentándose por los sin techo- no me deja disfrutar en paz de este desquicio creo que pensaba con otras palabras. Uno cuando es niño no mide el dolor ni la culpa. Detrás de mí hoy a 50 años entre aquella guerrita preciosa que bajaba del cielo para castigar a los réprobos según me habían enseñado en Catecismo y esta actual poco ha cambiado: solo que los perdigonazos me golpean a mí en la cabeza.

 

Llevo aun la coraza adquirida pero ignoro cuanto aguantará. Le compro 4 cigarros baratos de hoja a mi tío Pepe: él lo agradecerá y habrá de encenderlos para masticar con fruición su lidia sagrada en la que se ha metido y que ninguna medicación ni consejo hará que amengüe. Hay que ser cautos; valientes; firmes y astutos.

 

- Esto es mucho para mi mendigo… -replicando una parte de la canción de Charly Alicia en el país… Mi tío Pepe y él tienen razón. El que anda perdido soy yo.

 

Ha pasado el granizo y vuelve el sol como un advenimiento de algo que no sé. Pienso en los gobernantes e imagino un rayo de plata afilado como una flecha penetrando en el corazón del peor de ellos. Ya estoy razonando como mi tío. Debe ser contagioso el pensamiento mágico.

 

En el cielo han salido tres franjas que culminan en un arco iris que parece descender sobre nuestro techo; el cofre de las monedas de oro; el arcón de la sabiduría y la eternidad.

 

- ¿Ves, sobrino? -y señala el techo-: El dios nuestro de cada día se ha manifestado y gozamos con su paleta de pigmentos. ¡El pueblo elegido! –grita.

 

- Pare tío, que estamos al horno, y no hable de elecciones que mire cómo estamos por votar mal.

 

Se mesa una barba hirsuta de mal afeitado y proclama:

 

- ¡Nuestros son los pecados, vuestros los resultados! El fuego como este arco iris irredento los quemará por infieles e infinitos, por innatos e inmaduros.

 

Lo detengo: - Tomá, fumate un cigarrillo y callate un poco que vas a escuchar las noticias.

 

Esto ocurre en un atardecer grisado.

 

Brindis.

 

Cuando me doy cuenta ya es la noche y mi tío ha preparado algo de comer confuso y humeante, en una olla de fierro. Veo dentro una cara conocida.

 

- ¿Vamos a cenar al conejo nuestro? -le inquiero.

 

Afirma con la cabeza. - Los impíos pagarán primero, luego los desobedientes y tercero los cómplices.

 

Cuando es medianoche alza su copa, pide perdón por sus pecados y parlamenta un largo manifiesto donde se mezcla la burla, el mesianismo y el dolor extraño de saber que ya no se pertenece a este mundo, uno de hace apenas una semana. Choco las copas para no defraudarlo e increíblemente me toma de la cabeza y me da las gracias.

 

- Gracias por soportarme. Creo que me estoy volviendo loco, sobrino. No aguanto más el mundo pero no quiero morir. Ninguno de nosotros, los buenos, lo merecemos, ni siquiera el pobre conejo que era la única comida a mano.

 

- Bueno tío… pero terminemos con esta milonga de llorar tanto. Se lo pido.

 

Dice que sí con la cabeza: - Nuestra resistencia va a ser seguir viviendo. ¡Se lo prometo por todos los dioses de todas las religiones y los rayos, y las órbitas de planetas descubiertos o por descubrir, y extraterrestres amigos y animales y ánimas bienhechoras y sombras favorables de la concordia y el amor universal!

 

- Sí, tío. Amén… -le contesto convencido. Cada vez me veo más parecido a él. Me hago la señal de la cruz y se me da por silbar el tango Volver.

 

ABONIZIO@GMAIL.COM

 

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