Domingo 28 de abril 2024

Visitas inoportunas

Redacción 02/02/2024 - 02.05.hs

El viaje del presidente Milei a Medio Oriente y el Vaticano abre un interrogante –y también un temor, por qué no decirlo— respecto a su motivación y desempeño.

 

En principio porque su declarado apoyo “indefectible” a Israel no solamente embreta al país en un panorama internacional muy complejo, sino que también rompe una tradición de neutralidad de muchos años por parte de la Argentina. Lamentablemente la concurrencia a la reciente reunión en Davos sirvió para comprobar la falta de mesura del presidente, al margen de su desubicación con respecto a los asuntos internacionales de más trascendencia en la actualidad.

 

En el caso de la próxima visita oficial a Israel, haría bien atenerse al respeto al derecho internacional, a la Carta de las Naciones Unidas y a las resoluciones del Consejo de Seguridad, la Asamblea General, incluida la reciente toma de posición de la Corte Internacional de Justicia, pilares de nuestra política exterior.

 

De allí que la presencia en un Israel a cuya religión adhiere (con todo derecho) y se manifiesta partidario de lo que considera su defensa, no puede menos que inspirar dudas en cuanto a acción y reacción. En un régimen democrático, las decisiones de política exterior responden a los intereses superiores del país, según son interpretados por los agentes competentes del Estado.

 

Ya se vio que en un momento en que todo el mundo, los Estados Unidos incluso, considera desmedida la respuesta del país judío al ataque de Hamas ocurrido a fines del año pasado, Milei no ha vacilado en calificar al grupo palestino como “terrorista”, un ya antiguo artilugio verbal que se aplica a quienes están fuera de los intereses de los poderosos. Conviene recordar al menos que los palestinos defienden su tierra, ocupada y con constantes avances israelitas sobre los derechos de ese pueblo.

 

Y a propósito de la respuesta a Hamas: las críticas internas para con la falla de los (generalmente muy efectivos) servicios de informaciones israelíes sugiere reflexionar sobre esas acciones. Se impone entonces recordar un hecho conocido muchos años después de sucedido: los Estados Unidos sabían del ataque japonés a Pearl Harbour –hecho que desató la guerra mundial— pero no lo impidieron, por estar decididos a tener la primacía económica en el Océano Pacífico…

 

La posibilidad se hace más llamativa cuando en estos días, tanto el gobierno como parte del Estado de Israel, abogan por una definitiva erradicación de los palestinos de lo que, al fin y al cabo, es su tierra.

 

Después, el presidente cruzará el mar para entrevistarse con el Papa, y también con la primera ministra italiana, afín a sus ideas socioeconómicas. Claro que lo del pontífice es definitivamente más importante, especialmente si se piensa qué actitud adoptará frente a la persona a la que insultó en la forma más desmedida y grosera, apelando a denuestos tanto antiguos como modernos. Si a lo que va es en busca de una disculpa política, el momento no parece muy oportuno, especialmente si se recuerda el rostro del pontífice cuando la visita de Macri, que también había criticado la palabra papal, aunque sin caer en el agravio.

 

Por de pronto, la visita del Papa a nuestro país, que los medios gubernamentales argentinos informaban como segura, y que aunque indirecto hubiera sido un significativo apoyo político al gobierno, ha sido puesta en duda por la propia cancillería vaticana.

 

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