Jueves 25 de abril 2024

Los desafíos de un mercado complicado

Redaccion Avances 01/05/2022 - 07.15.hs

La robotización, los algoritmos que rigen la vida de las mayorías y la irrupción de las criptomonedas confluyen para un escenario laboral donde los trabajadores deben plantear nuevos derechos. 

 

Si se escucha a muchos gurúes del capitalismo de hoy coinciden en vaticinar desastres para los y las trabajadoras de todo el planeta. “Muestran una tienda 100 % automatizada en alguna ciudad del primer mundo y anuncian sin titubear: ‘¡Es el fin del trabajo!’”, describe un nota publicada en revistanafibia.com y que aborda distintos aspectos del intricado universo laboral de hoy. Y de lo que se viene. Sobre todo para los más jóvenes.  

“Si el trabajo tal como lo conocíamos va a desaparecer por los procesos de automatización -según el Foro de Davos-, el debate está en cómo sostener a una sociedad que indefectiblemente va a estar sin empleo -proponen esos gurúes-. Así surgen ideas como la de la Renta Básica Universal, una propuesta de los mismos multimillonarios que se desesperan por conseguir talentos para la industria tecnológica y a la cual se han sumado movimientos sociales y referentes de la economía política progresista. Si bien la ayuda es necesaria y urgente en un mundo con empleo cada vez más precario, el discurso que subyace en el fondo es la aceptación de una hipótesis, al menos cuestionable, de que en el mundo no habrá más empleo en el futuro”, apunta el artículo de Sofía Scasserra (se puede ver completo en https://www.revistaanfibia.com/alfabetismos-aumentados-para-convivir-con-robots/). 

¿Cuál es el riesgo: que la automatización nos deje sin empleo o que, para conservarlo, nos estemos automatizando?, se pregunta la autora. “Las estafas piramidales y las cripto es otra relación que parece poner en jaque el mundo del trabajo. Prometen ganancias inexistentes en dólares. Y más gurúes -pero esta vez del trading- aparecen en redes sociales mofándose de la clase trabajadora: ‘vos sos un gil que se toma el bondi y va a un trabajo mal pago todos los días mientras ellos hacen fortunas moviendo el dedito en el celular’. Todo, en teoría, por contar con información ‘que nadie tiene’”. 

Estos discursos deslegitiman lo que nos hace generar valor en la economía: el trabajo. Y convencen a parte de las nuevas generaciones de que no hay futuro. Que el trabajo va a dejar de existir. Que no tiene sentido estudiar. Que el país no tiene un plan para ellos y ellas. Que las máquinas que harán todo. Que no hay salida. 

¿Y si estos mitos son producto de un imaginario intencional?, cuestiona. Un trabajador desesperanzado acepta malas condiciones de contratación si la amenaza es quedarse sin nada. ‘Aceptalo, es lo que hay’: hacia ahí apunta el discurso. Es cierto, estamos viviendo un cambio de época. Pero no va por ahí. 

La industria 4.0.

Un proceso industrial se trata, en términos generales, de ingresar materia prima a una fábrica, procesarla, producir en serie y salir al mercado. Podemos argumentar pequeñas diferencias entre industrias y sectores, pero la producción industrial se trata de eso: de estandarizar, producir a escala y ofrecer productos homogéneos.

Hoy se habla de la industria 4.0 y de la nueva revolución industrial, conceptos que no terminan de definir su sentido. Es que la organización del trabajo comenzó a cambiar a partir de la emergencia de procesos algorítmicos de gestión de la fuerza de trabajo. Con la popularización de los teléfonos celulares y de las apps, la big data analiza acciones, encuentra patrones, predice comportamientos y cómo incidir en ellos. 
Este contexto fue cambiando los procesos y las prácticas sociales vinculadas a las comunicaciones, a la compraventa de bienes y servicios, a la automatización y optimización de procesos productivos y a distintos aspectos de nuestra vida cotidiana. 

¿Qué tiene que ver el solucionismo tecnológico con el trabajo del futuro? El capitalismo digital se trata de esto: de recabar datos, predecir nuestro comportamiento, generar sistemas de premios y castigos que orienten las acciones hacia nuevos hábitos de consumo y volver a empezar el círculo, resalta la nota de Anfibia. 

Lo explica la socióloga Shoshana Zuboff en su libro Capitalismo de vigilancia: primero fueron por los consumidores. Después desplegó la ingeniería conductual de nuestras vidas ciudadanas (como lo demostró el escándalo de Cambridge Analítica). Hoy se centra en la ingeniería de la clase trabajadora (que busca estandarizar nuestro comportamiento hacia los intereses de la empresa para la que trabajamos). 
Digitalización pandémica.

En la pandemia, no fue la automatización lo que nos dejó las tasas globales de desempleo más altas de las últimas décadas. Las únicas ganadoras fueron las industrias con alto nivel de digitalización y las empresas que tuvieron capacidad de reconversión hacia el teletrabajo. 

Pese a la oleada de virtualización que el Covid 19 aceleró de forma exponencial, el trabajo no ha muerto. Al contrario. Está más vivo que nunca pero exige nuevas habilidades, describe Scasserra. 

Muchas historias individuales lo muestran: durante la pandemia hemos resuelto trámites, regalitos, urgencias, hemos hecho cursos y hasta consultas médicas on line. Algo que en 2019 parecía impensado hoy es parte de nuestra vida cotidiana. La digitalización no destruyó empleo, lo salvó. Pero no llegó a todos por igual.

Durante la pandemia, la tasa de desocupación creció más entre las mujeres que entre los hombres. Y entre las personas de menores ingresos llegó a picos del 32%, cuando la media se ubicaba en ese mismo momento en torno al 13%. La brecha también aparece en terreno digital: en Argentina, el acceso a Internet y dispositivos no diferencia en términos de género pero sí de clases. Cerca del 80% de los hogares del conurbano, por ejemplo, no contaron con el equipamiento tecnológico necesario durante la pandemia, y eso se debe principalmente a la brecha de ingresos, a la educación, al salario, al trabajo. 

Nuevos derechos.

La reconversión laboral es necesaria y urgente. Se habla de educación digital, ¿pero qué implica este concepto en el nuevo mundo del trabajo? Computación y robótica se volvieron materias imprescindibles en las escuelas. 

Qué más necesita aprender el ciudadano del futuro: una relación estrecha con los alfabetismos aumentados. Si aprender a comunicarse a través de la lectoescritura era un acto emancipatorio y civilizatorio hace algunos siglos, ¿por dónde pasa la emancipación hoy? Se necesitan ciudadanos y trabajadores que aprendan a manejarse en entornos virtuales, sí, pero que también entiendan los nuevos medios, los cuestionen, los adapten a las necesidades sectoriales y encuentren oportunidades en la resolución de problemas. 

 

El mercado se mueve cada vez más en la nube. Se busca y se encuentra trabajo por la web; hay que saber usar esas herramientas y también aprender a manejar la imagen, la presentación y la privacidad de las personas trabajadoras y ciudadanas.

 

Cuestionar los procesos tecnológicos en los que estamos inmersos favorece debates sociales que lleven a nuevas leyes y regulaciones, a una conciencia colectiva sobre el poder que ejercen sobre la población, pero sobre todo para luchar por la soberanía del espacio y tiempo de trabajo. Los alfabetismos aumentados son la única esperanza de no volvernos robots de la revolución industrial conductual.

 

Otro desafío es diseñar una nueva agenda de derechos y reglas de juego en un mundo digital que crea puestos de trabajo con nuevas lógicas de fusión del tiempo y el espacio. Nos queda hablar de desconexión digital, soberanía del tiempo, protección de datos de las personas trabajadoras y auditoría algorítmica, entre otras cuestiones.

 

“Terminemos con el miedo. La pandemia nos enseñó que la digitalización puede crear más puestos de los que destruye. Hay que encauzarla a través de nuevos derechos laborales para que no vaya en detrimento de las condiciones de trabajo y alcancemos empleo decente para todos en los años por venir, de la mano de una nueva agenda de alfabetismos aumentados para que las personas trabajadoras puedan acceder a los puestos de trabajo del mañana”. 

 

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