Domingo 14 de abril 2024

Esta Julia...

Redacción 09/07/2017 - 00.40.hs

¿Quién fue esa mujer "con sus pasos cansados y su mirada gris",que evocan en su canción primogénita, el escritor Alfredo Gesualdi (h) y el músico Luis Giménez?
Creo que muy pocos saben, fuera de algunos victoriquenses que la conocieron, a quien describe y que esa "calandria sin voz", era una mujer de las orillas de Victorica.
"Uno de los tantos misterios que la pobreza da, es la cruz que ella arrastró resignadamente durante su vida, llena de penurias, estrecheces y privaciones, presente en muchos paisanos de nuestra tierra. Por eso si ven una calandria sin voz, esa es su alma en pena".
Con ese poema transparente, comienza el vuelo del escritor, que hacia una década había iniciado, junto a su amigo Lalo Sosa, de la zona de La Pastoril, a recorrer la huella del canto popular y sobre todo definidamente regional. Fue poniéndole música a la corralera, con tema dedicado a don Irineo Figueroa, un antiguo tropero.
Ella, era una mujer de baja estatura, cara alargada, ojos pardos, nariz achatada, piel de color medio oliva, de cutis curtido por el sol y el pampero, cabello de color azabache, que lucía trenzado, peinado con raya al centro. Usaba vestido o pollera y blusa, en verano y en los inviernos bajo cero, saco y poncho. De alpargatas diarias y zapato en ocasiones especiales. Sus piernas cortas, medio arqueadas, denunciaban que de muy pequeña había andado a caballo durante varios años y su espalda medio doblada, de tanto llevar el atado de leña para el rancho. Fumaba cigarrillos que ella misma armaba, mezclando tabaco y papel que llevaba en su tabaquera, junto a una caja de fósforos.
Su compañero, con quien había tenido un hijo, era un jornalero que vivía en los campos cuando el trabajo abundaba, aunque la paga era escasa y todavía no existía el estatuto del peón rural.
A menudo Julia no tenía qué echarle a la olla de tres patas, entonces recorría algunos comercios solicitando algún gesto solidario. Alfredito la veía porque precisamente al lado de su casa paterna estaba la carnicería de don Miguel Peralta y "Chumo" Riela y más allá el comercio de su abuelo italiano -don Vicente Imbelloni-, a media cuadra el hotel de Nicola Di Dio y enfrente la Municipalidad, que observaba desde la vereda de su casa. Por eso el primer verso dice "Yo la vi, transitar esas calles".

 

"Diablo Rojo".
Cuando en la década de 1970 volvió la democracia de la mano de un gobierno popular, se abrieron las peñas y los boliches reactivaron los bailes. Alfredito la vio bailar en "El Diablo Rojo" de Lázaro Jofré, cuando su bailanta estaba en el edificio de la esquina frente a la estación del antiguo ferrocarril del oeste, que pertenecía en ese entonces a la familia de Atilio Viglino.
Precisamente fue con René Viglino, que Alfredito integró un dúo. Aprendió a tocar intuitivamente la guitarra con algunas indicaciones del amigo, haciéndolo en una de las que su padre tenía para la venta.
La mujer capturó la atención del ojo poético que comenzaba a desarrollarse, porque a pesar de la pobreza, muchas veces rayando en la miseria, con los pocos pesos que conseguía Julia, haciendo algunas changas, como acarrear agua del grifo, hachar leña en algunas casas, cortar los yuyos o lavar algunas mudas de ropa, ella era el "duende nocturno", la del "ángel oculto"que se empolvaba, coloreaba sus mejillas, se pintaba los labios y se ponía algunas alhajas. Y los fines de semana recorría el pueblo de una punta a la otra. Se hacía más de treinta cuadras "y andará cavilando en la noche/ descifrando el misterio que la pobreza da", escribe el poeta, en un tono de reproche por tanta injusticia social hacia ella y los de su tribu originaria, que fueron los antiguos dueños de la tierra.
Y como a veces casi nadie la sacaba a bailar, ella danzaba sola o con su hijo. Probablemente el placer por el baile vendría de recuerdos de las mujeres ancestrales de su familia o de cuando era niña y miraba de afuera los bailes en los galpones del ferrocarril o en las yerras de la zona. O quizá en los de la familia Pral, o en la cancha de Cochicó donde tocaba el acordeón don Calfuán.

 

La musa.
Julia Relmo fue analfabeta, descendiente de familia indígena, pobre de solemnidad. Según el investigador de la toponimia Eliseo Tello, "Relmo o Relmu, es el arco iris y así se llamaba un cacique ranquel". Don Esteban Erize en el tomo 5º de su diccionario dejó escrito que "Relmu, reina de los pinares es el título de una obra novelada de Estanislao Zeballos referida a los pehuenches patagónicos." El investigador de la genealogía indígena pampeana José Depetris, dice que en Loventuel existió un paisano Relmo, cuya compañera se llamaba Julia. Es altamente probable que hayan sido ellos.
La musa inspiradora vivía en un ranchito que estaba en la última manzana de los Pisaderos, sobre el camino viejo, que unía Victorica con Telén. Me queda la duda, si alguna vez Tello la consultó, porque él visitaba a la familia Medina que vivía en la loma de los Pisaderos, hacia donde lo solía ver pasar con una tira de asado y una botella de vino. Algunos la conocimos cuando nos encontrábamos en la década de 1950 en el grifo, en la esquina de la manzana donde estaba el boliche de Matías Ramos, que después fuera el Bar "El Puma" de Chino de la Nava. El jagüel que tenía en su rancho se había secado, igual que nuestros pozos familiares a partir de fines de la década de 1940, cuando se instalaron las grandes bombas del Servicio de Obras Sanitarias en los médanos cercanos, de donde se extrajo el agua con que se alimentaron los grifos públicos y las conexiones a escuelas, el Banco, Hospital y otros organismos públicos.
Cruzando la calle, enfrente a su rancho, vivía el indio Olmo, más cerca de la laguna estaba el rancho de los Seivane y cruzando la calle, estaba la chacra de los Cazaux, donde vivía la familia Cortés y la del carneador Luzuriaga. Allí solíamos ver a Julia, juntando piquillín, chaucha de algarrobo y papa de monte, también poleo, carqueja, paico, tomillo y a veces pichana para escobas.

 

Despertar del poeta.
Alfredito desarrolló primero su gusto por la buena música folklórica nacional. Sus amigos Chumo y Pocho Riela, el primero un excelente bandoneonista y el segundo un muy buen dibujante, pintor y también bandoneonista, ambos jugadores del equipo de Cochicó. Ellos le hicieron escuchar a Los Andariegos, Los Quilla Huasi, Los Nombradores, Los Fronterizos y también a Troilo y Piazzola.
En la quinta de la familia Riela, los músicos se solían juntar con los hermanos Urquiza: Hugo bandoneonista, Carlos y Beto guitarristas y ahí estaba Alfredo viendo, escuchando, y admirando algún ensayo para las noches de serenatas.
Victorica es un pueblo que siempre ha tenido los bares y confiterías del centro y los populares boliches de las orillas. Cuando en la década de 1970 llegó la última oleada de la diáspora saladina, arribaron los hermanos Fuentes. Se instalaron detrás del almacén de Nicolás Hermanos y ahí enseguida hicieron una ramada grande, armaron cancha de bochas y además del mostrador, pusieron mesas. En ese boliche Alfredito conoció por primera vez a "Chicho" Sejas, el autor de "Las Campanas de palo". Lo que abrevó en esos boliches, que lo recibieron paisanamente, fue el rubio Néstor Massolo, quien volcó sus impresiones en el "Coplero de Victorica"de 1987. "Alcánceme amigo Alfredo/ ese vaso de nostalgias/ y bebamos en las cuerdas/ el rezo de las guitarras."(Poema Nº1) "Hermano Chicho la vuelta/por la vida ya está paga/si en el sueño de los pobres/el amor está de farra." (Poema Nº5)
Después, Chicho fue músico estable de "El Diablo Rojo", acompañado por José Echeveste y los hermanos Morán, esos que grabó en 1975 Ercilla Moreno Chá, en el Documental Folklórico de la Provincia de La Pampa. Carlos Morán ejecutando una "verdulera", interpretó una polca que había aprendido de su padre don Claro, fue acompañado en esa ocasión por las guitarras de Roberto su hermano y Julio Cortés. Chicho grabó una ranchera ejecutada en acordeón a piano y también un estilo acompañándose en guitarra.
En aquella apertura democrática fugaz de la década de 1970, que se devoró el Golpe de Estado de marzo de 1976,e instauró la más trágica dictadura, el joven Alfredito hizo su debut en público con el dúo "Los Pampas", que integró con Agustín Borthiry. Luego formó las "Voces del Pueblo", y junto a Pedro Cabal, antes del horror de la serpiente verde, alcanzaron a obtener en Cosquín una mención especial por su actuación, en la que interpretaron "La Chilquita". A principios de 1977, se tuvo la noticia de la desaparición de su amigo Oscar Di Dio "en la noche de la infamia y el horror", que todavía no ha concluido.

 

Luis Ernesto Roldán
Colaborador de Victorica.

 

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