Jueves 02 de mayo 2024

Catherine Fulop: talento emotivo

Redacción 01/09/2008 - 03.33.hs

El buen presente tiene para la venezolana un plus: luego de alguna incómoda experiencia logró ser parte del programa más visto de la actualidad sin necesidad de someterse a polémicas mediáticas.
Por LULY VITCOP
Diosa a los 42 años y más llorona que nunca. Esta faceta no sería para nada nueva en Catherine Fulop como muchos piensan en el medio. La actriz venezolana, como jurado de Talento Argentino, regresó a sus fuentes con lágrimas y la sensibilidad a flor de piel cada vez que le toca juzgar a un participante. En nuestro país y en Latinoamérica se hizo famosa por los culebrones como Abigail (1988), en los que ella era -literalmente- un mar de lágrimas. Veinte años después pareciera que le hizo carne el lema de Moria Casán: "Si querés llorar, llorá". El infartante cuerpo de la pulposa venezolana sigue estando en boca de todos aunque ella diga que en su pancita porta unos kilitos demás. Paradójicamente, cuando se estableció en nuestro país a principio de la década del 90 asumía papeles en televisión que solían esconder sus curvas. Se reservaba para las campañas gráficas las poses sensuales y atrevidas. Siempre ligera de ropa; nunca desnuda. Recién en 2006, de la mano de Jorge Guinzburg, se animó a ponerse las plumas en la revista Un País de Revista, y en 2007 participó en Bailando por un Sueño, donde hizo gala con su escultural figura, pero con un final abrupto. Catherine se bajó de un éxito y eligió las tablas para desarrollar la actuación con la obra de teatro Educando a Rita, en la que interpretó a una colegiala que se relaciona con un erudito profesor. Este año probó las mieles de la conducción en Tendencia (sábado a las 20 por Canal 9), y a los tres meses abandonó para subirse al inesperado éxito de la televisión vernácula: Talento Argentino (los domingos a las 22 por Telefé). "El ego no va conmigo" Catherine misma grita a los cuatro vientos que hoy se encuentra en una situación especial: "Estoy viviendo un gran momento laboral y personal". Y lo dice casi llorando. Es que hoy a la actriz todo la emociona, y las lágrimas se apoderan de su voz: "A los 42 años te cambia el metabolismo, la piel. Todo. Ahora mismo ando con mis hormonas alborotadas". Y claro, este estado repercute en su función de jurado: "La catarsis viene por un lado más sensible... todo me emociona. Cuando veo subir a un participante mayor, viejito, al escenario de Talento Argentino se me caen las lágrimas pensando que ese hombre podría ser mi papá. Lloro por todo. Estoy viviendo un desgaste emocional impresionante. En el programa podría ponerme en el lugar de profesional experta, pero la verdad es que nunca me la creí ni me la quiero creer. En mi rol de jurado trato de evaluar como espectadora". Así, volvió al llanto de las telenovelas, pero ahora las lágrimas no son guionadas. Aunque no lo dice directamente, es clarísimo que el año pasado dejó Bailando... porque no soportó las presiones del jurado ni el tipo de manejo mediático con que suele jugar Marcelo Tinelli. "Sé que algunos me critican por la falta de fuerza a la hora de condenar cuando algo no me gusta. Reconozco que me cuesta hacerlo. No me gusta caer mal, mi trabajo se basa en agradar al otro. Y no soportaría cargar con la culpa de hacerle mal a alguien. Además, ves con las ganas y la ilusión que llegan, que no lo podés dañar", cuenta sobre las evaluaciones en Talento la actriz que le tocó estar del otro lado del mostrador. Catherine sostiene que no asume ningún papel en el jurado. Ella quiere ser una más, no le importa ir unos cuantos pasos atrás en relación a sus compañeros del jurado, Maximiliano Guerra y Kike Teruel. "El mensaje de mi parte es votar las ganas: las ganas de vivir, las ganas de estar, las ganas de hacer cosas. Los egos no van conmigo y la verdad que no va con mi filosofía recalcar al concursante los 20 años de carrera, que vi tantas obras de teatro o que protagonicé unas cuantas telenovelas". Este año a Cathy se la ve en el lugar menos esperado, como jurado de Talento Argentino. Después de su paso por Bailando por un Sueño (no se sintió cómoda y abandonó por diferencias con el jurado porque consideró que no se valoraba el esfuerzo sino el escándalo mediático) se sabía que la venezolana no iba a pisar ni un reality más. En nuestro país Cathy arrancó con una tira en Telefé en 1994 c
on Cara Bonita, cuyo galán también era de su tierra, Carlos Matta. Luego pasó la prueba de fuego cuando la convocaron para el unitario policial Archivo Negro (1996), donde cambia de género. En 2000 Adrián Suar la convoca para Ilusiones con una suerte dispar, y en 2002 y 2003 protagonizó el elenco adulto de otro de los tantos éxitos de Cris Morena: Rebelde Way. En 2007, antes de formar parte de Bailando, lo meditó mucho por el miedo a la gran exposición. Probó, le gustó, pero se fue con un gusto amargo. Por su imagen y glamour era la mujer ideal para la conducción de Tendencia, y lo hizo sólo por tres meses porque desde ahí "voló" a Talento. Reír y llorar Catherine sostuvo que de Tendencia se fue en buenos términos: "Terminó el contrato y no había aviso para renovar". La actriz regresó a donde empezó, pero con otro género: el reality show. En Talento Argentino la venezolana confiesa que redescubrió su potencial: "Creo que mi mayor talento es la capacidad que tengo para hacer reír y llorar a las personas. Tengo talento para expresar las alegrías y las tristezas. Nunca me imaginé que Talento tendría tanta repercusión. Entonces, la alegría es doble". A Cathy se la ve muy feliz con la incursión en el reality porque encontró la fórmula de participar en el programa de mayor rating de la tele sin la exigencia de una exposición mediática en la que se prioriza la pelea o el escándalo. En Talento..., la actriz cree que se muestra a la Cathy más pura, transparente y tal cual es en la vida fuera de la pantalla chica.

 


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