Lunes 29 de abril 2024

Un consultorio en la naturaleza

Redaccion Avances 30/03/2024 - 12.30.hs

Se crió en La Pampa y hoy, junto a Facundo Ortiz, lleva adelante “Facilitarte”, un consultorio para niños y niñas en el que el contacto con la naturaleza es fundamental para abordar distintos diagnósticos.

 

Es un consultorio fuera de lo común. Funciona en una casita al borde del río de La Plata y allí hay botas de lluvia, salvavidas, trajes de agua, un bote, un kayac, calzado náutico y una tabla para stand up paddle. Lorena Luengo es pampeana y Terapista Ocupacional y Facundo Ortiz es bonaerense y Psicomotricista. Y ambos se unieron para conformar “Facilitarte”, un lugar con una propuesta diferente para abordar distintos diagnósticos en las infancias pero que no se aleja de los abordajes profesionales.

 

“Me crié en La Pampa, en una escuela rural, con primos, hermanos y mucho campo. Y si bien soy muy precisa con la clínica, en los ambientes de trabajo siempre era la que prefería acompañar a un chico a la escuela o la plaza antes que el trabajo en consultorio. Sin embargo, es una clínica que me encanta”, contó Lorena sobre la propuesta de terapia infantil a la costa del río y que logra resultados notables. Hoy en Facilitarte tienen lista de espera.

 

Los dos profesionales de la salud infantil complementan el trabajo en un consultorio interdisciplinario convencional (que tiene psicólogas, psicopedagogas y terapistas ocupacionales) con sesiones en la naturaleza. Según cuentan ambos al sitiowww.alteredu.com.ar, no planearon el emprendimiento de esa manera sino que llegaron más bien de casualidad cuando llevaron a uno de los chicos que atendían al ríoi y empezaron a ver muy buenos resultados.

 

Muy pronto empezaron a ver cómo los chicos con diferentes diagnósticos se animaban a hacer cosas y a relacionarse de una manera fluida y entusiasta. La teoría que habla sobre los beneficios de pasar más tiempo en la naturaleza ya existía: las escuelas bosque o la pedagogía de las piezas sueltas, entre otras, les daban la razón. Facundo se fue hasta Japón a aprender sobre los “baños de bosque” y Lorena a Brasil, donde quedó maravillada con el poder del morro en los chicos de un programa para autismo.

 

Desafío.

 

“Facilitarte” se ubica en la selva paranaense de la costa del Río de la Plata, a la altura de Martínez, en el Gran Buenos Aires. Hay una choza construida con palos, un refugio con mesa y bancos hechos con maderas que dejan las sudestadas, una hamaca, sauces caídos para trepar, carteles escritos por los chicos y salidas a los juncales del río.

 

“No tuvimos esa cosa visionaria de entrada, fue todo muy natural. Observamos cómo iban los chicos acá, lo bien que les hacía el pasto, el borde ambiental que ponen los árboles. No había expectativa, más bien fue paulatino y escalonado. Y evidentemente la naturaleza fue invitándonos, empujándonos hacia adentro. El desafío para la gran mayoría de estos niños es ampliar en el aspecto social, lograr resoluciones compartidas con otros. Acá tienen acceso a distintas herramientas y cada uno se siente más cómodo con alguna y lo va descubriendo. Y nosotros les mostramos confianza. Descubren asombrados todo lo que pueden hacer”, resaltó Lorena.

 

“Aprenden el autocuidado y adquieren un registro de ellos mismos”, añade Facundo. “Diseñamos diferentes cartillas para ayudarlos a chequear cómo están al llegar. ¿Me siento bien para remar, cómo está el clima y cómo domino la técnica en estas condiciones? Toman cuidado de esas variables y eso después lo llevan consigo a todos lados. Pueden estar en otros ambientes como lo hacen acá”.

 

Según Lorena, “cuando ya empiezan a conocer y anticipar, salimos a otras reservas naturales para que puedan usar esas herramientas interiorizadas en ambientes nuevos. Trabajamos la resistencia física, emocional y cognitiva. Porque nuestras sesiones acá son de una hora y medio a dos, y de hasta cuatro las salidas”.

 

Autonomía.

 

En el caso de niños y niñas más chicos, se realiza una exploración sensorial, “con manos a la tierra, juntan lombrices, arman acuerdos. Los más grandecitos hacen construcciones, usan herramientas. Y con los adolescentes pasamos por distintas disciplinas cada dos meses, como running, trekking, escalada y kayak. Los llevamos a una disciplina predeportiva donde no hay competencia sino que se trata de enriquecerse uno y compartir con otro. Si cumplían los objetivos, elegían el premio. Así, salimos al bowling o al cine, que también fueron hermosas experiencias grupales y de autonomía”, contaron los profesionales.

 

Respecto a los distintos diagnósticos infantiles que abordan, Lorena detalló que se trata de casos “con desorden en el procesamiento sensorial, déficit de atención e hiperactividad, desafíos en la regulación emocional y condiciones del espectro autista. Otros llegan por problemas de aprendizaje, que en general son la punta del iceberg. En la evaluación clínica que hacemos lo que se ve es que es que hay una base en el desarrollo que hay que mirar de forma integral, así que antes evaluamos distintas áreas para hacer un diagnóstico presuntivo. No todos los niños son para esta intervención en la naturaleza, eso lo podemos discutir. A veces vemos que con venir tres meses acá, es suficiente. Pero hay otros que necesitan algo más estructurado. La combinación de ambas intervenciones genera algo enorme”.

 

Sobre el rol de la escuela y sus distintas realidades, Lorena analiza: “Como no hay escuela ideal, no hay una terapia ideal. Nosotros tampoco nos cargamos con esa responsabilidad única. Creemos que la capacidad de análisis y razonamiento clínico es lo que diferencia a un buen profesional. A partir de eso, se trata de generar cosas distintas, probar, expandir. Una vez vino un nene que hacía infinidad de terapias, pero no estaban funcionando. Probamos de sacar todas y venía acá e iba al psicólogo. Está super bien, se sigue enojando pero ya no lo pasa por el cuerpo. A veces la sobrecarga de terapias o el colegio exigente es lo que detona”.

 

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