Sabado 27 de abril 2024

Bochi Ramírez, del futbolista al artesano

Redacción 14/02/2024 - 00.38.hs

Muchas veces sucede que aquellos que se acogen a la jubilación, los que pasan al rol de pasivos en el ámbito laboral –porque ya cumplieron con los años de aporte necesarios-- se encuentran un poco desconcertados ante la nueva realidad. No solamente porque deben esperar que el Estado haga frente en tiempo y forma a su obligación de cumplir con el pago mensual que corresponde –en estos tiempos tan amenazado por la locura anarcocapitalista--; sino también porque les cambia radicalmente la vida.

 

Porque ya no tienen que acatar horarios para cumplir una jornada laboral, y podría decirse que tienen en sus manos la posibilidad de usar su tiempo como quieran, pero también sucede que --a veces--, algunos no encuentran la manera de acomodarse en la nueva etapa que les toca emprender. Puede pasar.

 

El jubileo.

 

Pero también están quienes se adaptan sin mayores dificultades. Algunos o algunas porque desde antes se fueron preparando –tal vez impensadamente, o no-- para el jubileo. Para disponer de más horas para sí mismos; para utilizar el tiempo de la manera que mejor les viene en ganas.

 

Aunque es verdad que no todos logran dejar tan rápidamente la rutina laboral que los condicionó durante tantos años. Y en principio pueden no pasarla bien.

 

De Villa del Busto.

 

Entre quienes sí se acomodaron a la nueva manera de transcurrir está Ángel Ramírez (79). Con más de 50 años de trabajo en distintos espacios, Bochi, que así lo llaman desde siempre, encontró en la artesanía una de las formas de andar los años que sobrevienen a la etapa laboral.

 

Porque vaya si trabajó. Tuvo que hacerlo desde chico porque tenía nada más que 13 años cuando se produjo el fallecimiento de su padre Natalio, quien alguna vez se dedicó a tareas rurales en una pequeña chacrita que tenía, y más tarde se desempeñó en Obras Sanitarias. Su madre, Elisa Lezcano, se tuvo que hacer cargo de una familia muy numerosa, constituída por nueve hijos y uno del corazón que criaron en aquel domicilio de Estrada 966, en Villa del Busto. “Frente a lo de Lucía Tartaglia”, menciona a una de las personas desaparecidas durante el Proceso Militar.

 

Siempre el trabajo.

 

“Eran tiempos duros, y había que poner el hombro”, resume Bochi. Fue, “como todos los de esa barriada a la Escuela 4; y enseguida que terminé empecé como cadete en la Imprenta de Marinelli. Más tarde me desempeñé en la Cooperativa de Producción y Consumo; luego en Vialidad Nacional durante 20 años, como chofer; y finalmente 21 años en la Sala Velatoria de la CPE”, resume su currícula.

 

Bochi Ramírez tiene siempre en su rostro una sonrisa de esas que caracterizan a los buenos tipos. Porque eso es precisamente lo que es… Se ríe ante esa expresión, pero admite que “en general” nunca le gustó el conflicto. “Soy más vale componedor… y no me gusta discutir porque sí nomás”, se define.

 

El tricolor.

 

Una de las actividades más salientes de su vida tiene que ver con el fútbol, porque fue durante mucho tiempo un destacado jugador de General Belgrano, y fue capitán de equipos importantes del tricolor. “Sí, estuve muchos años, y compartí con grandes jugadores como Tono Orueta, que era un crack, El Negrito Cejas, Floro Domínguez, los hermanos Gómez, Pato Maldonado, Huguito Baudaux, Carlos Miranda, Sapo Argañaraz, Kran… y tantos”, rememora.

 

Joven todavía fue tentado para ser entrenador del equipo, cargo que desempeñó un tiempo acompañando a “un sabio como Nelson Festa, quien me pidió que jugara un año más porque venía una camada muy joven como fue la de Chachi García, los hermanos Díaz, Schulsmeister, Corita, Hugo Pérez…”, sintetiza.

 

Los Puhl de Villa Alonso.

 

Después de eso un paso para entrenar las inferiores de All Boys, y el fútbol que pasó a ser un hermoso recuerdo; aunque sigue yendo a la cancha. Primero porque su hijo Ariel jugó muchos años, y ahora para ver a uno de sus ocho nietos, Nahuel Díaz. “Vamos con mi esposa Rosa (Puhl), y en lo que puedo lo aconsejo sobre su comportamiento en la cancha”, señala Bochi.

 

Precisamente a su esposa la iba a conocer a la salida de algún entrenamiento en el Club Belgrano. “Su familia vivía a metros de la cancha…”, recuerda él. “Y bueno… hace 55 años que estamos juntos, desde 1969”, precisa Rosa.

 

Ariel es el único hijo varón, pero predominan las mujeres, porque además de tener hijas de los ocho nietos solamente dos son varones.

 

Bochi, el artesano.

 

Casi sin proponérselo un día Bochi se encontró haciendo artesanías. “Pocho, uno de mis hermanos, ya se dedicaba y lo hacía muy bien…”, incluso supo hacer trabajos para El Matrero, y de alguna manera incidió. “Al principio se me daba por la carpintería, pero mirando lo que él hacía me empezó a gustar. Y probé...”, sonríe contento.

 

Así fue que mirando, y de a poco aprendió. “Siempre tuve un tallercito aquí en casa, y cuando me jubilé primero arranqué haciendo marquetería, cuadros con la técnica francesa. Hice el curso, pero resulta que gastaba mucha plata, y entonces me decidí por los cuchillos”, cuenta.

 

En sus tantos viajes al interior , muchos al Oeste… a los campamentos de Vialidad en Victorica, Santa Isabel, Puelén… conseguía puntas de flecha. Y ahora consigo el acero en alguna chacarita, y las astas mes las trae alguna gente del campo”, indica.

 

En la Feria de la Plaza.

 

Cuando empezó a darse cuenta que sus trabajos eran buenos, que gustaban, Bochi se animó. “Resulta que tengo una cuñada que trabaja mucho en cuero y me insistió: ‘Andá a la feria en la plaza’, me decía. Era el furor de la Feria del Regalo, en la época de (Luis) Larrañaga como intendente, y me animé cuando se hizo en el paseo de las vías. Así empecé a hacer contacto con otra gente que tenían trabajos muy buenos, como los Nicola o como Ortiz, que para mí eran unos fenómenos como trabajaban”, reconoce.

 

Hace de eso unos 15 años, y no solamente que tuvo la satisfacción de vender sus productos –cuchillos, tenedores para el asador, espadas, tabas, etc.--, sino que se regocija de la posibilidad de socializar. “Es verdad, mi esposa me dice que yo en la feria es más lo que converso que lo que vendo…”, y se ríe con ganas Bochi.

 

Bochi peronista.

 

Tiene su taller armado, y le gusta coleccionar objetos antiguos. Se pueden ver por allí varios cuadros con formaciones futboleras de General Belgrano, una camiseta tricolor enmarcada que le regalaron alguna vez como recuerdo de su paso por el club; un disco en vinilo de Los Chalchaleros, un antiguo tocadiscos Winco, una de aquellas radios a válvula en caja de madera, planchas de carbón… Y también –mostrando su sentimiento peronista--, una foto de Evita, y otras de Néstor y Cristina… “Es que el peronismo marcó los mejores años de mi vida… si me acuerdo cuando chico que tuvimos una pelota por eso, y también que con Perón conocimos una forma mejor de vivir. Aunque eso sí, en mi casa siempre se trabajó, porque es lo que aprendimos de nuestros padres… Una familia clase media laburadora”, afirma.

 

Y lamenta este tiempo de incertidumbre… “Yo le decía a mis nietos y personas más jóvenes. Estos vienen por lo nuestro”, sostiene preocupado.

 

Y sigue… escuchando música, manejando con habilidad esas herramientas para darle forma a una artesanía que, al cabo, será fruto del trabajo y del talento… Sí, el de Bochi Ramírez, el que cambió la pelota de fútbol por el arte de hacer cuchillos…

 

Bochi Ramírez, el que supo encontrarle un sentido a la vida del jubilado. Entre la familia, los hijos, los nietos y el tallercito donde pasa tantas horas en este tiempo. (M.V.)

 

Un reconocimiento a Rosendo Agüero.

 

Bochi Ramírez recordó en un pasaje de la charla que una persona que mucho le aportó a su pasión por la artesanía fue Rosendo Agüero. “Un día fui al supermercado La Anónima y afuera había un señor… nos pusimos a charlar porque estaba vendiendo cuchillos y le comenté que mi hermano también hacía, y que a mí me gustaría. Pero lo cierto es que en estos temas a la gente no le gusta mucho enseñar”.

 

Pero el hombre se interesó: “Yo lo poco que sé se lo voy a enseñar”, le dijo. Y agregó: “Voy a ir con un chico, y conque le pague el día a él está bien. Y bueno, vino un pibe algunas veces, que trabajaba muy bien, y me iba explicando. Algunas cosas ya sabía, pero eso me dio más conocimientos y arranqué… El hombre me dijo que siguiera solo, y que el día que me trabe en algo que lo viera…”, completa Bochi.

 

La persona a quien había consultado aquella vez frente al Super no era otra que Rosendo Agüero, uno de los mejores en el arte de hacer cuchillos. Uno de esos maestros –y hay otros, claro-- en eso de manejar manejar cinceles con singular destreza para hacer aparecer de un par de elementos amorfos un cuchillo, palas, hachas, formoles, cortafierros, tabas, cintos, rastras... Y Ramírez admite que --de alguna manera-- fue alguien que le dio un empujón definitivo para seguir con lo que hoy es mucho más que un entretenimiento. Sí, porque se trata nada más ni nada menos que de hacer arte…

 

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