Sabado 27 de abril 2024

Lautaro y su saxo, para aliviar al alma

Redacción 08/01/2024 - 08.00.hs

Hay una cierta ambigüedad en estos días en los sentimientos de mucha gente. Aunque es obvio, siempre están quienes los pasan sin que nada especial les altere demasiado el ánimo. Pero lo cierto es que son muchos y muchas que sentimos una cierta angustia por la incertidumbre en que se sumen muchas familias argentinas por anuncios que amenazan con mayores infortunios -sí, aún más- vinculados con los avatares de nuestra economía siempre en crisis.

 

Ya hemos vivido por aquí muchos escenarios -demasiados- que alteraron el clima social y llevaron a la desesperanza y al desánimo. Pareciera que hoy estamos en una sociedad que vive entre la tristeza y la perspectiva de que finalmente todo pasará, y volveremos entonces a andar por caminos menos empinados. Esto es la esperanza… que dicen es lo último que se pierde. Así andamos.

 

Por eso, y no obstante, cuando en una esquina se escucha el saxo arremetiendo con la música de Herbie Hancock -aunque no todos la identifiquen- no faltan los que sienten una suerte de caricia al alma… que se agradece.

 

Es sabido que en esta época del año, sobre todo, los artistas callejeros se dejan ver cada tanto en la ciudad, y envuelven con su música al caminante que -al menos por un instante- se detiene frente al intérprete.

 

“De paso tangazo”.

 

Esta misma semana fueron tres jóvenes que se sentaron con sus instrumentos en calle 9 de Julio -frente a los cajeros del Banco de La Pampa-, y como eximios guitarristas que deleitaron a quienes acertaban a pasar. El trío -que no es otro que el ahora conocido “De paso tangazo”, que viene teniendo buen suceso- conformado por Walter Campos, Emil González y Mauricio Suárez Becerra muestra su virtuosismo en plena calle, y el público lo agradece.

 

Pero no fueron los únicos los chicos del trío, porque desde el martes en la esquina de Avellaneda y 9 de Julio se instaló Lautaro Baras (17) con su saxo, y enseguida logró concitar la atención. “Aprovecho que estoy de vacaciones en la EPET, y estaré aquí algunos días”, dice mientras un transeúnte pasa y deposita en la funda de su saxo un par de billetes. En tanto, otro hombre mayor le pide: ¡Pibe! ¿Hacés algún tango?”. Y Lautaro, amable le contesta: “Si usted pasa por aquí mañana le voy a tener alguno preparado… Cómo no”.

 

Desde los 9 años.

 

El muchacho vive en “Colonos Pampeanos” (en cercanía de Los Hornos) con su familia. Sus padres son Dante y Yanina, quienes se venían dedicando a vender productos panificados en la “feria saludable”, y él es el mayor de cinco hermanos. Lautaro acaba de terminar sexto año de la EPET donde hace la especialidad de Electromecánica (le quedan aún dos años para terminar), y tiene talento para la música en la que está inmerso desde que tenía 9 años.

 

A esa edad empezó a tocar batería, y luego se integró a la Orquesta Infanto Juvenil de Toay, pero la pandemia acabó con ese proyecto.

 

Por eso y más tarde, junto al recordado Darío Gigena, Lautaro en un momento empezó a viajar a General Pico, donde Matías Rach resultó “un maestro” que contribuyó de gran manera a su formación en su paso por Ensamble de Vientos y Percusión. “Fue una muy linda experiencia, porque hacíamos música de películas, mix de distintos artistas como Chris Potter, Michael Jackson y algunos otros”, resume. “La idea es seguir aprendiendo, y por eso estoy haciendo la tecnicatura con Sergio Bongionvanni en el Emsar (Escuela Municipal de Santa Rosa); pero además tengo que terminar el secundario”.

 

Generosa.

 

Habla en voz baja, y pareciera expresarse mejor con su instrumento. “Sí, es que no soy de hablar mucho”, sonríe el pibe. “Esto de venir a pararme en una esquina tiene que ver con que es una manera de juntar algún dinero y ayudar en casa… y la verdad es que no me puedo quejar, porque la gente es generosa”, dice mientras una mujer le saca una foto, y otra persona que la acompaña deja unos billetes para premiar al artista.

 

Se puede señalar, como un dato, que antes lo habitual era que los artistas callejeros -especialmente los músicos- era personas que venían de afuera, que pasaban circunstancialmente por la ciudad, se hacían unos pesos y seguían su camino.

 

Hoy vemos a jóvenes como Lautaro -y otros como él- que hacen lo suyo, y salen a mostrarlo con mucho respeto a un público que agradece con su óbolo esa muestra de talento. Son artistas callejeros de por aquí nomás… ¡Y qué bueno que se animen!

 

Tal vez no lo sepan, o no adviertan que a su manera resultan un bálsamo que, aunque sea un poco, alivia las almas en tiempos de tanta confusión, cuando lamentablemente -como tantas veces- no sabemos muy bien hacia dónde vamos… (M.V.)

 

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