Jueves 25 de abril 2024

Raúl López, el cartonero más veterano

Redacción 07/01/2024 - 00.11.hs

Cuando va cayendo la tarde Raúl, Ramona y su hija Grecia se suben a la vetusta camioneta Chevrolet y salen al centro, a andar las calles buscando ese preciado elemento que las casas de comercio descartan y que, a esa familia, le permite vivir “muy bien. No sé si soy el último cartonero, pero sí que debo ser el más antiguo porque llevo 47 años en esta actividad”, dice Raúl Alberto López (66).

 

Nacido en Victorica, hizo allí la escuela primaria. “Mi papá estuvo en un montón de pueblos porque era maquinista de Vialidad y allá lo agarró la jubilación… pero anduvimos antes por varios pueblos, antes de llegar a Santa Rosa”, precisa.

 

Empezó a los 20 años.

 

El hombre, su esposa Ramona Martínez, y su hija de sólo 14 años, salen a juntar el material que después venderán en una papelera de la ciudad. “Salimos todos los días, más o menos a las 7 y media de la tarde, y ahora en el verano un poco más tardecito porque cierran más tarde los negocios”.

 

Mientras espera en la vereda de un comercio a que le traigan lo que se habrá de llevar, accede a conversar un ratito. “Vivimos en Sequeira 346 del barrio Matadero... Empecé cuando tenía 20 años juntando para la chacarita de Mainetti (estaba casi sobre el paso a nivel de calle González). En esa época juntaba fierro, cobre, de todo…”.

 

Antes, albañil.

 

Raúl sabe muy bien lo que es trabajar duro, porque desde jovencito estuvo vinculado a la construcción. “Trabajaba con Laurenzano como albañil cuando se hizo el edificio Gemellus, y cuando salía de ahí a la tarde seguía cirujeando. Mainetti me decía que me dedicara al cartón, que era lo que más daba”, recuerda.

 

En aquel momento tenía una camioneta Studebaker modelo ‘57. Me venía a trabajar al Gemellus en la camioneta. Hacíamos horario hasta las 5 de la tarde, y como veía que en el Hotel Calfucurá (está enfrente) sacaban bolsadas de diarios me los llevaba; también alzaba un poco de cartón que sacaban en Galver; y más tarde todo lo que era de Compras Expres… y de muchas casas de negocios”, rememora.

 

“En ese tiempo le vendía a Manfredi que estaba atrás del Chango Más; y después que falleció le vendí al Gallego Blanco; y más tarde a Ortiz, que está en la calle Maradona y Pilcomayo”.

 

“Linda plata”.

 

Resume que “hacía las dos cosas, trabajaba en la construcción y cirujeaba… y después ya me dediqué al cartón solamente porque me había empezado a dejar linda plata”.

 

Raúl se empezó a dar cuenta por qué lado venía el negocio, y se puede decir que en eso era un poco un adelantado. “Lo que pasa es que antes había cartoneros que enseguida vendían lo que juntaban… y lo entiendo, porque necesitaban la guita día a día. Pero en mi caso hay temporadas que lo estaciono porque no tiene precio y lo guardo en un tinglado que alquilo al lado de la cancha de Mac Allister. Por ejemplo ahora que empezó a valer estoy vendiendo… pero hay épocas en que te tiran abajo el precio y no conviene; pero si no me conviene lo sigo acopiando…”, señala.

 

Acopiadas 60 toneladas.

 

En estos momentos en que el precio es mejor a Raúl López lo agarró “con más de 60 mil kilos. Se está pagando a 50 pesos el kilo”, con lo que tiene unos cuantos pesos ahorrados.

 

Hace 15 años que alquila el galpón, y aspira en algún momento a poder comprarlo. “Es la idea… Diría que estamos haciendo un jornal de más o menos 200 mil pesos por semana… sí, puede ser de 180 a 200; y digo que me va bien porque en este trabajo soy constante. Ahora le estoy vendiendo a Benavídez, un muchacho que se quedó con lo que tenía el anterior dueño de la papelera…”.

 

Está jubilado desde hace un tiempo, por lo que el oficio de cartonero es un buen complemento para la familia. “Sí, no me puedo quejar… mi hija Grecia dice que cuando dejemos nosotros con la mamá ella va a seguir con esto”, afirma.

 

Una gran familia.

 

“Ya te digo, no sé si soy el último cartonero, pero sí el que más lleva en la calle… Me iré a morir haciendo esto, porque ya hace 47 años que hago esto… cuando se va acercando la hora es que como que ya tengo que salir. Y podemos vivir bien gracias a Dios… Con mi señora llevamos 43 años de casados, y pensamos estar juntos hasta el final… en estas fiestas pudimos alquilar una quinta y pasarlas con buena parte de la familia… Tuvimos nueve hijos, pero uno de los varones hace años murió en un accidente. Lo agarró un colectivo del Chevallier…”, dice poniéndose serio.

 

“Nos juntamos y entre hijos y nietos éramos más de veinte, porque algunos de mis chicos la pasaron con las familias de sus parejas… Pero somos muchos más, porque tenemos 15 nietos y dos bisnietos”, completa con una amplia sonrisa.

 

La cultura del trabajo.

 

Ramón muestra cierto orgullo al decir que “todos mis hijos son gente de trabajo… el mayor trabajó en albañilería; otro es empleado de un kiosco y despensa. Pero todos trabajan… y sí, tal vez tiene que ver con el ejemplo”, expresa.

 

Lo que sucede es que si bien “ahora ellos están con empleo, antes salían conmigo a juntar cartón. O sea que fuimos todos de trabajo, y eso eso es lo que hemos tratado de inculcarles”.

 

No sólo cartón.

 

Agrega que no sólo se trata de cartonear, sino que se lleva “todo lo que da la calle: el bidón o la botella plástica; nylon, sillas, cajones… En el 2001 me acuerdo que había mucha gente haciendo esto, pero ahora no; y tengo la ventaja que tengo ya mis casas de negocio que me guardan el material. Yo sé a qué hora lo sacan y ahí estamos… hacemos un horario que va de 7 u 8 de la noche hasta las 11 o un poco más. Después sí, volvemos a casa a cenar y ya nos quedamos”.

 

Al otro día la tarea pasa por “descargar y a preparar fardos. Nos movemos siempre en esta camioneta que es a gas (Chevrolet ‘79)”, y salimos todos los días a la calle, salvo algún que otro feriado”, dice.

 

Una vida de trabajo.

 

En un mes, el 8 de febrero, Raúl cumplirá los 67, y ni piensa en dejar una tarea que algunos toman de manera circunstancial, pero que él transformó con su rutina en el trabajo de todos los días. “Sí, pienso llegar a los 50 años de cartonear… me gusta y me va bien. ¿Aparte de trabajar? Nos gusta salir a pasear en familia, por ahí a tomar unos mates debajo de un árbol principalmente los domingos; y algún sábado agarrar para General Pico a ver una de nuestras nietas… Una vida sencilla… de trabajo”, concluye.

 

Una linda historia… al cabo la semblanza de una familia de laburantes… La de los López, del Barrio Matadero. ¡Qué bueno saber de ella! (M.V.)

 

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