Jueves 25 de abril 2024

“Se nos fue un amigo”

Redacción 24/01/2024 - 07.50.hs

"Se nos fue el personaje, el amigo y el compañero", es la definición sobre Pablo Novak que brindó la guardaparque de Epecuén, Viviana Castro. El último habitante falleció el lunes a los 93 años, un día antes de la fecha de conmemoración de la fundación del pueblo. Ayer martes la villa turística, hoy en ruinas, cumplió 103 años.

 

En diálogo con Radio Noticias, Castro contó que conocía a Novak de toda su vida. “Conocía a mi familia, fue al colegio con mi abuelo, luego con mi papá eran albañiles y la familia de Pablo tenía un horno de ladrillos en Carhué. El tenía mucho conocimiento de la gente de Epecuén y cuando se inundó yo tenía 20 años. Después de muchos años nos volvimos a encontrar, tenemos muchas historias, muchos recuerdos en común y mucho amor al lugar donde nacimos”, recordó.

 

“Epecuén te sorprende siempre, aún hoy en ruinas, destruido por el agua que lo cubrió durante 20 años, sigue generando esa energía tan potente que Epecuén tenía”, destacó y mencionó que las personas que llegan por primera vez sienten “angustia y tristeza” por la inundación del 10 de noviembre de 1985.

 

“En aquel momento era una villa turística muy potente e importante y hoy sigue transmitiendo esa energía. Las personas vienen a sacar fotos, a ver las estrellas que son muy impactantes de noche, el paisaje de su entorno y el agua de la laguna que es única del mundo”, enumeró y aseguró que “Pablo sabía todo eso, como todos los habitantes de Carhué, y su objetivo era redoblar la apuesta de seguir transmitiendo la energía que Epecuén tenía”.

 

Fundación.

 

La guardaparque recordó que el pueblo se fundó el 23 de enero de 1921 y “vaya coincidencia. Pablo se fue ayer (por el lunes) y hoy (por ayer) es el cumple de Epecuén. Se fue como un grande”, y agregó que “Carhué cumplió 147 años el 21”.

 

La entrevistada explicó que los fundadores llegaron “por salud”, atraídos por las aguas termales, y con “mucho poder adquisitivo”. “Mi bisabuela llegó a Carhué por salud, compró un terreno y construyó un hotel para 150 personas”, afirmó.

 

Las aguas “siguen siendo curativas” y fue una villa turística “de excelencia que atraía a personas de todo el mundo”. “Aún hoy se lo sigue comparando con Mar Muerto, pero ese mar tiene más sal y Epecuén tiene vida fuera y dentro del agua con una reserva natural, con mucha cultura e historia”.

 

En aquellos momentos dorados, en el pueblo vivían 1.500 personas, pero contaba con “6.000 plazas hoteleras declaradas y cada año se construían más hospedajes porque había mucho requerimiento. Si las personas invertían en el año, durante la temporada lo recuperaban. También había estación de servicio, dos sucursales de bancos, se hacían llamadas telefónicas al exterior y los médicos recomendaban que la estadía sea, mínimamente, de 15 días y muchas personas se quedaban un mes o toda la temporada. Hay que imaginarse que cuando se inundó, todo estaba preparado para el inicio de temporada”.

 

Por último, la entrevistada expresó que “en honor a Pablo, seguiremos haciendo su tarea, de hacer conocer a la gente que Epecuén sigue vivo. Recorreremos las calles de su lugar en el mundo y siempre será un honor para mí que su familia me haya confiado la responsabilidad de cuidarlo. Pablo seguirá caminando las calles de Epecuén como le gustaba y las personas como él van a seguir estando siempre”.

 

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