Jueves 25 de abril 2024

Comenzó el juicio contra Jamad por intoxicación con bromato

Redacción 29/05/2014 - 04.36.hs
La fecha es fácilmente recordable, 6 de enero de 2011, Día de Reyes. Ese día y los subsiguientes se produjo el intoxicamiento en Santa Rosa de al menos 57 personas por la ingesta de productos panificados con bromato -un aditivo que estaba prohibido- de la pizzería La Posta y las panaderías El Abuelo Julio y Crocante, todos comercios pertenecientes a José María Jamad.
Por eso ayer Jamad y Angel Carlos Parodi, por entonces responsable municipal de Bromatología, empezaron a ser juzgados oral y públicamente en la Cámara en lo Criminal 1. El primero está acusado de envenenamiento culposo agravado -por su condición de poner a la venta esos productos- porque hubo personas que resultaron enfermas, un delito sancionado con entre seis meses y cinco años de prisión. El segundo, de retardar un acto de su oficio ya que tardó 72 horas en clausurar los locales cuando ya se había declarado el alerta epidemiológico (esta figura prevé solo el pago de una multa e inhabilitación especial).
De la audiencia surgió que el bromato supuestamente estaba en una bolsita de nylon, con el logo de El Abuelo Julio, que el propio Jamad les entregó el lunes 10 a los inspectores municipales Silvia Patricia Ricciardi y Rubén Esteban Aimar. De acuerdo a Jamad era sal a la que alguien le puso bromato. Ricciardi describió al contenido de la bolsita como "cristales sólidos". Sin embargo, la comuna no pudo hacer las pruebas que pretendía porque el imputado solamente tenía una muestra pequeña y no un producto envasado.
En un primer momento desde Bromatología creyeron que la intoxicación se debía al mal estado de la muzzarella porque los primeros síntomas aparecieron en clientes que habían comido pizzas en La Posta. En la acusación fiscal se especificó que hubo 57 casos constatados de gastroenteritis, aunque se agregó que en aquella época el Ministerio de Salud había hablado oficialmente de 81.
Un laboratorio de alta complejidad de Bahía Blanca detectó, a pedido de la Municipalidad, que en los productos panificados de Jamad había 104 partes de bromato por millón (no se especificó si era bromato de potasio o de sodio), lo que equivale a 10,4 gramos de bromato por cada 100 kilos de harina; o sea 5,2 más de lo que se permitía como estándar máximo hasta hace 1995, cuando el Ministerio de Salud de Nación prohibió el uso del aditivo cancerígeno en panes y facturas.

"La gallina de los huevos..."
Jamad aseguró que a pesar de que el bromato fue prohibido en 1998, él ya no lo usaba desde un año antes. "Eramos líderes en el mercado. Era innecesario utilizar algo prohibido para intoxicar a nuestra clientela, que era lo más sagrado. Por eso pido disculpas", declaró.
El comerciante detalló que en El Abuelo Julio había dos cuadras para la elaboración de los productos. En la principal se hacían el pan, las facturas y la repostería; y en la secundaria, los criollitos, las medias lunas, el pan de salvado y el pan de miga. Algunos de los afectados consumieron criollitos y medias lunas.
Jamad contó que en la cuadra secundaria el tercer imputado del caso, el maestro de pala Omar Ignacio Olmos (ver aparte), "detectó productos con olor a cloro. Fue solo ese día, el jueves 6. Como la hipótesis de Bromatología era la harina, probamos con otra harina, hicimos pruebas y siguió la contaminación. Como los bollos de pizza se hacen con cinco productos y no eran la harina ni el aceite, pensamos en la sal. Entonces Olmos hizo una prueba casera. Colocó la sal en una cuchara, la calentó y enseguida se prendió fuego. Ahí supimos que tenía bromato. Nos quedó en claro que el bromato estaba en la sal, y en 30 kilos de criollitos se usan entre 300 y 400 gramos de sal".
Al buscar explicaciones, Jamad le apuntó a una distribuidora o a "alguien con malas intenciones". Y acotó: "La hipótesis de Olmos era que la sal no estaba en el tarro normal. El tarro había venido con pulpa, una especie de gel para darle color y brillo a las facturas, y era de (la distribuidora) Lomas Pampa. Cuando un empleado abrió ese tarro se dio cuenta que era sal y no pulpa y lo mandó a la cuadra, donde se lo usó para la elaboración de productos. La hipótesis es que esa empresa traía bromuro y disimulaba los controles haciéndolo pasar por otro producto. Pero como el allanamiento a Lomas Pampa se hizo un mes después no encontraron nada".
La otra conjetura fue que "alguien, con malas intenciones, colocó uno o dos kilos de bromato en la sal. Lo cierto es que nos clausuraron los locales durante 20 días y eso nos llevó a una crisis de ventas, ya que cayeron entre un 30 y un 40 por ciento. Recién ahora empezamos a levantar".
Jamad reiteró que "nosotros nunca ocultamos las pruebas, a tal punto que Olmos hizo una denuncia en la policía. Es un absurdo total pensar que pusimos bromato en bizcochos, medias lunas o bollos de pizza porque esos productos no llevan ese aditivo. El que lo lleva es el pan, y si lo hubiéramos puesto en el pan, hubiera 'reventado', nos hubiéramos dado cuenta enseguida".
"Yo me pregunto: ¿con qué fin íbamos a intoxicar a nuestra clientela, la que nos dio de comer durante tantos años, nos permitía mantener a 40 familias y nos convirtió en una empresa pujante. Es un absurdo pensar que quise matar a la gallina de los huevos de oro", concluyó.
Parodi, a diferencia de Jamad, no declaró ayer, pero avisó que lo hará en algún momento del proceso.

 

Olmos, con probation
El tercer imputado del caso del bromato es el maestro de pala Omar Ignacio Olmos. Jamad manifestó que llevaba 18 años trabajando con él y especificó que estaba a cargo de la producción, la supervisión del personal y la compra de insumos. ¿Por qué no llegó a juicio? Porque consiguió que le otorgaran la probation o suspensión de juicio a prueba, un beneficio que permite eludir una eventual condena y el antecedente penal, a cambio de reparar el daño o cumplir tareas comunitarias.
Olmos había sido procesado por envenenamiento culposo agravado por su rol de encargado de la elaboración de los productos de la pizzería y las panaderías.
¿Por qué ante un mismo delito culposo él consiguió el beneficio y Jamad no? Porque Jamad, de 48 años, tiene el antecedente de una condena que le dictó la Cámara en lo Criminal 2, en 2006, en un juicio abreviado. En esa oportunidad acordó una pena de dos años y medio en suspenso por la paliza brutal que le propinó a su ex pareja Yara Altube el 30 de diciembre de 2005. Había sido procesado por lesiones graves, un delito penado con entre uno y seis años de cárcel.
Parodi tampoco pudo solicitar la probation porque ese provecho no se aplica a los funcionarios.

 

Rechazan una nulidad
Marcos Paz, el defensor de José María Jamad, solicitó ayer la nulidad de la acusación realizada por el fiscal de primera instancia, Mauricio Piombi, por considerarla "totalmente defectuosa" y adujo que, en caso contrario, se violarían los principios de congruencia y de defensa en juicio. Sin embargo, el tribunal le rechazó el planteo in límite y hasta, en un momento, la presidenta Alejandra Ongaro le dijo que no había nada que discutir y que en todo caso recurriera la resolución en instancias superiores.
Paz buscó mostrar que Jamad declararía sin saber de qué tenía que defenderse. ¿Por qué? Porque originalmente Piombi consiguió que el juez instructor Néstor Ralli lo procesara por envenenamiento pero como delito doloso, o sea que sabía que el bromato estaba en los productos panificados.
Luego el Tribunal de Impugnación Penal suavizó el procesamiento y si bien mantuvo la calificación de envenenamiento, sostuvo que la conducta del comerciante fue culposa, ya que actuó con negligencia pero no tuvo intenciones de provocar una intoxicación masiva.
"Si no me dicen dónde está la culpa, no sé de qué defenderme porque los hechos no son los mismos -remarcó Paz-. Pero ocurrió que el fiscal tuvo una actitud caprichosa y no quiso obedecer al TIP cuando habló de culpa y no de dolo. Porque no es lo mismo la acción que la omisión. Yo quiero saber en qué radicó la negligencia de Jamad y no lo sé porque la acusación no lo dice".

 

Testimonios similares
Los testimonios de Silvia Patricia Ricciardi y Rubén Esteban Aimar, los dos inspectores municipales que actuaron desde un primer momento en el caso del bromato, fueron similares, aunque el de la mujer resultó mucho más minucioso.
Ambos fueron el jueves 6 a La Posta y tomaron muestra de muzzarellas porque los primeros síntomas aparecieron en clientes que habían consumidos pizzas. Allí el hijo de José María Jamad les pidió que también se llevaran un pan negro con mal olor. Luego concurrieron a El Abuelo Julio a tomar muestras de harina y agua. Todo ese material lo llevaron a la Dirección Provincial de Bromatología.
Al día siguiente su jefe, Angel Parodi, los volvió a enviar a El Abuelo Julio a sabiendas que irían funcionarios de la Dirección de Bromatología y les pidió que labraran actas de todo lo que pasara. "Siempre hubo muy buena predisposición por parte de Jamad y sus empleados", indicó Ricciardi.
En ese momento apareció en el comercio el distribuidor local de las harinas Cañuelas, de apellido Maldonado, y pidió permiso para tomar unas muestras y enviarlas a Pigüé. "No sé qué se llevó", acotó la testigo.
El sábado, Ricciardi recibió un llamado desde Pigüé en el que un ingeniero le avisó que había bromato en la harina. El lunes volvieron a verse con Jamad y recibieron la bolsita (ver aparte), pero "no pudimos hacer la prueba con el producto envasado. Ese día se comentaba que la harina no tenía nada y que habían usado bromato en lugar de sal suegra", dijo la inspectora. "¿Qué hice con la bolsita? Se la di a Parodi".

 


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