Viernes 26 de abril 2024

La fábrica de burbujas

Redacción 20/01/2018 - 15.55.hs

Hace más de cinco décadas que la soda "Carlitos" se sirve en la mesa pampeana. La pyme familiar creció y se hizo fuerte como franquicia de agua Cimes, un producto de calidad que llega por los múltiples repartos no solo en esta capital sino también fuera de la provincia.
"Es un producto alimenticio, así que la calidad es fundamental. La gente busca sentir confianza", dice Julián y explica cada detalle de los distintos pasos que implica cumplir con las normas de seguridad requeridas. Es que esos bidones que tan habituales se hicieron hoy en hogares, empresas o competencias deportivas tienen en su contenido un componente clave: el de cuidar la salud.
Julián Berg tiene 35 años y desde 2014 está al frente de una empresa que creó su abuelo Alberto y que luego continuó y expandió su padre Carlos (64). Con la soda en un descenso sostenido en cuanto al consumo pero con el agua como motor ineludible, la firma supo erigirse en líder en el rubro.
"La empresa la inició hace más de 50 años mi abuelo como 'Soda Carlitos', por mi papá. Tenía un solo reparto y estaba en el fondo de la avenida Roca, que hoy es San Martín Oeste. Después se mudó a la calle Márquez y a mediados de los '80 se hizo cargo mi papá. En esa etapa creció hasta cuatro repartos diarios y se dio de conocer a Juan Massara, un promotor que vino y hoy es uno más de la familia: él nos enseñó a trabajar distinto, nos dio otra proyección. Fue clave en toda esta historia", reconoce Julián sobre quien hoy es su socio en Neuquén, donde el hombre montó su propia fábrica y adonde también llega la firma pampeana.
Cuando Berg habla de repartos se refiere a quienes andan por las calles de Santa Rosa y Toay. Hoy son 9 los repartidores que salen en los camioncitos llenos de bidones y sifones. Junto a los supervisores más los operarios de la planta ubicada en la calle Sansinanea 42 suman en total 21 empleados que dependen de la firma.
Julián, al igual que su hermana Talía (40 años y parte de una empresa con sede en Buenos Aires que explora petróleo y otros minerales), parecía tomar otro camino. Se fue a estudiar Ingeniería Automotriz al instituto del Ejército Argentino, una máxima exigencia que quedó en la puerta de alcanzar el diploma luego de cinco años de esfuerzo.
"En el quinto año no quise seguir, en realidad no aguantaba vivir en Buenos Aires. A mí dame la bicicleta y salir a pedalear a las 6 de la mañana con el paisaje del caldén. Eso no tiene precio", dice Julián sobre la decisión que tomó en 2008 cuando regresó a Santa Rosa y comenzó otro camino preparatorio, pero esta vez de la mano de su padre y en la sodería familiar.
"Estuve seis años aprendiendo y cuando arranqué terminé de abocarme ciento por ciento a lo que es la franquicia de Cimes. Ellos nos auditan todos los meses y están bajo las normas IRAM. El tema es que Cimes está un punto arriba de lo que pide el Código de seguridad. Si el arsénico en agua es 0,10, para ellos es 0,07. Tienen una vara más alta y eso implica mucha inversión, mucho trabajo al detalle", explica.
Esa inversión significa, por ejemplo, que "Carlitos" esté hoy en plena etapa de renovación de los bidones de agua: ahora son rojos. "Los estamos renovando, es lo nuevo de la industria, una marca que se le busca dar". La producción de la empresa es de 13 mil bidones de 20 litros por mes.
¿El consumo de soda está en baja?
"La soda cayó un montón, es una caída sostenida, y es por las gaseosas, los jugos. Son las nuevas tendencias. Lo que sí hay más concientización respecto a la calidad del agua, la gente valora la calidad. Y yo soy muy metódico en buscar esa calidad, en mejorar el producto, quiero estar lo más arriba posible. Salió una norma en Europa que estipula que no se utiliza un desinfectante que es por medio de ozono y, en cambio, se usa dióxido de cloro, entonces fui y lo busqué porque es más eficiente. Ahora estamos construyendo nuestro propio laboratorio así que vamos a mejorar los controles propios de producción, algo que en este rubro no es lo normal",
El crecimiento de la empresa también comprende el plan para fortalecerse en la línea de descartables. "Ya tengo la sopladora de seis litros y el objetivo es hacer botellas y completar la línea de descartables con agua, esa es la apuesta para este año". Y en ese sentido "Carlitos" trabaja con otra pyme santarroseña que está a pocas cuadras, en el Parque Industrial.
"Siempre desarrollamos con Horacio Bono, todo lo que hacemos nuevo es con él que tiene su firma 'Máquinas Bono'. Vamos a hacer una automatización integral, que el bidón ingrese solo para cargarse, es lo último que se utiliza afuera. Nadie hace contacto con el bidón. La idea es expandir el descartable con la automatización, pero la mano de obra no queda sin tarea, tenemos un muy buen equipo de trabajo así que la idea es potenciarlo", destacó Julián.
Así como la fábrica se desarrolla junto a un emprendedor local también apuesta por las herramientas que ofrece la banca pampeana. "Siempre hemos trabajado con créditos del Banco de La Pampa, y con Bono vamos a hacer el desarrollo a través del Compre Pampeano. Es una herramienta fuertísima, muy útil, porque le da movimiento a una provincia que no tiene una característica industrial pero de esa forma la industrializamos un poco, y a eso lo veo muy positivo de parte del gobierno", elogió.
Además de cubrir Santa Rosa y Toay y de expandirse a Neuquén, Soda Carlitos cuenta con distribuidores propios en General Pico y Trenque Lauquen. Y tiene una presencia permanente en el deporte provincial.
"De eso no hay ninguna duda, siempre vamos a estar apoyando a la gente del deporte, al ciclismo que es una pasión en la familia y también al atletismo porque sin dudas es una disciplina que está involucrada con lo nuestro que es la salud". La buena salud de la que goza una empresa que ya atravesó medio siglo en la mesa diaria de los pampeanos.
Recuadro
El negocio entre mate y mate
Julián se siente cómodo en su rol de máximo responsable de la firma. Su abuelo y su padre marcaron la ruta y hoy es él quien toma las decisiones. "Como toda empresa familiar tiene sus cosas. Mi viejo me guía, más que nada por la experiencia que tiene, pero me deja decidir a mí. Entre mate y mate vamos charlando de todo un poco pero al final terminamos hablando más de ciclismo que de otra cosa. Igual sé que está conforme con la forma en que manejo la fábrica".
Carlos Berg tiene 64 años y lo que fue su tiempo del trabajo hoy se enfoca "full time" en el ciclismo. "El anda por todos lados, es muy buen piloto de pelotón y lo llaman del país y también de Europa. No va porque no le gusta viajar en avión pero ese es su trabajo hoy. Hace lo que le apasiona", describe quien lo conoce como lo que es, su propio hijo.

 

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