Domingo 17 de marzo 2024

Los aliados no se tocan

Redacción 24/10/2018 - 00.23.hs

La muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi ha conmovido al mundo por sus características de asesinato insólito: para renovar un documento el hombre entró al consulado de su país en Turquía, pero nunca volvió a salir. Todo hace presumir que dentro de la instalación diplomática tuvo una muerte horrorosa, precedida de torturas. Khashoggi, si bien de origen saudita, residía en los EE.UU. y era colaborador del periódico Washington Post.
Semejante acto de barbarie sirvió, también, para poner en evidencia el pragmatismo de Washington de quien el gobierno saudita es un aliado tradicional y proveedor de un petróleo esencial a los intereses norteamericanos. Más allá de esos detalles que hacen a la política exterior de la nación norteamericana, es sabido que Arabia Saudita es una dictadura que avasalla los derechos humanos, no acepta oposición, tortura y llega a la decapitación como pena capital. Es curioso, pero no inesperado, que aquellas presuntas políticas de violación a los derechos humanos que Donald Trump estigmatiza en algunos países que no se someten a sus políticas, Venezuela por caso, son olímpicamente ignoradas cuando se trata de naciones alineadas con su país. Interrogado por la prensa y la opinión pública estadounidense Trump, entre la opción de criticar a su aliado o priorizar la pretendida libertad de prensa del país, dijo sin ambages que no intentaba suavizar el hecho pero que el reino árabe es un aliado de Estados Unidos y no quería distanciarse. Y agregó: "No lo quiero hacer y francamente ellos tienen un enorme pedido (de armas) de 110.000 millones de dólares. Son 500.000 empleos. Es el pedido más grande en la historia de nuestro país de un ejército extranjero, ¿y lo vamos a desechar? Necesitamos a Arabia Saudita en términos de nuestra lucha contra el terrorismo, y de todo lo que está pasando en Irán y en otros lugares".
Por cierto que, más allá de su pragmatismo, al presidente norteamericano no se le puede reprochar hipocresía o, apelando a una enfática y conocida expresión de los gringos, "negocios son negocios". (José Verdum)

 

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