Martes 09 de abril 2024

Trazos inquietantes en una sociedad sometida a acoso

Redacción 20/04/2014 - 04.08.hs

Lo que llamamos actualidad y que está propuesto como tema para columnistas de medios de prensa, es algo así como la imagen que podría proyectar en una pantalla una supercámara que pudiese abarcarla en su conjunto y en todo momento.
La dimensión de la actualidad excede el alcance de la mirada, aun si se toma como objetivo una pequeña población. Si contásemos con esa cámara y tener ante nuestros ojos la escena mundial de cada momento, la mirada no sería capaz de abarcar semejante escenario y probablemente se extraviaría.
No habría, pues, más remedio que parcelar el escenario de la vida del hombre. Aun así subsistirían dificultades. Optamos por tomar un hecho particular en un momento y un lugar determinados, pero al operar así lo desgajamos de su contexto, el cual incluye todo un pasado y todas las circunstancias de cada uno de los actores de esa parcela.
En mi tiempo de hacer periodismo en General Pico (tarea que ocupaba la entera noche y solía avanzar en la mañana) solía tener la visita de algunos personajes de la noche, no todos igualmente deseables. Entre los que me atrajeron hubo un juez y un comisario, con quienes llegamos a algunas coincidencias en esta meditación sobre el hecho puntual y su valoración. Les propuse pensar nuestros quehaceres desde "arriba". Me explicaron que ellos tenían necesidad de colocar cada hecho en su contexto y que si lo lograban podían considerar que lo habían entendido y encarar los pasos siguientes. El juez veía cómo instalar el hecho en su encuadre legal. Cuando terminaba esta tarea le quedaba un elemento de incerteza y de insatisfacción. Nunca se sentía ufano. Quería decirme que la realidad es como un pez, al que uno puede tener en la mano, pero mientras está vivo parece capaz de deslizarse y obliga a colocarlo de inmediato en un recipiente (una red, un bolso, un cajón), que lo contiene. Y que lo mata.
"De alguna manera, condenar es cortar por lo sano", conveníamos. Y luego podíamos discurrir acerca de qué es lo que llamamos "sano". Eso nos remitía a una idea de la salud de la sociedad, que la ley "cuida" recortando el escenario y proporcionándole los remedios de lo justo, entendido como sometimiento a convenciones que el hombre ha adoptado para que la convivencia sea posible. En una ocasión, nos dijimos que quienes teníamos experiencia como padres, cada vez que debíamos retar a un pequeñín o imponerle una conducta determinada, sentíamos inicialmente que estábamos cumpliendo nuestro deber paterno, pero que luego solíamos sentir un cosquilleo de insatisfacción, porque también estábamos "condicionándolos", metiéndolos en un envase como al pez. "Entonces", empezaba a objetar el comisario, "venimos a ser los acondicionadores: el periodista acondiciona el hecho conforme a su pauta de lo verosímil, el juez acondiciona al reo a la pauta de una ley y yo acondiciono al sospechoso para que el juez considere que el caso es de su competencia...". Y podríamos agregar que luego de esa tarea, veíamos que algo sobra de la realidad, algo se descarta.

 

Quioscos
Escribo esta nota luego de leer que la policía de Santa Rosa desbarató otro quiosquito final del camino de la droga. Una mujer de 30 años de edad, madre de tres hijos, uno de pecho, fue sorprendida en plena labor de venta de cocaína y marihuana a tres clientes, menores de edad. El marido de la mujer está preso acusado de un asalto.
El caso podría ser entendido como un procedimiento de investigación que consiste en ir de la parte al todo. La ciencia opera así: dado un hecho enigmático, trata de entenderlo y para ello busca el contexto. En el caso de Rosario, del que se ocupaba la prensa por los mismos días, la justicia y las fuerzas federales de seguridad obraron del todo a las partes, de la cabeza (al menos, la cabeza para la ciudad o la provincia) a las partes. Primero desbarataron una ligazón entre narcos y policías y luego, con gran despliegue, ensayaron "limpiar la zona" de quiosquitos y personajes convertidos en patrones de barrio, para dar sosiego a los vecinos que quieren vivir de acuerdo a las pautas aceptadas para la convivencia. La droga, de hecho, estaba creando otras convenciones.

 

Saldo
Otro hecho local que recoge el diario del pasado domingo, da cuenta que dos grupos de individuos con antecedentes delictivos, destrozaron una casa de vecindad como manera de atraer a la policía para darle cuenta del poder que creen haber adquirido. Varios de los detenidos tenían droga en sus bolsillos.
La policía aceptó el convite y fue al lugar, porque ésa es su tarea, aunque sienta que le correspondió atender el final de un estado de cosas que desborda su campo de acción.
Jotavé

 


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