Sabado 27 de abril 2024

Un claro desinterés

Redacción 14/03/2024 - 00.43.hs

Una de las distinciones más famosas del mundo –acaso la más—es la que se entrega anualmente en Suecia como premio a las actuaciones sobresalientes en actividades científicas, técnicas y humanísticas. Más allá de que ha habido algunos (atendibles) rechazos, la distinción honra no sólo al premiado, sino también a su país de origen, que pasa a formar parte de un selecto grupo que se distingue por su cultura, usada esta palabra en un sentido amplio. Sin exagerar, puede decirse que la opinión de alguien distinguido con uno de los premios Nobel tiene también un muy notable peso cultural y político.

 

Con el párrafo anterior va de suyo el respeto que merece la opinión de un representante cualquiera que haya obtenido el premio… ¿Qué decir entonces cuando está respaldada por la firma de nada menos que sesenta y ocho premiados con el Nobel? La misiva, que está dirigida al presidente de la República y también al jefe de Gabinete, al presidente del Conicet y a los senadores y diputados de la Nación, manifiesta la preocupación de los firmantes por la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología y el despido de empleados del Conicet por parte de la administración Milei quien, desde que asumió el cargo manifestó un claro desinterés por todo lo que fuera ciencia e investigación y, en buen romance, desmanteló la estructura respectiva.

 

Los firmantes --laureados en Química, Economía, Medicina y Física--, señalan “no sólo una dramática devaluación de la ciencia argentina, sino también una devaluación del pueblo argentino y del futuro de Argentina” y son definitivos al afirmar que “el sistema argentino de ciencia y tecnología se acerca a un peligroso precipicio. Es pertinente reproducir los párrafos más significativos de la carta, ya que no solamente reclaman por “la dramática devaluación del Conicet y las universidades nacionales: también destacan el nivel alcanzado por la ciencia argentina y lo ejemplifican resaltando, incluso, su trascendencia internacional.

 

Y dicen: “Como científicos internacionales, muchos de nosotros hemos sido testigos de las contribuciones transformadoras de la ciencia argentina. Si no fuera por la ciencia y los científicos argentinos, las causas y el tratamiento del cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares habrían seguido siendo un misterio durante décadas más”.

 

“Sin una infraestructura para la ciencia, un país cae en el desamparo y la vulnerabilidad, sin desarrollar su propia tecnología para avanzar, ni capacitar a las personas ni desarrollar la infraestructura necesaria para aplicar el conocimiento científico y tecnológico de otros a los problemas regionales, nacionales y locales. ¿Dónde dejaría a la Argentina una situación así?”, se preguntan.

 

Destacan que “Argentina es el único país de la región que ha desarrollado su propia vacuna contra el Covid-19, construido y lanzado satélites de comunicaciones y diseñado y construido reactores nucleares de próxima generación que no sólo han sido exportados sino que también generarán un suministro interno de radioisótopos cruciales para uso médico. Próximamente se inaugurará un nuevo laboratorio de terapia de protones, único en el hemisferio sur”.

 

Y concluyen instando al presidente a que restablezca los presupuestos “sometidos a restricciones impuestas recientemente al importantísimo sector científico y tecnológico de su país. Congelar los programas de investigación y disminuir el número de estudiantes de doctorado y de investigadores jóvenes provocará la destrucción de un sistema que tardó muchos años en construirse, y que requeriría muchos, muchos más para ser reconstruido”.

 

La respuesta a semejante y tan jerarquizado reclamo fue acorde con la concepción de un gobierno que solamente ve y procede a través de la visión económica ultraliberal. Recuerda a aquel falaz Domingo Cavallo, que incrementó la ruina del país y que respecto al tema mandó a las científicas “a lavar los platos”.

 

Por cierto que ahora la respuesta presidencial, expresada a través de su extraño vocero, lo superó en necedad: “El gobierno –dijo- no va a gastar en investigaciones sobre la orientación sexual de Batman”.

 

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