Dos Papas santos
Redacción 28/04/2014 - 04.33.hs
El Papa Francisco pidió ayer "honrar la memoria y las enseñanzas" de sus predecesores Juan Pablo II y Juan XXIII, al proclamarlos santos en una ceremonia histórica que fue seguida por casi un millón de fieles que desbordaron el Vaticano y varios puntos de Roma.
En el inicio de la canonización, el argentino saludó al Papa emérito Benedicto XVI, cuya presencia en la Santa Sede le brindó a la liturgia el título de "el día de los 4 papas": dos pontífices vivos convirtieron en santos a dos papas fallecidos.
La ceremonia comenzó a las 10 hora local (5 de Argentina) con las peticiones del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, para que se inscriba a quienes hasta ayer eran beatos, Juan Pablo II y Juan XXIII, en el libro de los Santos.
Francisco luego leyó la oración en la que declaró como santos a sus predecesores "con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y los santos apóstoles Pedro y Pablo".
Después se llevó hasta el altar el relicario de Juan XXIII, un pedazo de piel desprendido durante su exhumación, trasladado por familiares; y el Juan Pablo II, una ampolla de sangre llevada, entre otras personas, por Floribeth Mora, una mujer de Costa Rica que fue sanada de un aneurisma cerebral a través de la intervención del difunto Papa.
"En estos dos hombres vivía una esperanza junto a la alegría gloriosa", señaló Francisco y destacó que sus predecesores "tuvieron el coraje de tocar y ver las llagas de Jesús". (Télam)
En el inicio de la canonización, el argentino saludó al Papa emérito Benedicto XVI, cuya presencia en la Santa Sede le brindó a la liturgia el título de "el día de los 4 papas": dos pontífices vivos convirtieron en santos a dos papas fallecidos.
La ceremonia comenzó a las 10 hora local (5 de Argentina) con las peticiones del prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, para que se inscriba a quienes hasta ayer eran beatos, Juan Pablo II y Juan XXIII, en el libro de los Santos.
Francisco luego leyó la oración en la que declaró como santos a sus predecesores "con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y los santos apóstoles Pedro y Pablo".
Después se llevó hasta el altar el relicario de Juan XXIII, un pedazo de piel desprendido durante su exhumación, trasladado por familiares; y el Juan Pablo II, una ampolla de sangre llevada, entre otras personas, por Floribeth Mora, una mujer de Costa Rica que fue sanada de un aneurisma cerebral a través de la intervención del difunto Papa.
"En estos dos hombres vivía una esperanza junto a la alegría gloriosa", señaló Francisco y destacó que sus predecesores "tuvieron el coraje de tocar y ver las llagas de Jesús". (Télam)
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