Miércoles 27 de marzo 2024

El patriarcado en el ámbito laboral

Redaccion Avances 01/05/2023 - 09.38.hs

Sueldos más bajos, condiciones laborales deplorables, carreras profesionales en desventaja, postergación de la vida laboral por las exigencias del mundo doméstico todavía tan a cargo de las reinas (esclavas) del hogar.

 

*Victoria Santesteban

 

Desde la celebración del primer primero de mayo a esta parte y conquistas feministas en el mundo del trabajo mediante, las brechas de género laborales deberían haber descripto un acortamiento, en un camino hacia la igualdad real que no arroje los desesperanzadores datos de hoy. Es que, al paso que vamos y conforme las estadísticas de Naciones Unidas, en 286 años podría alcanzarse esa igualdad anhelada entre los géneros. La perpetuación de estereotipos patriarcales, las tareas de cuidado a cargo casi exclusivo de mujeres y la maternidad como obstáculo para la realización profesional, la feminización de trabajos poco competitivos y mal pagos frente a la masculinización de los rentables, inteligencias artificiales que reemplazan especialmente esas tareas feminizadas y los sesgos de género reproducidos también por estas “inteligencias”, la brecha digital de género que impacta directo en el mundo del trabajo ensanchando la histórica brecha de género salarial, el ínfimo porcentaje de inserción laboral de personas trans, la violencia de género laboral, entre otros, son factores que engrosan las paredes y techos de cristal en medio de la lucha por la igualdad laboral y la no discriminación. La perpetuación de estos obstáculos y la aparición de nuevos en esta carrera injusta, revela el poder de aggiornamiento de un capitalismo patriarcal, siempre intrépido cuando de vulneración de derechos se trata.

 

Estereotipos.

 

Los estereotipos de género todavía arraigados en un mundo de pantallas e hiperconectividad, perpetúan la discriminación en el ámbito laboral e inciden en la inserción, desarrollo y profesionalización de las mujeres. Con las tareas domésticas y de cuidado -a las que recién en los últimos años se ha reconocido su valor económico, más allá de que sean o no remuneradas- todavía a exclusivo cargo femenino, las mujeres que también trabajan fuera de ese hogar esclavizante deben entonces afrontar jornadas dobles y hasta triples de labor. Además, este estereotipo hace que el 97% del personal doméstico sean mujeres, a lo que debe recordarse que estos trabajos se ubican entre los más precarizados a nivel nacional y mundial. Estos sesgos y roles de género que aún operan en nuestra manera de ver al mundo impactan a su vez en la elección de carreras y profesiones en función del género: en ciencias sociales y de salud existe una sobrerepresentación femenina, mientras en las marcadamente masculinas ciencias exactas, en la tecnología y en la industria, la participación de mujeres es anecdótica. En Argentina, más del 75% de las mujeres se gradúa en psicología, educación, sociología, servicio social, antropología, auxiliares de la medicina, letras e idiomas, que, casualmente, presentan los niveles salariales más bajos. La inteligencia y la productividad asociadas a los varones frente a la bondad servicial femenina resulta en engrosamiento de las brechas de género salariales, confirmando la infravaloración económica de los trabajos estereotípicamente femeninos. A su vez, el modelo de maternidad patriarcal conduce a entrevistas laborales donde se indaga a mujeres sobre su vida y planificación familiar, en espacios de trabajo sin lactarios ni guardarías, con paupérrimas licencias por paternidad y exigencias a la madre trabajadora que lejos están de ponderar sus malabares para su desarrollo profesional.        

 

Brechas digitales y tecnológicas.

 

A las tradicionales brechas de género, se aditan novedosos factores que insisten en profundizar las desigualdades laborales. “En 2050, el 75% de los puestos de trabajo estarán relacionados con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Sin embargo, en la actualidad, sólo el 57% de las mujeres utiliza internet”.
denuncia Csaba Kőrösi, presidente de la Asamblea General de la ONU. La voz de Siri y Alexa como asistentes insisten en estereotipos, inteligencias artificiales que reemplazan los trabajos históricamente asignados a mujeres por ser los más precarizados y automatizados, la subrepresentación de mujeres en la industria tecnológica plagada de varones en un mundo hiperconectado y digital y la disuasión de niñas, adolescentes y mujeres al estudio de ciencias relacionadas con las nuevas tecnologías (representadas sólo en un 3% a nivel mundial), conducen a la reflexión de que la revolución tecnológica por supuesto no nos alcanza y lo que es más, nos precariza, discrimina y violenta.

 

Es Violencia.

 

Sueldos más bajos, condiciones laborales deplorables, carreras profesionales en desventaja, postergación de la vida laboral por las exigencias del mundo doméstico todavía tan a cargo de las reinas (esclavas) del hogar, relegamiento de la vida profesional por elegir maternar, el trabajo fuera de casa y la jornada impaga de horas extras por trabajos de cuidados, la competencia tramposa con varones hacia puestos jerárquicos, las mirada de rabillos sobre los cv que exigen más referencias de experticia y conocimientos por la condición de género -es que hay que continuar demostrando que podemos y sabemos en un período de prueba eterno-, las etiquetas de que somos complicadas y que faltamos mucho, más aún si quedamos embarazadas. Nuestro reemplazo por robots en un mundo que nos prohíbe simbólicamente el acceso a conocimientos en tecnología. A la violencia estructural que afrontamos en el mundo del trabajo todavía patriarcal, se suma el acoso sexual explícito de jefes y compañeros, las insinuaciones, los gritos, las amenazas, los castigos ensimismados de sobrecarga de trabajo o de relegamiento total, la deuda gigantesca por pagos al derecho de piso, a los ojos cómplices de todos y todas. Para un mundo del trabajo libre de violencias, como manda nuestro andamiaje legal-convencional -sobre todo post ratificación del Convenio 190 de la OIT-, el quebrantamiento de techos y paredes de un cristal que parece irrompible y el desajuste de cada tuerca patriarcal para el desmantelamiento de todo su andamiaje, deviene urgente e indispensable.   

 

*Abogada, Magíster en Derechos Humanos y Libertades Civiles

 

 

 

 

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