«El rezongo de los bandoneones»
Se indica que el bandoneón llegó al Río de la Plata entre los años 1870 y 1880, y pasó a ser instrumento esencial de las orquestas de tango ya en el siglo XX. No está claro quién lo introdujo primero.
MARIO VEGA
«Escuché el rezongo de los bandoneones…», recitaba «El varón del Tango» en la mítica Cumparsita»; y Astor lo hacía hablar y temblaba el auditorio; en tanto el Negro Juárez decía con sus versos que a su instrumento blanco (¡¡!) lo llevaba «puesto, como un cacho de tango, entre las venas…».
Es verdad que de entrada se torna asociarlo a la melodía rioplatense por excelencia, pero también que el bandoneón no es sólo tango aunque sea el elemento ilustre de la música ciudadana; y hasta se dice que «no hay tango sin bandoneón». Y por eso hay intérpretes célebres -y casi diría gloriosos- que se quedaron para siempre en la memoria popular… como Aníbal Troilo «Pichuco», Leopoldo Federico, el propio Astor, el Negro Juárez y Rodolfo Mederos, entre tantos otros.
Hoy, 11 de julio es el Día Nacional del Bandoneón… y muchos se preguntarán por qué. Es precisamente la fecha de nacimiento del «Bandoneón Mayor de Buenos Aires», Aníbal Troilo, «Pichuco», y el Congreso Nacional instituyó la celebración mediante la ley 26.035 del año 2005.
Originado en Alemania.
Dicen los que dicen saber que los orígenes del bandoneón hay que buscarlos en la Alemania del siglo XIX, cuando se lo conocía como un órgano de iglesia portátil. Y agregan los conocedores que se trata de una evolución del acordeón -acordion, en alemán-, y hay varios luthiers a los que se les atribuye su creación. Así se indica que Heinrich Band inventó un instrumento portátil inspirado en la concertina, para proveer de música a las pequeñas iglesias que no podían comprar ni mantener órganos o armonios. Una versión distinta señala que el armenio Cyrill Demian, fabricante de órganos y pianos, patentó el bandoneón el 6 de mayo de 1829 en Viena.
También se indica que en 1830 en la Feria de Liepzig, el inventor Carl Friedrich lo presentó y llamó la atención con ese instrumento singular, en sus sonidos y sus formas.
Cómo son.
Según lo clasifican los musicólogos, el bandoneón es un aerófono portátil con botones, accionado a fuelle, con ejecución simultánea de ambas manos, por acción del aire a presión con un sistema de lengüetas metálicas. Suena por la vibración producida por una columna de aire… la flauta, el clarinete, el acordeón y la armónica son aerófonos.
Los que saben precisan que del lado derecho del instrumento se encuentran los denominados cantos afinados y del lado izquierdo los graves, y pueden ser cromáticos o acromáticos. Los cromáticos emiten la misma nota abriendo o cerrando el bandoneón, fueron los primeros en fabricarse. En tanto los acromáticos -que utilizaron los intérpretes de tango- se caracterizan porque abriendo emite una nota y cerrando otra diferente.
No sólo tango.
Como decíamos al principio, no solamente el tango lo tiene incorporado a sus orquestas, porque hoy en día diferentes grupos musicales, de distintos ritmos, lo utilizan. Sabemos que es muy popular en la provincia de Corrientes: se usaba en los años ’40 -del siglo anterior- en lo que se llamaba Chamamé correntino, para distinguirlo de la música del Paraguay. Incluso algún luthier de la zona supo fabricarlos; y también se hicieron en Brasil algunos que se usan en el sur de ese país, y aún en el litoral argentino para bandas de música folklórica.
En nuestra provincia.
Cuentan que desde los años ’50 del siglo pasado en adelante se pudieron encontrar algunas generaciones que tocaban el bandoneón con gran solvencia. Aparecieron, por ejemplo, Caíto Cafardo, Máximo Burón (de oficio ferroviario) que era de Anguil pero se radicó en Santa Rosa, y por esa misma época Saúl Santesteban en Los Caballeros del Tango, Juan José «Coty» Herrera y más tarde Alberto Mansilla y Faito Baraybar.
Seguramente hubo muchos otros, pero quizás no tuvieron actividad artística pública.
Hoy en día está Ayelén País Negrín, nacida en Jacinto Aráuz que interpreta el tango; y también Francisco Terrón, integrante de «El Entrevereo», grupo que recrea el género folclórico.
«Toti» Mansilla, un virtuoso.
Alberto «Toti» Mansilla es uno de esos talentos que tocan desde pibes… «A los seis años fui a estudiar piano, hice teoría y solfeo, lenguaje musical, pero no me gustaba.. Pero a los 7 años mi papá me compró un bandoneón de estudio -que son más chiquitos y la verdad es que nunca más vi uno de esos-, y lo agarré enseguida y a los 8 ó 9 años ya sacaba temas. Después seguí estudiando lenguaje musical hasta que terminé en un conservatorio de Bahía Blanca… pero lo cierto es que también me gusta mucho improvisar y hacer uso de arreglos míos. Toco por música pero también puedo tocar de oído», resume como si fuera fácil.
Vuelta a la música.
Nacido en General San Martín, en el sur de nuestra provincia, es un virtuoso con el bandoneón, aunque ejecuta el piano con gran facilidad ya que con el teclado hizo sus primeros estudios formales.
Empleado del Banco de La Pampa, donde se jubiló hace varios años, por un tiempo se dedicó plenamente a su trabajo, y casi por veinte años dejó de tocar, hasta que un día lo tentaron para volver a hacerlo.
«Siempre recuerdo que Saúl Santesteban, que estaba con ‘Los Caballeros del Tango’ me convocó a través de mi hijo Germán, que trabajaba en LA ARENA, para vincularme y hacer de segundo bandoneón en la orquesta, hasta que luego él dejó su lugar y quedé yo…», rememora hoy «Toti».
Cabe decir que su amistad con Carlos Amigo -el intérprete que también trabajó en el Banco de La Pampa- lo llevó a compartir con músicos de la ciudad. Es así que graba en el disco Tiempo de Camuruco -precisamente de su amigo-, con la guitarra de Jorge Sosa en el estudio de Guillermo Mángano.
Siempre convocado.
Más tarde iba a participar del proyecto «Divino Tango», compañía artística que dirigían Pablo Ruggieri y Alba Marín -la música estaba a cargo del ‘Sexteto del Ángel’, que conformaban Tachi Gaich, Adalberto Cornejo, Jorge Corzo, Toto López, Foretto Chaves y el propio Alberto Mansilla-, que fue una de las formaciones de tango que llego a presentarse en diferentes escenarios nacionales e internacionales con un gran éxito.
Luego Toti y Tachi Gaich conformaron el dúo «Somos Tango» -logrando un empaste de piano y bandoneón incomparables-, con piezas musicales de enorme calidad. La excelente digitación de ambos permitía escuchar los clásicos de este género interpretados con un exquisito gusto musical.
Fue una linda alegría para un artista como Toti grabar un disco con la cantante María José Carrizo, con quien se presentaron en la Casa de La Pampa y otros escenarios porteños. Ese trabajo estuvo nominado a los premios «Carlos Gardel».
Mansilla además integró la Orquesta Folklórica Pampeana, compartiendo con otros jóvenes santarroseños como Antonela Gallardo, Ezequiel Carpio, Alan Vincent, Silvina Larroque, Lía Hernández y Alberto Carpio.
En el exterior.
Se dio el gusto de tocar en escenarios muy alejados de nuestras tierras, acompañando a otros intérpretes y grupos musicales. Así formó parte de «Contraluz», con Toto López, Alberto Carpio y Marcos López, con quienes participó de una gira artística acompañando al ballet Mamul Mapú por diferentes ciudades de México. Por otra parte Alberto integró elencos musicales conformados para acompañar al mismo ballet por diferentes países de Europa. También en Brasil realizó conciertos bajo la batuta del Maestro Pablo Dell’Oca Sala, ex director de la Banda Sinfónica de La Pampa.
Toti Mansilla es recurrentemente convocado por distintos artistas para participar en grabaciones de sus discos y actuaciones. Incluso grabó con el conocido grupo de rock Rey Momo -recientemente junto al joven pianista Juan Fadón- para acompañar a Leticia Pérez.
El bandoneón mayor.
Dueño de un talento indiscutido, de una impecable digitación, logra un sonido de enorme belleza y armonía con su bandoneón. Algunos consideran a Toti -así como se definía a «Pichuco» como el mejor de su tiempo en Buenos Aires-, «el bandoneón mayor» de la provincia, uno de los mejores con ese instrumento entre los músicos pampeanos. «No es así -elude con modestia Toti-, porque hubo otros muchos y muy buenos, como Saúl (Santesteban) por ejemplo», sostiene. No obstante, los que saben del tema afirman que Toti es «uno de los buenos de verdad».
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